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jueves, 23 de agosto de 2012

El 15 M corre un riesgo excesivo


       En otra página de este blog voy reflejando poco a poco algunas reflexiones que me hago – y que me gusta compartir-sobre el Movimiento 15 M.
            Intentaré resumir muy brevemente el cuerpo de dichas reflexiones.
            Miré con esperanzas su eclosión repentina y vigorosa. Y aún mantengo dicha esperanza viva. De hecho, es casi la única esperanza que me queda de que alguna vez podamos desmontar la complicidad entre el capitalismo deshumanizado y los gobiernos, aherrojados, corrompidos o colaboradores voluntarios que administran nuestras vidas en la casi totalidad de las democracias occidentales.
            Y esa esperanza se cimenta en que, si analizamos similares convulsiones en otros momentos de la Historia,  aunque la lucha fuera larga, siempre triunfaron los que reclamaban su soberanía frente a los que intentaban coartar ese derecho de los seres humanos.
            Soberanía, capacidad de organizar la propia vida en el ámbito de la igualdad ante la ley, con todo lo que eso significa.
            Para que esa esperanza se haga realidad un día, y desearía que no muy lejano, habrán de darse algunas condiciones. Una de ellas es que el 15 M sume fuerza, que aúne voluntades, que su voto suponga un tesoro para quienes aspiren al poder. Entonces habrá llegado la hora de convertir este sistema que no nos representa en la democracia participativa que sí nos represente; será la hora de cambiar los votos por la participación activa en la elaboración de los programas. Y habrá llegado la hora de proponer las modificaciones en la Constitución, en el sistema electoral y en la organización de la maquinaria del Estado. No es imposible.
            Tenemos ejemplos recientes de aprovechamiento de la oportunidad en tiempo récord para convertir la indignación en instrumento político de verdadera envergadura.
            El “Tea Party”, tan rechazable en sus postulados ideológicos, tan venenoso para la sociedad americana en general, (la entrada de este blog “Violaciones legítimas” – 23 de agosto-  puede ayudaros a conocerlos algo mejor),  ha pasado en apenas cinco años de ser un movimiento de repulsa a los impuestos para recapitalizar la banca de inversiones – una especie de 15 M americano- a establecer en buena parte el programa político con el  que el  Partido Republicano se presenta a las próximas elecciones presidenciales. La mayor prueba del éxito en la estrategia del “Tea Party” para introducirse en la maquinaria del poder es el nombramiento de Paul Ryan, uno de sus afines más significados en las propuestas para desmontar las funciones del Estado, como Vicepresidente de los Estados Unidos, si el candidato republicano llegara a vencer en las elecciones presidenciales. Y todo eso lo han logrado en  cinco años.
            Pero eso ya lo estoy explicando en otra parte.
            Hoy hablaremos de algunos riesgos inherentes a la propia naturaleza de un movimiento tan plural, que da la sensación de no haber priorizado sus incontables objetivos y que no parece tener  una estrategia demasiado definida.
            El 15 M es un movimiento político. Su éxito dependerá de su propia capacidad de generar aceptación entre los individuos de la sociedad en la que nace. Dicha aceptación social parece un sentimiento que tiene como fundamento razones muy difusas, pero la Sociología política las engloba en dos conceptos  que nos pueden servir para entenderlo en una breve exposición. Dichos conceptos son “legitimidad de origen” y “legitimidad de ejercicio”.

            La legitimidad de origen,  -por qué surge el 15 M-, dadas las circunstancias políticas y económicas de España y de Europa en el momento en el que comienzan sus manifestaciones, parece fuera de toda duda.
            Buena prueba es que los procedimientos se imitaron en otros lugares del mundo y se siguen imitando por quienes reclaman soberanía o derechos conculcados. Y otra prueba de que esa legitimidad de origen en el seno de la propia sociedad española es un hecho son las propias encuestas. A finales de primavera o principios de verano, la prensa se hizo eco de una amplia muestra al respecto. Tres de cada cuatro personas encuestadas manifestaban comprensión y simpatía por el Movimiento 15 M.
            Enemigos encarnizados no le faltan, desde luego. Y los más enconados los podemos encontrar en la derecha política y en sus medios afines.

            La “legitimidad de ejercicio” – acepto como legítimos  tus objetivos y acepto los procedimientos que empleas para lograrlos – es una conquista bastante más difícil. Pero sin ella, admitida al menos por una buena parte del tejido social, nada es posible por procedimientos democráticos.

            Buena parte de la capacidad de transformación de un movimiento al que nadie le discute la legitimidad de origen puede quedar desvirtuada por una decisión que ponga en duda su legitimidad de ejercicio, disminuya su credibilidad y atomice su fuerza hasta convertirla en indignación irrelevante.
            La escisión ya toma cuerpo. El 15 M se ha dividido de forma muy visible sobre la propuesta de tomar el Congreso. La Asamblea de Sol  y otras de diferente ubicación desautorizan ese procedimiento. Estoy con ellos.
           
