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martes, 30 de octubre de 2012

Una ley basura



      Ni siquiera las Consejerías de Educación de las Comunidades gobernadas por el PP aceptan la redacción de la Ley de Educación con la que  Wert promete “mejorar los resultados académicos de España y evitar los abandonos tempranos”.
            No es extraño. Esta Ley es “revanchista e ideológica” según la mayoría de los expertos educativos. No persigue beneficio alguno para sus destinatarios. Persigue, de manera manifiesta, el deterioro de la oferta educativa del país. 
         Pero, no es eso lo que sus afines le reprochan. Le reprochan los gastos que ocasionará a las respectivas Consejerías de las Comunidades autónomas la elaboración y corrección de las pruebas de selección temprana o de expulsión del sistema a las que el ministro llama reválidas. Y, sobre todo, le reprochan tibieza.
          Como es sólo un borrador, aun caben daños infinitos.
         Sobre la mesa de negociaciones hay una demanda de los consejeros afines al gobierno, la prohibición de ejercer el derecho de huelga a los estudiantes.
            Pero la demanda más urgente de las Consejerías de Educación de las Comunidades donde gobierna el Partido Popular es la confirmación de los objetivos verdaderos de este partido con respecto a los servicios del Estado, la privatización de los rentables para aquellos que puedan pagarlos, y el empobrecimiento de los demás para quien no tenga otro remedio que recurrir a ellos, es decir la beneficencia a cambio de nuestros impuestos.
            La desigualdad se hizo carne y habitó entre nosotros definitivamente, bendecida por las leyes que la derecha revanchista y mercantil aprueba para beneficiar a sus cómplices históricos.
         Lisa y llanamente se solicita el “blindaje” de la Enseñanza Concertada. La Ley, -reclaman-, debe dar cobertura legal  a la “cesión” de suelo público para construir colegios concertados. He entrecomillado el término cesión para que no pase desapercibido.
            De eso se trata. Cesión a empresas privadas y fondos de inversión de suelo público durante 75 años  para la construcción de Centros privados.
            Como son expertos en disfrazar sus intenciones depredadoras con buenas palabras, aducen libertad de elección de las familias. El gobierno tiene una obligación ineludible; gestionar los impuestos y devolverlos en servicios. Y hay algunos, cuya gestión ha de ser de su competencia exclusiva: sanidad y educación deben estar garantizadas por el Estado con carácter universal y gratuito para todos los ciudadanos. En ambos casos compete al Estado garantizar a calidad de las prestaciones y dotarlas de recursos suficientes según las necesidades objetivas. 
          No se puede dejar ni una fisura para que cualquiera de esos servicios se convierta en yacimiento de negocios basados en necesidades sin atender por parte del Estado. Sólo así se garantiza la igualdad de oportunidades.
            La prestación de esos servicios, como iniciativa privada, es admisible. Allá cada uno y sus preferencias. Pero, como iniciativa del propio Estado, favoreciendo  con cesiones de suelo público a empresas privadas para entregarles la gestión de servicios que le corresponden a él en exclusiva, deja al descubierto  una vocación insana de arrebatar derechos al ciudadano, incompatible con las obligaciones del Estado y con la propia decencia.
            En el concilio Vaticano II, la complicidad  expresa y las alabanzas de los obispos y cardenales españoles hacia el dictador llenaban de extrañeza a la jerarquía del resto del mundo. Alguno de ellos se justificó ante la curia aduciendo una deuda moral. Franco les había devuelto el negocio de la enseñanza que la Segunda República les arrebató. No lo dirían de forma manifiesta, pero, además del negocio, Franco les había devuelto la herramienta  adecuada para la manipulación ideológica de la sociedad.
            Quizá se trate de eso. Habrá que devolverles la enseñanza de nuevo. El 80% de la enseñanza concertada está en manos de la Iglesia. Puede que hayan maquinado que así devolverán el público a las Iglesias vacías.
            La iniciativa privada es negocio. La obligación pública es ofrecer servicios. Los servicios fundamentales no pueden convertirse en un negocio. Algo no cuadra. Salvo en la conciencia  viciada de  los políticos serviles, cuyo objetivo es negarnos derechos fundamentales y favorecer a sus cómplices históricos con los votos del pueblo al que desprecian.

lunes, 29 de octubre de 2012

El Estado favorece a los grandes evasores


 Por tanto, hay muchas cosas que cambiar.Pero ha de ser un cambio profundo, telúrico, radical. Porque estamos rodeados de indignidad insoportable, y hemos concedido la organización de nuestras vidas en la esfera pública, que tanto condiciona lo demás,  a cínicos, a  embaucadores, a inmorales, a cómplices de un crimen antiguo y, a la vez, cotidiano.
            Este verano leí el libro de Paul Krugman, premio Nobel de economía del año 2008, titulado “Acabad ya con esta crisis”. Ayer, Santos Juliá, en las páginas de opinión de El País hacía referencia a algunas de las denuncias del Nobel, que no tienen desperdicio. Veinticinco individuos que gestionan fondos inversión en los Estados Unidos ganaron, en el año 2006, 14.000 millones de dólares. Tres veces la suma de sueldos de los 80.000 profesores de la ciudad de Nueva York. Es decir, el sueldo de casi doscientos cincuenta mil profesores públicos de los Estados Unidos.

            Krugman y Santos Juliá hacen referencia a una situación insostenible. La desigualdad de la distribución de la riqueza. Nosotros podríamos añadir alguna reflexión moral. Si veinticinco individuos han ganado en un solo año 14.000 millones de dólares, seguramente todos merecen la cárcel. Esas ganancias no pueden ser legítimas. Serán producto de millones de actividades fraudulentas del capitalismo especulativo. Pura rapiña. La que está en el origen de esta crisis que soportamos todos. 

            Afirma el Nobel que una sociedad donde los derechos sociales cumplen la función redistributiva de la riqueza, además de ser más justa y equilibrada, saldrá con mayor prontitud de la crisis económica y se verá menos afectada por sus secuelas destructivas.

            Y yo lo creo. Y el único camino que los Estados tienen para esa distribución necesaria y equilibradora son los impuestos.

            Es justamente lo contrario que viene practicando este gobierno desde que le otorgaron la mayoría absoluta. Desmonta el Estado redistribuidor; desmonta los servicios; empobrece con sus políticas a la mayoría de la población y estimula el fraude fiscal.

            También en El País  (28-10-2012), en esas mismas páginas de opinión, Soledad Gallego-Díaz nos desgrana datos escalofriantes, que no hacen sino confirmar lo que ya sabemos. Estamos solos y condenados a soportar las consecuencias económicas y sociales de una crisis que no es nuestra. Habla esta mujer de las dimensiones del fraude fiscal. Las conocíamos, pero lo más terrible emana de los detalles, procedentes de la propia Página web de los inspectores de Hacienda.

