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martes, 31 de julio de 2012

Gunilla ya no se divierte en Puerto Banús

En el sitio más inesperado surge la inspiración. A veces, la inspiración deriva de un consejo experto, sabio, reflexivo, nacido en una cabeza ejemplar. En esta ocasión no tiene desperdicio.
            Hay que escuchar esa voz autorizada, ese prodigio intelectual que alumbró la Europa aristocrática que sobrevivió a su propia degeneración, amparada en la maraña de sus antiguos e injustos privilegios. Ella nos enseña el camino.
            En el magazine semanal de El Mundo, la incomparable Gunilla von Bismark, de profesión condesa, “bisnietísima” del canciller Otto, nos conmina a los españoles a trabajar más, a gastar menos y a hacer menos fiestas.
            Se comprende su confusión. Ella cree que España es aquella Marbella que colonizó en tiempos mejores, el único lugar del mundo donde antes era reconocida – ya no- precisamente por sus fiestas exclusivas y lujosas.
            Precisamente la razón de afincarse en Marbella, de la que se autoproclamaba la reina sin corona, según su propia afirmación,  fue  que Puerto Banús era el lugar de la tierra donde más fiestas se celebraban y a ella le encantaba bailar hasta el amanecer.
            ¡Ejemplar!
            Nos recomienda  que seamos laboriosos alguien cuyo única ocupación conocida es ejercer de condesa; quien la mitad de su vida, tras una larga noche de sarao, se ha ido a la cama cuando los demás nos estábamos levantando para acudir al tajo; quien no ha conocido penurias porque el mes dura más que la nómina miserable; quien no ha hecho nada para merecer semejantes privilegios, salvo  nacer donde nació.
            La opinión de estos parásitos residuales del sistema social , de sangre azul según mantienen ellos, no tiene desperdicio. El “duquesito” de Alba, de oficio jinete deportivo, o así, sea eso lo que sea, descalificaba a los jornaleros andaluces no hace mucho; en su opinión,  son seres sin ambiciones verdaderas de prosperar en la vida,  habituales de las tascas del pueblo donde ejercen de bebedores subvencionados por el PER.
            Ahora esta Gunilla, desde las páginas de ese paradigma de prensa independiente y objetiva, retuerce el tópico que alimenta la Europa reaccionaria como justificación a sus desmanes.
            Somos vagos, gastosos, irresponsables. Nos merecemos esta crisis. Lamenta solamente que, por culpa de nuestras malas costumbres, ahora ni Puerto Banús resulta divertido.
       ¡Una lástima, señora condesa! 



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