            Y estoy con ellos, porque el procedimiento me trae connotaciones de aquel 23 F en que Tejero – y quienes lo apoyaban en la sombra o a la luz carcelaria de los cuarteles nocturnos, ¡fue una noche muy larga!-  creyó que su uniforme valía más que la voluntad de todo un pueblo.
            Y estoy con ellos, porque los objetivos me parecen tan desmesurados e imposibles, tan a destiempo, tan faltos del imprescindible soporte social, que esa propuesta me parece una burda manipulación, que sólo traerá desprestigio al 15 M.
       Y estoy con ellos porque, aunque esos objetivos sean deseables para algunas personas, hay otros procedimientos que dan infinitamente más “legitimidad de ejercicio”. Y empresas tan  complejas como un proceso constituyente precisa de un consenso social y la colaboración de gente muy cualificada de cada una de las diferentes posiciones ideológicas mayoritarias de esta sociedad. Una Constitución ha de servir como garante de la organización social en la que quepamos todos. Ha de ser una demanda mayoritaria. No se improvisa en una servilleta. Ni la elaboran improvisados redactores. Ni creo que el origen de los problemas radique en la Constitución del 78.
      Y estoy con ellos porque empiezo a dar fe a muchos corresponsales de la red que nos avisan de que tras esta convocatoria está un grupúsculo fascista, englobado en el recién constituido partido “Regeneración, ya”, supongo que como contraste o burla de quienes gritan ¡Democracia real, ya!. Yo mismo he comprobado que hay bastante verdad en la noticia; no podría decir si es iniciativa suya, pero es evidente que la secunda con energía.
            Me asquea indagar en la basura ajena, pero he entrado en su página. Dos ejemplos de su ideología extrema, para que os hagáis idea: En alguna de sus entradas anima al ejército, por honor, a ocupar Cataluña y Euskadi y devolverle a España su unidad sagrada. Y en otra anima al cardenal Rouco  a disolver Cáritas, porque ha dilapidado durante años millones de euros en alimentar, vestir, dar cobijo y asistencia legal a muchos “moros”, pero no ha convertido a uno solo al cristianismo en ese tiempo. ¡Toma ya! 

            Pues parece que detrás, -o al menos a su lado-, de la convocatoria para ocupar el Congreso está el autodenominado presidente de este pretendido partido, cuyo objetivo - no podía ser otro – es salvar a “la patria”  de las garras de las “castas” políticas de cualquier partido, puesto que todos se reconocen demócratas y la democracia es una lacra.
            El perfil que nos da la red es la de  un  individuo manipulador, resentido incluso contra su propia especie – fue expulsado de Intereconomía por radical, “facha” para entendernos, así que ¡haceros una idea! -, enconado enemigo de cualquier musulmán por el hecho de serlo, y que habrá soñado alguna vez, en sus noches febriles, que es posible  impulsar al ejército a dar un  golpe de estado.  Tiene, además, ínfulas de intelectual prestigioso e influyente – él mismo ha escrito su biografía en Wikipedia- y seguramente, como todos estos individuos, frustración infinita  porque alimenta sueños de grandeza que jamás logrará hacer realidad.

            Y si sobre la convocatoria, además, pesa esa sospecha – más bien, certeza- , aunque la indignación que anida entre los más afectados por la ineficacia del sistema sea justísima, la “legitimación de ejercicio” será imposible.

            Reflexionad, al menos. Informaos antes de embarcaros en la aventura incierta, pero posible, de secundar los planes de un fascista irracional que se perdió en la España de la Reconquista y todavía no ha sido capaz de encontrar la puerta de  salida.
           