              Según los expertos – inspectores de Hacienda- el fraude fiscal no hace sino aumentar exponencialmente cada año; el 80% de ese fraude lo comenten los grandes grupos empresariales, las empresas transnacionales y las grandes fortunas personales. Tiene nombres propios; Hacienda los conoce con nombres y apellidos. Pero sólo se persigue la pequeña deuda tributaria. La culpa no es solo de este gobierno. Otros gobiernos anteriores la comparten.

            Y no sólo porque España dedica muchos menos medios al control del fraude fiscal que cualquier otro país europeo de nuestro entorno, sino por las propias disposiciones legales. La más arbitraria de todas, la más inexplicable, la más insospechada para cualquier ciudadano de a pie, establece la obligación de cerrar cualquier investigación fiscal en un plazo de doce meses. Es decir, cuando los inspectores comienzan una investigación por indicios de fraude, o encuentran pruebas fehacientes de la existencia del fraude en un año, o deben cerrar el expediente. Un plazo que no responde a ninguna razón lógica, y cuya única finalidad objetiva es la protección de los grandes evasores.

            El gran delito fiscal, el multimillonario, es difícil de investigar; cuenta con el apoyo de infinidad de expertos, economistas, asesores, abogados, bancos que blanquean y cierran el rastro de las cuentas… Una selva virgen  llena de trampas bien urdidas.

            Y ningún gobierno ha propuesto el cambio de esta ley. Nadie en el Parlamento parece ser consciente de esta injustísima disposición que favorece el crimen organizado. No otra cosa es la evasión de impuestos Parece duro, pero sólo cabe catalogarlo como complicidad necesaria o inutilidad manifiesta.

            En ocasiones, la Inspección Tributaria desiste de iniciar determinadas actuaciones, a pesar de la importancia de las cantidades defraudadas, por el convencimiento de que en el plazo establecido será imposible concretar las pruebas.

            Y en otros casos, una vez demostrada la actuación ilegal, comienza el largo proceso de alegaciones, recursos, y demoras legales. Así, que mientras una deuda tributaria de mil o dos mil euros se cobra por la vía ejecutiva sin mayor problema, o mientras se ejecuta el desahucio de una familia por una deuda de seis mil euros –El País de ese mismo día-, las deudas millonarias por fraude fiscal duermen en los lujosos bufetes de abogados prestigiosos y expertos en enredar el procedimiento ante los tribunales. En la actualidad, según los datos que Soledad Gallego-Díaz aporta, más de cincuenta mil millones de euros es la deuda demostrada por los servicios de inspección tributaria y pendiente de cobro, sepa dios por cuántos años.

            Conocí a uno de esos expertos hace años por razones familiares. Ya sabéis que uno no escoge a su familia. Trabajaba a porcentaje sobre las cantidades de sus clientes que lograba hurtar al control del fisco. Y creedme, tenía entonces ingresos millonarios. Y hasta una disculpa moral. La misma que hoy le escuchamos al Partido Republicano de los Estados Unidos, que puede ganar las inmediatas elecciones. El Estado es un lobo depredador de nuestro dinero. El fraude es legítimo,  legítima defensa de lo nuestro, porque los impuestos son un robo que el Estado destina a sostener a los perezosos y a los débiles para garantizarse sus votos. 

            Estoy convencido, y comparto la opinión más autorizada de prestigiosos expertos y economistas, como Vinçent Navarro, de que el control del fraude fiscal habría evitado la situación económica del país y habría hecho innecesarios los recortes del Partido Popular.

            Una fiscalidad más objetiva y ajustada a la realidad nos habría permitido vivir en una sociedad más justa, sin el tremendo deterioro del nivel de vida, de la convivencia y de la credibilidad de las propias instituciones que todos soportamos.

            Es más fácil desmontar el Estado, depauperar los servicios equilibradores de las profundas desigualdades, saquear los bolsillos de los funcionarios, destruir millones de empleos, y aumentar los injustos impuestos indirectos.

            La fiscalidad justa genera sociedades saludables. Las desigualdades que el Partido Popular está consagrando, vía Real Decreto, nos devuelven a una España olvidada de contrastes dolorosos con dos tipos de individuos, los privilegiados y los desahuciados. Porque pronto, la gran mayoría seremos desahuciados morales; vagabundos en una patria deforme hasta resultar desconocida; un aguerrido ejército de hambrientos enemigos de este país, el nuestro, que una minoría inmoral y encanallada nos habrá arrebatado, con la connivencia de aquellos de nosotros a los que elegimos para defender nuestros derechos.

            Urge un cambio, profundo, riguroso, intachable. Urge un cambio, porque tenemos derecho a una vida decente.

domingo, 28 de octubre de 2012

Inmundicias


    Los datos negativos se acumulan en nuestra experiencia cotidiana como piezas de construcción que van levantando a toda prisa un monumento funerario colectivo. No hablo ya de las muertes verdaderas, las que jalonan el camino por donde deambulan los desahuciados, los que junto a las pertenencias son despojados también de las ganas de vivir.  Hablo de una tumba enorme, oscura, silenciosa, donde enterramos, sobre todo, la esperanza en el futuro y la confianza en el sistema.
            Salvo el rey en Bombay, que ve ya brotes verdes en la economía gracias a las medidas del gobierno, dejándose los escasos jirones de credibilidad que le quedan a la institución en ese discurso preparado por Rajoy para extender sus consignas imposibles de creer, nadie confía lo más mínimo en el futuro inmediato; todos acumulamos desconfianza y temores justificados.
            Hoy añado una pieza de construcción a ese panteón destructivo y sombrío que nos vemos obligados a ir levantando cada día para enterrar nuestro futuro. Está construida con la basura de este sistema que nos cerca. Lo llaman democracia, pero lo han corrompido tanto que resulta imposible aplicar ese nombre sin sentir una profunda repugnancia. Con ellos elevo el muro de la amargura que nos invade, ante la seguridad de que  el capitalismo corruptor lo ha invadido todo. Controla a los gobiernos, empobrece el planeta, nos arruina empleando comportamientos criminales, y sale impune,  recrecido, soberbio. Hasta reescribe la historia a su medida, sobre la verdad revelada de la teología del beneficio, sin ningún problema de conciencia. En realidad carecen de conciencia; resulta incompatible con los crímenes sobre los que se suele sustentar la acumulación de riqueza.
            Y han comprado infinidad de voces influyentes. Y han comprado a los medios de comunicación, o, al menos, el silencio de muchos.
            El título tiene una doble justificación. De una parte, lo que Europa permite que pongamos en el plato; de otra, la inmundicia moral, la hipocresía que aplican a la gestión de nuestras vidas.
            Europa, tan estricta, prácticamente no supervisa la importación de productos vegetales y otros alimentos de China; la manipulación, falsificación, contaminación y prácticas ilegales de la producción en ese país es un procedimiento común. Esa extraña mezcla entre comunismo oficial y capitalismo práctico y salvaje en la esfera privada genera muchas más corrupción, mucha más indecencia, que en cualquier otro lugar del mundo. Productos contaminados acaban en las mesas europeas. Importa el precio. Se perjudican las exportaciones de los países socios, especialmente las de la endeudada España.
            Moralmente irreprochable.
            Y solidario.
            No me cabe duda que detrás de esta medida de relajación está la mano poderosa de Merkel. China se ha convertido en uno de los principales destinos de su exportación. Ante el empobrecimiento que sus propias medidas generan en el mercado europeo y el consiguiente descenso de las exportaciones alemanas a los socios, conviene mantener satisfecho al mercado oriental. De ninguna manera extremará las exigencias de supervisión sanitaria a los productos alimenticios chinos.
            Por más que se contamine media Europa.
            Pero el destino, a veces, practica una justicia inhumana. Fresas contaminadas, procedentes de China, han acabado en el comedor de una guardería alemana, provocando una grave intoxicación a buen número de escolares. No sería una partida de dos kilos; a saber quién se ha contaminado con el resto. Pasará desapercibido, porque serán problemas individuales, pero será consecuencia de intereses inmorales que en nada favorecen a los ciudadanos europeos, sino al capitalismo alemán, al que se debe esa modélica señora que rige los destinos de Europa.
            Ganará las elecciones del 2013. Es su único objetivo. Y, al tiempo, favorecer los intereses de la banca alemana y de su industria. Es vergonzoso ese anuncio del Deustche Bank que nos recomienda poner nuestro dinero en buenas manos, o sea , las suyas. Desde el 2005 ha mentido sobre el interés interbancario. Ha robado millones de euros a sus clientes. La eficacia alemana huele a podrido desde buena distancia.
            Europa tampoco es la esperanza. Genera corrupción en cada rincón del continente. Maldita sea la hora en que nacieron todos esos que  nos dejan sin esperanza y sin futuro.
        Son los mismos que nos llenan el frigorífico y la vida de inmundicias.

sábado, 27 de octubre de 2012

Hoy os regalo un cuento.

       En 1997, hace ya quince breves años, para conmemorar el tercer centenario del nacimiento de Caperucita Roja, Antonio Zoido Naranjo reunió a un elenco de escritores sevillanos, algunos bien conocidos, como Antonio Cascales, Rodolfo Álvarez Sanataló, Paco Correal, Antonio Rodríguez Almodóvar, Nicolás Salas, y el propio Antonio Zoido, entre otros muchos. No debió costarle demasiado convencernos de realizar una obra colectiva de cuentos para celebrar la efeméride. Contó la edición con el patrocinio de El Parque del Alamillo, que estaba en pleno proceso de crecimiento tras el impulso recibido con la celebración de la Exposición Universal del 1992. Y lo logramos, oye. Cuarenta granos de arena configuraron un curioso libro de cuentos, publicado bajo el título de "El bosque de los cuentos" y cuyos beneficios donamos a UNICEF.
    Mi original quedó atrapado en algún disco prehistórico de aquellos de tres pulgadas y media, tan propensos a extraviarse. Y acabó extraviado como era de esperar. Y el único ejemplar del libro que llegó a mis manos, como gentileza de Signatura Ediciones Andalucía para con los autores, - una hermosa edición numerada- fue prestado, sepa dios a quién, y nunca devuelto, cosa tan habitual que hasta el refranero recomienda no prestar algunas pertenencias, entre ellas, los libros.
   Acepté el destino. Me prometí indagar en librerías de viejo, en Internet, en las librerías de los amigos. Nunca lo cumplí. Pero el destino, a veces, se porta como un tío. Casualmente, en una visita accidental a una persona conocida, descubrí ese libro en la estantería de su salón, repleta de libros. El corazón me dio dos o tres saltos de alegría. Darse de cara con una obra propia a la que ya se había renunciado no te sucede cada día. En fin, que he recuperado el texto. Y hoy os lo regalo por si os apetece compartir esa alegría personal.
   El cuento, como género, tiene una extraordinaria trascendencia. Es el primer impulso lector que recibimos, incluso antes de aprender a leer. Haced memoria. Os iniciasteis en la literatura por tradición oral. Seguramente, también amorosa, porque suele ser la boca amorosa de las madres o, quien ocupe su lugar en nuestra infancia, la que nos despierta la imaginación y  la necesidad de conocer historias, por medio de los cuentos.
  Yo me recuerdo reclamando cuentos a todas horas hasta agotar los recursos no muy abundantes de la memoria materna. Yo me desesperaba si repetía algún cuento. Ella se desesperaba cariñosamente por mi avidez. Y me castigaba con el odioso cuento de "la buena pipa", imaginado precisamente para castigar la insistencia de  los niños como yo.
   Luego, ante la carencia de libros  - no tenía ni un libro que leer en aquella España miserable que acababa de dejar atrás las cartillas de racionamiento- oía embelesado las historias que contaban los gañanes más viejos para entretener las primeras horas de la anochecida a la luz del carburo o de la lumbre.
   Y siempre estaba el lobo; el enemigo feroz. Recuerdo una historia que es un trasunto exacto de El caballero de Olmedo. 
     "Volvíase un gañán mozo a su cortijo desde una majada  próxima donde tenía amores con la hija casadera de un pastor. A lomos de su mula, bien entrada la noche, seguramente rememoraba algún beso robado a la muchacha a espaldas de los ojos vigilantes de su madre. Tan ensimismado iría que cuando cayó en la cuenta del peligro que le acechaba, ya la manada de lobos había hecho presa en su caballería y a ambos los tenían derribados por el polvo del camino en la soledad de la dehesa, sin socorro posible. Nadie puede dar fe de aquello, pero sólo encontraron al día siguiente los pies del mozo enfundados en sus botas de cuero y los cascos de su mula torda, amén del aparejo o rústica silla de montar, la jáquima de cuero y el perrillo metálico con que el gañán domina a su montura. ¿Quién pudo ser, sino una manada de lobos rondadores y hambrientos? ¿Qué otro monstruo anda suelto de noche por los caminos del monte?"
    Los gañanes más jóvenes oían esta historia con temor reverencial. Creo que ninguno estaba dispuesto a arriesgarse a andar de noche por los caminos a lomos de una mula por asunto de amores forasteros.
      Yo era entonces un niño. Jamás acepté esa historia, salvo como una fantasía. El lobo y sus leyendas estuvieron presentes en mi infancia. Quizá yo nací con la razón escasa, pero nunca tuve miedo de ese animal hermoso, libre y solidario. Sabe solucionar sus necesidades de forma colectiva. Y si en mis pesadillas infantiles venía el lobo a mis sueños, era un lobo bípedo, tremendamente humano, como el que Hobbes vería en cada hombre, llevado de su aprensión enfermiza y sociópata. 
    Así que aproveche la oportunidad que me ofrecía el tricentenario de Caperucita y reescribí la historia de aquella niña de la capa roja. Ojalá os guste. Es un cuento para cualquier edad, pero, sobre todo, para los niños. Es vuestro, de vuestros hijos, de los hijos de vuestros amigos. Y hay cien guiños para cualquiera que esté en disposición de dedicar diez minutos a leer. Las imágenes, recién añadidas, han sido espigadas en la red. Cito su procedencia.
    Cuando escribí este cuento, pensé cien veces en el "maquis", en la guerrilla antifascista que prolongó la resistencia a la dictadura hasta que fueron eliminados de raíz. Pero, esto es un secreto entre vosotros y yo. No les digáis nada a los niños.
  