miércoles, 22 de agosto de 2012

Violaciones legítimas


         El motín de té es un acontecimiento histórico relacionado con la independencia de los Estados Unidos. No viene al caso profundizar demasiado en aquel hecho. Pero tiene esa histórica connotación de punto de partida en  la lucha por la independencia y por la soberanía, un cierto halo legendario de rebeldía.
            En la actualidad esos elementos se los ha apropiado el “Tea Party” , una especie de 15 M reaccionario que ha logrado incrustarse en el ala más conservadora y ultraliberal del Partido Republicano de los Estados Unidos, defensora a ultranza de no aumentar los impuestos a los más ricos y contraria a la reforma sanitaria propuesta por el presidente Obama, que toma como referencia lejana el sistema sanitario español.
            La Seguridad Social gestionada por el estado les parece “socialismo”.  
            Existe en EE.UU., desde 1965,  un programa de “beneficencia”, el Medicare- fijaos que digo de beneficencia- , y que consiste en una especie de seguridad social costeada parcialmente por el Estado - hay copagos  de más de 100 dólares diarios en caso de hospitalización prolongada- para personas de más de 65 años sin recursos y sin otros seguros médicos, para niños en circunstancias similares, y para enfermos crónicos de algunas enfermedades, igualmente sin recursos.
            Atender a los más necesitados no está considerado como un deber del Estado, sino como un acto de caridad. En resumen, es la “caridad” del Estado para los que carecen de recursos y por razones de edad o de salud no pueden cuidar de sí mismos.
            El Partido republicano, empujado por el “Tea Party”, si triunfa en las próximas elecciones generales, planteará un recurso contra esa disposición legal, que considera contraria a la Constitución Americana. Hasta ahí parece coherente con su filosofía insolidaria, nacida de una visión sesgada del Estado. Cada uno debe velar por sí mismo. El Estado no tiene derecho a “robarnos” impuestos para atender a los individuos que son responsables de su propia vida. Punto. Ese es el núcleo de la ideología de la derecha americana.
            En las filas del “Tea Party”, el integrismo religioso encuentra acomodo fácilmente. Fue noticia una propuesta emanada de su seno, y que tuvo en duda a algunos estados donde su influencia es mayor, sobre la conveniencia de erradicar de los libros de texto en las escuelas las referencias a la teoría de la evolución y sustituirla por el creacionismo bíblico como la única verdad científica aceptable sobre el origen de la vida y del hombre. No sienten empacho en negar evidencias científicas si incomodan a sus intereses  o a sus creencias.
            Contrasta esa revisión creacionista de la ciencia empírica con su descarado “darwinismo” en materia social. Si mueren los más pobres, lo tendrán merecido. El mundo es de los fuertes. O mejor, de los ricos.
            El “Tea Party”  ha ocupado en ese mundo de contrastes insoportables,   -EE.UU. acumula, seguramente, el 80% de las grandes fortunas del mundo, genera con su actividad especulativa la mayor parte de las tensiones económicas mundiales, y censa  en su territorio casi 80 millones de ciudadanos al borde la de pobreza, cuando  no plenamente sumidos en ella,- una posición muy dominante en apenas cinco años de existencia. El candidato a la Casa Blanca, Mitt Romney, ha propuesto a uno de los políticos republicanos más próximos al “Tea Party”  como vicepresidente del gobierno, si consigue el triunfo en las próximas elecciones. Es el más feroz defensor de la inutilidad de Estado. Los impuestos a los más ricos son un crimen, un ataque al capitalismo, el verdadero credo que los une. Seguramente que la máxima “menos estado” nos resulta familiar. 
            Es la panacea que esgrimió Rajoy para sacarnos de la crisis. La coincidencia del discurso no es casual. El PP transfiere a nuestra vida la ideología dominante de la FAES, la fundación que preside José María Aznar, porque la sombra de Aznar es alargada y porque el Partido Popular carece de  principios ideológicos. Es una amalgama de intereses cohesionados en torno a las medidas con las que el capital se defiende del Estado. Son tan sólo el instrumento del dinero.
            Y Aznar es un becario europeo del “Tea Party”. Podría serlo de cualquier otra ideología con cierta proyección internacional con sede en los Estados Unidos, porque no soporta que Europa lo haya ignorado de forma manifiesta. Como cualquier tipo mediocre, envenenado por su propia soberbia – de esa coincidencia surgen los dictadores más duraderos y crueles- podría adscribirse a cualquier oferta donde su ego encuentre proyección y conferencias pagadas a precio de premio nobel en las que despelleja a su país. Así que no puede sorprendernos esta inesperada conexión.
            Pero la crónica de hoy tenía que ver con las violaciones “legítimas”. Pues bien, vamos a ello. El congresista Todd Akin, candidato al senado estadounidense por el estado de Missouri, y miembro del “Tea Party” afirmó ayer mismo que está en contra del aborto, incluso en caso de violación. Estaba sentado junto a un predicador de alguna de esas iglesias americanas que tan bien saben manejar los medios de comunicación y las donaciones de los fieles. Lo justificó con una frase que nos obliga a reflexionar. “Es casi imposible que en una violación, y más en el caso de las violaciones legítimas, una mujer se quede embarazada. El cuerpo de la mujer tienen maneras de cerrarse”.
            No lo explicó. Nos quedamos con las ganas de que este prócer de la patria americana nos explicara la diferencia entre una violación “legítima” y otra que no lo es. Sinceramente. Porque es una cuestión transcendental.
            ¿Creéis que le  han vuelto las espaldas las encuestas?   Pues no estáis en lo cierto. Hoy aventaja a la candidata demócrata en un 11% en la intención de voto en el estado de Missouri, un estado donde una buena parte la población vive al borde mismo de la pobreza . ¿Qué ha hecho tan mal esa mujer? Defender el programa, mucho más solidario y razonable, de Obama. Consiste en aumentar ligeramente los impuestos a los más ricos para atender a los más desfavorecidos y más castigados por la crisis. Obama debe estar loco, desde luego. ¿A quién se le ocurre semejante estupidez…?
            Quizá el Partido republicano consiga la victoria, con la inestimable colaboración del “Tea Party”.  Casi estoy deseando que lo haga. Lo lamento. Yo amo las palabras. Siento una curiosidad casi enfermiza por la definición de violación legítima por parte de los legisladores del “Tea Party”.
            Se definen como el paraíso de las libertades y la democracia más pura de la tierra. Y hay quien dice que  las hipérboles más desmesuradas las generó el Barroco literario.