viernes, 26 de octubre de 2012

S.O.S. Izquierda. Tenemos un problema

           Alguien me dirá que resulta precipitado embarcarse en predicciones a muy largo plazo. Y hasta podría llevar razón. Pero, dejando al margen los resultados electorales en Euskadi, tan condicionados por la fuerte irrupción de la izquierda abertzale, por razones exclusivas de ese territorio, los resultados electorales del domingo pasado en ambas comunidades certifican lo que vienen avisando las encuestas de intención de voto reiteradamente: El Partido Popular pierde votantes en cada consulta, pero el PSOE se hunde.
            Las elecciones gallegas podrían servirnos para sacar conclusiones aplicables al resto del Estado. A pesar de haber perdido el 17% de sus votantes de la anterior consulta autonómica y más de 200.000 votos con respecto a las elecciones generales de noviembre de 2011, casi un 25% de los votos recibidos entonces, dato del que nadie habla en el Partido Popular, este partido aumenta su número de escaños y consigue una abrumadora mayoría absoluta.
            La razón es ya conocida, la abstención, que ronda el 45%, aunque la Xunta haya manipulado dichos datos, y el hundimiento del PSOE.
            Comparando este paisaje político gallego con el panorama del que dan cuenta las encuestas de intención de voto, se confirma que, mientras el Partido Popular ha perdido casi un tercio de los votos que le dieron la mayoría absoluta en las últimas elecciones generales, el PSOE no ha remontado en absoluto.
            Quizá parezca precipitado, porque el terremoto de la crisis y los diferentes tsunamis que nos vienen asolando en oleadas destructivas pueden cambiar el paisaje político en poco tiempo, pero esta tendencia confirmada en las elecciones gallegas parece ya bastante estable.
            Si hoy hubiera elecciones generales, el Partido Popular podría obtener de nuevo mayoría, al menos para formar gobierno. Y ello, a pesar de su política económica tan destructiva para la gran mayoría de los ciudadanos, a pesar de su soberbia ante el propio Parlamento, a pesar de sus arrebatos autoritarios, a pesar de su connivencia con lo más retrógrado del poder episcopal, a pesar de su  empobrecedora  política educativa, a pesar de su excluyente política sanitaria, a pesar de su tolerancia con el fraude fiscal, a pesar de su burda manipulación de la realidad, a pesar de su voluntad manifiesta de amordazar la información objetiva, a pesar de su irrisoria imagen internacional , a pesar de la losa de la corrupción que arrastra en casi todas las comunidades donde gobierna.
            Es evidente que todo eso no afecta demasiado al votante de la derecha sociológica. Las medidas de Rajoy sólo le quitan el voto que le han prestado la crisis y el desencanto que generó el último gobierno Zapatero. El votante de derechas acepta todo eso con naturalidad, sea por razones prácticas o por empecinamiento. Y es un votante fiel, por regla general. Quizá en su cultura de la gestión de los asuntos públicos, heredada del franquismo, sea esa la expresión natural del ejercicio político; importa el poder, el mando en plaza, el arrebatarle al enemigo la posibilidad de gobernar. Los procedimientos son cuestión muy secundaria. Y, al parecer, también las consecuencias.
            A mi entender humilde, tenemos un problema. Si el Partido Popular revalidara mayoría en la próxima legislatura, no quedaría del estado del bienestar ni las cenizas. La recuperación del país que conocimos sería una empresa imposible. Incluso, el estado democrático correría serio peligro.
            La gran mayoría de la izquierda sociológica -la mayoría social de este país- no encuentra la opción de un partido de gobierno que satisfaga sus aspiraciones y sus esperanzas. Su opción mayoritaria es la abstención.  Incluso como castigo a quién traicionó sus expectativas.
            Negar la influencia decisiva del PSOE en la transformación de este país sería de necios. Tuvo su tiempo de esplendor; había complicidad e ilusiones compartidas entre el partido y la mayoría social de este país. Nos trajo cambios profundos y positivos. Modernizó las viejas estructuras del poder, extendió los servicios públicos por todo el territorio, apostó decididamente por el futuro.
            Ahora, sin embargo, da la sensación de que este partido ha perdido su conexión con las personas, el cordón umbilical que le mantenía conectado con la gente.
            Probablemente, el ejercicio del poder le ha encallecido la conciencia, le ha hecho olvidar que un partido es tan sólo un instrumento ciudadano para gobernar el país. Quizá, durante el ejercicio del poder, ha confundido el poder delegado del pueblo soberano con el poder en propiedad. Quizá ha confundido las instituciones con castillos para defender sus propios intereses. Quizá las razones sean más complejas de lo que cabe en este escrito. De lo que no cabe duda es de que la responsabilidad es del partido. 
            Y este país tiene un problema. Hay opciones, desde luego, donde buscar refugio al voto de izquierdas, pero la realidad constatada es que el refugio preferido es la abstención.   
            Tenemos un problema, desde luego. Y es muy grave. Necesitamos una alternativa de gobierno, o la derecha destruirá el país y nos dejará el futuro hipotecado para mucho tiempo.

jueves, 25 de octubre de 2012

Un error inducido

       Ayer cometí  un error por el que tendré que disculparme. Cayó en mis manos la filtración del informe de una comisión de jueces españoles sobre la indignidad de los desahucios y sus consecuencias sobre la población debilitada por la crisis.
      Sí, un error al que me condujo la necesidad de encontrar un mínimo soporte a la esperanza, un asidero donde colgar de nuevo la confianza en el estado democrático. 
     Creí que uno de los poderes del estado empezaba a descubrir el lado humano, dramático , de la crisis.
     Pido disculpas.
     El Consejo General del Poder Judicial no admite ese informe como un documento vinculante.
     Los poderes del Estado se mantienen al resguardo de cualquier vendaval que nos azote. Ellos tendrán la mesa puesta y la ropa seca. A nosotros nos queda la indefensión , arrostrar la injusticia reconocida sin otra protección que la solidaridad de los vecinos.
    No hay cobardía mayor que enarbolar la bandera de la moralidad , reclamar la justicia, denunciar los excesos y refugiarse , luego, en aspectos formales, en límites de competencia, en responsabilidades que no nos corresponden. Da la sensación de que ese informe es tan sólo una estrategia, una maniobra, un diseño de los responsables de imagen de ese colectivo, tras el deterioro que provocaron los abusos de Dívar, su prodigalidad con los recursos públicos para el propio beneficio, para el hedonismo autosubvencionado con nuestros impuestos.
    Representan la justicia. Están obligados a defender al ciudadano de una situación que ellos entienden como injusta y abusiva. Pero se inhiben. Una vez más nos queda claro que  caminamos solos. 
     El Estado democrático, las leyes que nos dimos, el sistema que levantamos para garantizar nuestros derechos, se ha ido diluyendo de forma lamentable. El golpe de estado se ha consumado, sin remedio. El capital amordaza las conciencias; como una secta poderosa e invisible suma a su rémora de cómplices a los representantes del estado democrático. Y a nosotros nos han dejado las cadenas, la esclavitud enmascarada, la conciencia de culpa porque afirman que un día nos negamos a aceptar nuestras limitaciones  y tuvimos la osadía  de vivir por encima de lo que nos correspondía. Eso dicen para tapar sus culpas y echarnos esa carga a las espaldas.
     Estamos solos, seguramente. Pero me niego a declararme  ni vencido, ni culpable. No fuimos nosotros quienes hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Ha sido la corrupción, la cobardía, la complicidad y la locura financiera. Es decir, ellos.
    Todo lo que nos cerca es absolutamente injusto, inmerecido. Nos asiste la razón y la justicia, la íntima, la que nace en nuestra conciencia. Muchas leyes son un bosque impenetrable donde se esconden los canallas, un laberinto que justifica la explotación como un acto legítimo. Tenemos que cambiar la situación. Derrota, no. Culpa, tampoco. El futuro depende de lo que hagamos mañana. Pero, sabedlo. Estamos solos.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Stop Desahucios


Foto archivo "Periodismo humano"

       Reforzar la confianza en el sistema es conveniente, por más que encontremos motivos muy escasos y muy de tarde en tarde. Hoy tengo motivos. 
       En la rara prensa ligeramente independiente que nos va quedando, hoy es portada que los jueces denuncian los abusos del sistema español de desahucios. Se trata de un informe encargado por el Consejo General del Poder Judicial a siete jueces que han ido elaborando sus conclusiones durante varios meses en diversas comunidades del país.
       Sus conclusiones, desapasionadas y objetivas, producen alarma muy justificada. Trescientas cincuenta mil  familias han perdido sus viviendas familiares o los locales comerciales donde radicaban sus pequeñas empresas y el sustento de sus vidas en los últimos cuatro años. La cifra sigue en crecimiento continuo. La progresión de crecimiento es un 20% cada año.
       La conclusión de los expertos judiciales debería avergonzar a los responsables políticos del país de los últimos quinces o veinte años. El desahucio está fundamentado casi siempre "en procedimientos abusivos que generan indefensión en los deudores en medio de una crisis económica que ellos no han provocado y en una mala praxis de las entidades bancarias".
     Mala praxis es un eufemismo, un término educado, para denominar el bandidaje, cuando el bandidaje es ejercido por empresas que se dicen solventes y fiables.  Lisa y llanamente abuso de posición dominante por parte de la banca a la que debemos el 60% de la deuda ruinosa del país. Y esa posición dominante en el cobro de créditos hipotecarios la garantiza un procedimiento legal creado hace ya  ciento tres años, en 1909, y que ningún parlamento democrático se ha molestado en modificar aún. Ni ahora, a pesar del clamor de la gente.
      Abunda el informe en aquellos aspectos que las estadísticas ignoran. El drama humano que cada desahucio supone a una familia, el riesgo inherente de exclusión social que corre el desahuciado, la indignidad pública de verse expulsado de su casa de forma casi siempre violenta, la impotencia de ver privada a la familia del hogar donde se arma el entramado de relaciones , afectos y protección del grupo...
        El desahucio, por regla general, es un procedimiento inútil para corregir el impago.  Tras la subasta, suele ser el propio banco el que compra el inmueble a un precio inferior al de la deuda, y se lo queda, vacío, inerte, sin salida posible durante años, encerrado en el círculo vicioso de la ruina económica del país y la consiguiente ausencia de demanda. En la práctica, el banco no recupera liquidez, recupera una propiedad que nadie comprará seguramente en muchos años. 
      Queda esa redundancia que llaman "banco malo", claro. Seguramente nosotros pagaremos  todos esos espacios contaminados por la avaricia deshumanizada del capitalismo y por el sufrimiento de cientos de miles de familias. 
       Diréis que la constatación de lo que ya sabíamos o de lo que podíamos suponer por parte de los jueces no es motivo para que se nos refuerce la confianza en el sistema, tan lastimada ya. 
    No estoy de acuerdo. Al menos, uno de los poderes del Estado contempla el lado humano de esta crisis. Uno de los poderes del Estado reclama humanidad, reflexión, modificación de la ley en esta situación excepcional, cuya mayor crudeza la soportan los más inocentes que son, también, los más indefensos. 
     Uno de los poderes del Estado le está diciendo al Parlamento, tan blindado, tan ensordecido por el graznido de gaviotas que impiden oír la voz del pueblo, cuál debiera ser su principal preocupación: legislar para facilitar la vida de la gente que paga sus salarios, sus dietas, sus alquileres en Madrid, sus secretarias, sus coches oficiales, sus escoltas; la misma gente que les otorgó su confianza en las urnas donde cada voto debiera ser la semilla de un futuro mejor.
        Aplaudo esta iniciativa del poder judicial. Me reconforta hoy. Y os digo que , si con este informe del Consejo General de los Jueces no sale pronto una medida legislativa de ese Parlamento que se blinda para no escuchar nuestras desgracias, merecería la pena blindarlo de verdad con un buen muro de hormigón, bien alto, sin ventanas, sin puertas, sin salidas. Que se agoten en sus inútiles debates hasta que el tiempo nos borre su recuerdo. Inventaremos otro con las manos limpias y el ánimo dispuesto a responder con leyes justas al bandidaje que nos cerca. 
      

martes, 23 de octubre de 2012

Galicia: Manipulación electoral

        Sostiene Cospedal que la mayoría absoluta del Partido Popular en Galicia refrenda la política del partido a nivel nacional. No sólo la refrenda, sino que la refuerza, porque ha aumentado su representación en número de escaños. Hace bien en sacar esas conclusiones. Está obligada. Era lo acordado. Pero, miente.
             Miente ella en cuanto a los apoyos recibidos.
          Y miente la Junta Gallega en cuanto a los datos de participación. Esto último roza el fraude, el delito, porque manipula los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística. 
          Todo obedece a una maniobra de emergencia. Un alto índice de abstención podría restar credibilidad al discurso preparado, en caso de conseguir la mayoría absoluta que las encuestas auguraban. El discurso de Cospedal.
             Los datos de participación han sido manipulados, falseados, a conciencia.
           Algo no cuadraba cuando empezaban a aflorar noticias sobre las elecciones que se estaban celebrando. En los informativos de la tarde, sobre las cinco, la noticia que sobresalía era el alto índice de abstención en Galicia. La participación rozaría el 55% según todas las cadenas. La abstención, del 45%, era la más alta en unas elecciones autonómicas gallegas. Un dato escasamente justificable en el discurso de la normalidad.
         En consecuencia, esas previsiones desaparecieron de forma repentina de las páginas oficiales de la Xunta.  Los informes oficiales arrojaban a primeras horas de la noche una participación  del 63,80%, muy cercano  al 64,20% de las elecciones del 2009. Esto es lo que publicaron todos los medios de comunicación. ¿Quién va a poner en duda los datos que trasmite el consejero de gobierno sobre una consulta electoral? No llega hasta ahí nuestra desconfianza. Pero, vistos los hechos, habrá que empezar a desconfiar justificadamente.
          Una mejora de participación de casi un 9% en tres horas, las últimas que permanecen abiertas las mesas electorales, no se ha producido nunca en la historia de la humanidad. Salvo manipulación orquestada.
            La sospecha obligaba a contrastar los datos oficiales.
     El censo electoral gallego publicado por el Instituto Nacional de Estadística correspondiente a las elecciones del 2009 – son estos datos lo que ponen sobre aviso de que algo no está siendo ofrecido de forma leal-  es de 2.691.570; el de este año es de 2.696.513. Unos 5000 gallegos más con derecho a voto en estas elecciones. Dicho número incluye a los gallegos con derecho a voto residentes en el extranjero. Y ese es el dato clave
            La participación en 2009 fue de 1.706.198 votantes, oficialmente, el 64,2%. La participación oficial de estas elecciones ha sido de 1.467.657 votantes. 238.541 menos que en las elecciones anteriores. Sin embargo, los datos  de la Xunta gallega son que la participación ha sido del 63,8%.
            ¿Cómo es posible eso?  ¿Cómo es posible que 238.541 votantes sólo supongan el 0,4% en el censo  electoral de la Comunidad ?
        Fácil. Hay que dar sensación de normalidad. No pasa nada con los recortes de Rajoy. Nada ha cambiado. Pero, una abstención tan elevada pone en riesgo el discurso de la normalidad y de la aceptación de las medidas políticas del PP. El remedio de urgencia se arbitra con prontitud. Sólo es cuestión de  eliminar del censo a esas horas a todos los gallegos residentes  en el extranjero que no hayan solicitado ejercer el derecho al voto. 
           Dicho y hecho. La abstención se normaliza. El discurso oficial está salvado.
         ¿No es eso manipulación de unos resultados electorales?
          Desvirtúa el sistema quien tiene la obligación de su salvaguarda. 
        No sólo nos arrastran al siglo XIX en cuestiones económicas. Nos están llevando al tiempo de la Restauración y a las prácticas electorales  de  los caciques, la manipulación de los resultados.  Quien sabe si  no tendrían también preparado un censo de difuntos por si sus votos resultaban necesarios. 
   Es absolutamente inmoral. Este partido no tiene sentido de la legitimidad democrática, ningún respeto por las leyes.    
     Este partido es absolutamente prescindible en un país civilizado. 
    ¿Cómo podemos reclamar el respeto de Europa con semejantes mensajeros?
      Y eso nos lleva a la afirmación de Cospedal, la legitimación de las políticas del PP con el voto gallego. 
    La realidad objetiva es la que ya sabemos. La Ley D´Hont favorece al ganador. Y lo premia con mayorías injustificadas. La obstinada realidad de los números desnudos nos dice claramente que el PP ha perdido en Galicia en las presentes elecciones 135.000 votos con respecto al 2009. Ha perdido un 17,2% de votantes, a pesar de que el votante de derechas suele mantener un alto grado de fidelidad.
            La verdad objetiva es que la abstención en Galicia ha rozado el 45%, que casi uno de cada dos gallegos no confía en ninguna propuesta política de las que se le hacen en su tierra, clara muestra del hastío y de la desconfianza de este pueblo tras años de penuria económica, de desprestigio institucional, de promesas inútiles que nadie cumple luego, de un estado cada vez más insolidario con los que menos tienen, de políticos de salón alejados de la realidad de las personas, políticos de oficio y no de corazón.
            La verdad de los números desnudos nos confirma que sólo uno de cada cuatro gallegos ha votado al PP, que el 25% del censo electoral le otorga una mayoría absoluta objetivamente injustificada, aunque así sea la ley que reparte el poder y los escaños.
            La verdad desnuda de los números nos confirma que uno de cada cuatro gallegos con derecho a votar, con todos mis respetos,  no suponen la justificación moral de sus desmanes, ni la legitimación de sus políticas.
            Cospedal cumple con el programa que había establecido su partido, dicta el discurso que todo el mundo preveía. 
          Pero miente y manipula. La manipulación, el fraude, la mentira son  las marcas de identidad de este partido. Ella sólo cumple con el guión establecido.
             Y en cuanto a la manipulación de los datos de unas elecciones democráticas, es de suponer que debería ser denunciada a los órganos competentes de justicia. Habíamos descubierto hace unos días que Feijóo manipulaba cuentas públicas para ocultar datos del déficit de las cuentas gallegas. Ahora sabemos que también manipula resultados. Es preciso que alguien afronte las consecuencias de una actuación, sin lugar a dudas, delictiva. Eso espero.

domingo, 21 de octubre de 2012

Sostiene Wert

    Sostiene Wert, durante la prolongada protesta estudiantil y familiar contra su reforma educativa, que aún caben múltiples recortes para rentabilizar los servicios educativos del país, sin que pierdan eficacia.
            Se le ha oído mencionar que la diversidad de asignaturas en  la oferta educativa es poco menos que un empeño baldío; que el desarrollo en las competencias básicas en dos asignaturas como Lengua y Matemáticas cumplirá con las exigencias empresariales para los trabajadores.
          La terminología empleada difiere, pero yo ya he escuchado este discurso hace  más  de cincuenta años. Había que hacer un esfuerzo por erradicar el analfabetismo enroscado en las entrañas del pueblo español. Era un rasgo humanitario de la dictadura; una demostración de que se interesaba por la promoción de las personas; una prueba de lo injustificado que resultaba el aislacionismo avergonzado de la mayor parte del mundo civilizado.  El objetivo que se nos marcaba a los hijos de los pobres era saber leer, escribir y las cuatro reglas. Niños cabreros sin escuela, pero con todo ese peso de  cultura en el zurrón, salvados de la incuria por el poder milagroso de la tabla de multiplicar. Niños que colaboraban sin jornal  en la consecución del jornal del padre y a los que nadie les ofrecía el pupitre apolillado de una escuela pobre. 
           Ya he oído ese discurso.
            O sea, salvando las distancias temporales y las formas, objetivos mínimos en Lengua y Matemáticas para los hijos pobres de la crisis que provocó el capitalismo. Ellos inventan la ruina y nosotros la pagamos, no sólo con la miseria del presente , sino con la penuria cultural de las futuras generaciones.
            Sostiene Wert que tiene informes que niegan que la masificación perjudique el proceso de aprendizaje. Sostiene  Wert, con un cinismo que roza la desfachatez, que en sus informes fidedignos el límite para que la calidad de la enseñanza se resienta se establece en la barrera  de cuarenta y cinco o cincuenta escolares por clase, según los niveles.
            Sostiene Wert, por tanto, que un tercio del personal docente de este país está de más. Veinte mil, en Andalucía, para no ir demasiado lejos. Andalucía es siempre el primer destinatario de la obcecada persecución de este gobierno a los servicios públicos. Se diría que, además de pagar el rescate general por este país que ya pagamos todos, Andalucía tuviera que pagar también el rescate por la autoestima malherida del campeón Arenas.
            Sostiene Wert que las movilizaciones de la semana pasada son quejas sin justificación de dilapidadores de recursos. Actos injustificados con clara intencionalidad política.
            En eso acierta. La intencionalidad es claramente política. Estamos hartos de su política educativa. Y, especialmente, estamos hartos de su intención de convertir la educación superior en privilegio.
            Y en eso la coincidencia con la situación de mi niñez es absoluta. Quiere Wert de nuevo una estirpe hispana con alma de cabreros, cercada por la nueva miseria y dispuesta trabajar por un plato de comida y un espacio en el cortijo donde extender el maltrecho jergón junto a la lumbre.
            Es incomprensible. El futuro de los pueblos se fundamenta en el nivel educativo que consigue su población, en general, sin distinción por su extracción social. Nadie duda de ese principio universalmente aceptado por cualquier gobierno racional.
            Salvo este tipo y este gobierno, del que forma parte.
            Sus escasos defensores, que los tiene, -aunque se asegura igualmente que no tiene un solo amigo-, afirman que es un hombre brillante, inteligente, capaz de aprender los mecanismos de cualquier función que se le encomiende en cuatro meses. Deber ser que este ministerio lo desborda. Aún no se le conoce una sola propuesta que merezca consenso. Él siempre está en el origen del conflicto. Debe creer que aún está jugando su papel de polemista. Y esta Ley que preconiza es artificial, burda, apresurada, un mal plagio de la anterior, manipulada por una  ideología sectaria y excluyente.
            A Wert, como a la derecha en general, lo inutiliza para el servicio público su soberbia, su desprecio a la esencia misma de la democracia, su desprecio al pueblo que paga su salario. 
           La derecha no gobierna;  legisla para debilitar a un enemigo imaginario, el pueblo, esa masa poco definida que protesta y que reclama la igualdad ante la ley. La derecha legisla contra aquellos que tienen la osadía de aspirar a compartir sus privilegios.
            La derecha no escucha, no reflexiona, no hace jamás propósito de enmienda. La derecha manipula o prohíbe.
            La derecha sólo invoca la voz del pueblo para esgrimir como justificación a sus desmanes la mayoría más lamentable que este pueblo soberano haya otorgado jamás a cualquier gobierno democrático.  
            Esta derecha, cómplice de la peor España que no hemos logrado redimir en  treinta y cinco años de convivencia democrática y pacífica, despedaza el estado y defrauda a la nación, incluso a los ilusos que osaron confiar en sus mentiras programadas.
            Cita la prensa una frase que se ha acuñado por causa  de este hombre “¡Lo que hay que Wert!”. Me parece bondadosa. Prefiero otra que circula por las redes sociales. “Me siento aWertgonzado por la actuación de este gobierno”.

jueves, 18 de octubre de 2012

Memoria Histórica


Miguel Hernández dibujado por Antonio Buero Vallejo, con quien compartió celda en el penal de Alicante.


     En marzo de 1940 un tribunal militar de Madrid condenó a muerte al poeta Miguel Hernández Gilabert. Su delito, estar afiliado al partido comunista y haber defendido al gobierno legítimo de la II República contra el golpe de estado propiciado por los fascistas españoles con la colaboración de una parte importante del ejército.
            Antes de esta condena, se había producido el asesinato – fallido afortunadamente- de su última obra, “El hombre acecha” cuyos cincuenta mil ejemplares recién editados, y aun sin encuadernar, fueron condenados a la hoguera por una comisión depuradora presidida por Joaquín de Entrambasaguas, distinguido franquista a quien la historia clasifica como filólogo – el que ama las palabras- , aunque su cólera incendiaria lo desmienta.
         Quien quema libros intenta asesinar el pensamiento libre, pero es siempre una empresa condenada al fracaso.
            En el caso de “El hombre acecha”, también. Dos ejemplares se salvaron. El fascismo o el integrismo religioso, tan parecidos, tan cómplices ocasionales cuando fue preciso, tan aficionados ambos a la quema de libros, a la hoguera, al paredón o a reescribir la historia para cargar de ignominia al enemigo, siempre son burlados por el aliento indominable de la libertad humana que encuentra escapatoria y garantiza, casi siempre, la justicia en las páginas donde la humanidad refleja su memoria.
           No se cumplió la condena monstruosa. José María de Cossío y su amigo Luis Almarcha, un alto cargo eclesiástico, lograron que la muerte le fuera conmutada por cadena perpetua. Pero la bota del enemigo triunfador acabó aplastando aquel ánimo vibrante y valeroso, aquel impulso de colmena encerrado en el verso ferozmente humano, aquella voz del pueblo. 
       Lo dejarían morir sin la adecuada asistencia médica en la enfermería del penal de Alicante. No fue la tuberculosis. Fue la dictadura vengativa, de memoria colérica y mano criminal.
            En febrero de  2011, la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo de España negó a la familia del poeta un recurso extraordinario de revisión de condena, que se anulara la injusta condena a muerte que pesa sobre su memoria.
            Hoy es noticia que el Tribunal Constitucional ha denegado de nuevo a la familia la nulidad de aquella condena a muerte.
            No pongo en duda la pulcritud formal de los dos fallos. En ambos casos se arguye que aquella condena le fue impuesta por motivos ideológicos y políticos y que la Ley de la Memoria Histórica, promulgada por el gobierno Zapatero, anuló todas las condenas producidas por ese motivo, al establecer que fueron todas condenas radicalmente injustas e ilegítimas. Injustas e ilegítimas. Nulas, en puridad, si nos atenemos al derecho.
              No creo que haga falta más.
            Pero aquella condena, aunque ningún tribunal del mundo la anulara, aunque ninguna ley estableciera su naturaleza  injusta, no es deshonra. Enaltece su memoria.
             Deshonra a quien la impuso. A quien cree que matando al hombre que lo escribe, mata también la fuerza del poema, su mensaje intemporal, su palabra que tomamos prestada para dotar de una envoltura hermosa nuestros confusos sentimientos.
            Deshonra a quien la impuso como demostración de poder usurpado, de capacidad de sometimiento a la libertad, de humillación impune a la dignidad humana.
            Miguel está en nuestra memoria, en el rincón más cálido que reservamos a  aquellos  a los que amamos sin necesidad de explicación; Miguel está en los anaqueles de nuestras bibliotecas, vivo en su humanísima palabra.
            Ningún tribunal tiene que proclamarnos su inocencia.
         Y sus verdugos están en el infierno de nuestro desprecio, en las páginas ensangrentadas donde la historia nos deja la huella de nuestras ignominias, en el subterráneo oscuro donde ocultamos avergonzados las pruebas de nuestra maldad irracional.
            Ningún tribunal podría librarlos de nuestra condena.
            

miércoles, 17 de octubre de 2012

Infancia sin escuela



      Hoy ha sido la UNESCO. Su informe del seguimiento del programa  Educación para todos,  y que tenía como horizonte humanitario la plena escolarización primaria de todos los niños y niñas de la tierra para 2015, se declara fallido. No será posible. Entre otras malas noticias relacionadas con la educación, se hace eco de esta desgracia universal Juan Manuel Moreno en El País de hoy.
       Trae la prensa cada día un ramillete de desgracias que enlutan la mirada y te contaminan las manos de una tristeza pegajosa; son como flores mustias que dejan un hedor a descomposición vegetal o a salas de hospitales antiguos; será que la esperanza  se  nos está pudriendo poco a poco.
     Pero hoy son estos niños sin escuela los únicos protagonistas de esta crónica de la indignidad. Son ellos los que han danzado en mi cabeza todo el día hasta convertirse en la espuela que me remueve la conciencia en esta hora ambigua del atardecer rosáceo del otoño que nos anuncia su llegada.
          La diferencia entre lo posible y lo imposible para todos ellos son catorce mil millones de euros.
            Es inevitable el contraste con otras cantidades conocidas.
       Es la mitad de lo que nos costará la nacionalización y saneamiento de Bankia, por ejemplo.
            Pero el siguiente dato es mucho más jugoso.
          Los quince países con mayor presupuesto militar de la tierra invierten en dicho capítulo  un billón cuatrocientos mil millones de euros; si, la cifra es  un catorce seguido de once ceros. Escolarizar a todos los niños de la tierra nos costaría sólo la centésima parte de esa cantidad: 0,01 del presupuesto militar de esas naciones. El uno es tan insignificante que, a efectos contables o estadísticos, casi lo podríamos despreciar. O sea, en comparación, ¡casi nada!  Un euro de cada cien. ¿Quién lo notaría?  Quizá escolarizarlos haría menos necesarios los fusiles y podríamos ahorrar noventa y nueve fusiles de cada cien que ahora fabricamos.
            Hoy esos niños son la espuela que se me clava en las entrañas de eso que llamamos la conciencia. 
            Hoy casi no siento orgullo de mi especie. La contemplo con un desapego doloroso. Es la única que levanta fronteras y las carga de amenazas; la única que se afana por acumular riquezas y posesiones como si eso fuera a librarla de la muerte; la única que considera la pobreza de los otros una oportunidad de negocio; la única que practica el genocidio programado; la única que está convencida de que una vida, o mil, valen bien poco; la única que destruye la tierra que la acoge y la alimenta; la única que condena a sus cachorros a las enfermedades, al hambre, al subdesarrollo, a la dependencia cultural, a la esclavitud, a ser niños soldados, a la muerte temprana.
            Pero, es que hoy tampoco me siento orgulloso de  mí mismo. Porque seguramente dejaré constancia en este blog de que las noticias han contaminado mi seguridad  en la civilizada Europa; contaré que me duele su condena al analfabetismo y a la miseria de por vida, y dormiré tranquilo, con el convencimiento de que ya hice cuanto estaba en mi mano.
            Una vez más me tranquilizará la sensación de que la solución no es cosa mía; me diré que es un asunto de los estados y de las organizaciones internacionales; o que quizá sea asunto de algún dios que los trajo a la vida pobres y desgraciados, en una tierra sin futuro.
            Pero la verdad descarnada es que yo, tú, nosotros, les estamos cerrando la puerta de la escuela  y, al tiempo, la puerta del futuro, porque este mundo es cosa nuestra, de cada uno de nosotros.






martes, 16 de octubre de 2012

Wert nos convoca

     
            Dice Wert que no comprende cómo las Asociaciones de Padres y Madres secundan la convocatoria de huelga de los estudiantes que está teniendo lugar en toda España durante la presente semana. Afirma que es una convocatoria propiciada por la extrema izquierda.
            Supongo que alguna vez él, y todos sus compañeros en este viaje en el que nos conducen a la ruina, caerán en la cuenta de que la manipulación sólo da resultado en contadas ocasiones. Confiar en la manipulación como instrumento permanente  no sólo es indigno, es muestra de desprecio a la inteligencia de los pueblos.
            Este pueblo es maduro, inteligente. Tiene ya muchos siglos de historia recorridos. Es, también, sensato. La manipulación interesada no ocultará a su mirada crítica el deterioro galopante de los servicios públicos; entre ellos, es lamentable la persecución de la enseñanza pública. Una persecución que se ha marcado un objetivo reñido con la Constitución y con el humanismo, privar de la igualdad  de oportunidades a los más desfavorecidos, abandonar a los más pobres a su destino de mano de obra sin cualificar y sin la capacidad crítica que da la formación. Pobres y manipulables desde la cuna. De nuevo la sociedad estamental. 
            Este pueblo ya lo sabe. Y sabe que sus hijos merecen un destino más digno, más humano. Sabe también que todos merecemos mejor gobierno. Este pueblo abrazó la democracia con ilusión y con esperanzas bien fundadas. Ahora se siente defraudado. Y traicionado. Cada promesa realizada en la campaña electoral por quien hoy es el presidente del gobierno ha sido quebrantada. Sin excepción.
            Nunca, en treinta y cinco años de profesión, he podido ver lo que vi ayer en el centro público donde trabajo. Cientos de personas, padres, madres, recogiendo a sus hijos menores a la hora en la que comenzaban los primeros actos convocados para protestar contra las medidas educativas del gobierno. Y una frase repetida hasta la saciedad “¡Que se note! Y un gesto sereno de fuerte determinación. Toda una encuesta, la más fiable que conozco. La determinación del pueblo. Hoy estoy casi seguro de que usted no terminará la legislatura, señor Wert.
            Esta convocatoria no la ha realizado la extrema izquierda, señor ministro. La ha realizado usted.
            Usted y su gobierno nos están convocando cada día a manifestar nuestra repulsa a todas las medidas con que están labrando para este país un futuro lamentable. Quiero creer que es una cuestión de incompetencia manifiesta y no de una voluntad destructiva, al servicio de intereses criminales, porque atentan contra derechos consagrados de los seres humanos  Sea cual fuera la razón, ustedes no son dignos de este pueblo. Y yo lo repetiré de plaza en plaza.