martes, 21 de agosto de 2012

Samia, un símbolo de otras indignidades


Samia Yusuf, en las Olimpiadas de Pekín. 2008 (Fotografía de La Vanguardia, 21-08-2012)

          Probablemente en esta Crónica de la Indignidad hoy tocaba de nuevo arremeter contra  Alemania. Había bastado con el compromiso del BCE, el Banco  Central Europeo, el que imprime los billetes de euro, de actuar contra la especulación desmesurada de los mercados para que los intereses de la deuda española cayeran hasta límites muchos más razonables. España estaba ahorrando dinero en intereses cada día. Pero el Bundesbank, el Banco Central alemán,el guardián de los excedentes del capitalismo alemán que vela por los beneficios de su gente, ha negado que el BCE sea independiente para actuar como moderador de los intereses de la deuda. Lo que sabíamos. Es el Bundesbank el que gestiona Europa y nuestra crisis. Es Alemania la que decide el presente y el futuro de la UE. En pocas horas nuestra deuda ha vuelto a dispararse. Nosotros somos algo más pobre y ellos son algo más ricos.

        La indignidad de hoy volvía a tener una causa conocida.

        Pero, de pronto, en las noticias  deportivas, me he dado de bruces con Samia Yusuf.
        Y la he recordado en la Olimpiada de Pekín. Acudió allí, invitada por el Comité Olímpico Internacional. Es habitual que el COI invite a algún atleta de países muy pobres, donde la práctica deportiva es casi imposible y donde la ausencia de  recursos impide la existencia de organismos deportivos que corran con los gastos que supone participar en los Juegos Olímpicos. Con gestos así se garantiza la universalidad de los Juegos, la presencia simbólica de seres humanos de todos los lugares de la tierra, o casi.

        Atletas como Samia participan en las pruebas más naturales para el ser humano, en aquellas en que la falta de preparación específica no convierta la participación en un calvario, en una humillación pública o en un riesgo para la salud. Suelen ser  las pruebas de velocidad corta , 100 metros o 200 metros lisos. No importa el tiempo que el atleta emplee. Importa hacer visible su bandera, su nación, su humanidad. Importa poner de manifiesto que el ser humano , desde la Antigüedad, es capaz de hacer posible situaciones en las que la guerra y la miseria se diluyen por un tiempo, como si nos diésemos la ocasión de reflexionar sobre las ventajas de alargar esa tregua indefinidamente.   

          Samia participó en la prueba de los 200 metros lisos. Treinta segundos de protagonismo. Llegó la última. Las demás mujeres le sacarían, quizá, cincuenta metros de distancia. Por eso mismo la recuerdo. En esas pruebas tan cargadas de simbolismo por la presencia testimonial de los atletas pobres de la tierra, la televisión les dedica algunos segundos de atención. Recuerdo también que la grada le dedicó un aplauso cálido, solidario. Y ella, rostro de niña desnutrida, sonrió emocionada y , probablemente, derramó alguna lágrima. Estoy seguro de que la vida no le había ofrecido nunca un momento tan emotivo.

          Samia era somalí. Sólo tenía 17 años. Una niña, sin lugar a dudas. Pero valiente, decidida, dispuesta a arriesgar demasiado para reivindicarse a sí misma y a otras mujeres. Desde entonces , en su tierra o en otros lugares a donde huía para seguir luchando por su sueño, soportó el acoso del integrismo islámico dispuesto siempre a establecer un cerco de aislamiento para cualquier mujer, con la intención enconada de hacerlas invisibles. Según su código injustificable, la práctica deportiva en lugares públicos por parte de las mujeres es un delito.  

             Hoy Samia es noticia. Se embarcó en una patera camino de las costas de Italia. Iba huyendo de esa insoportable dualidad - mujer y pobre- en un mundo misógino. Iba persiguiendo el mismo sueño que lleva a los desheredados de este mundo a embarcarse en las pateras de la muerte. Y ha muerto. Apenas veinte años. Un brillo de esperanza en la mirada de niña. Un sueño por cumplir. Ahora ha sido sepultada en las aguas del Mare Nostrum, que probablemente sea ya la fosa común más indescifrable de este mundo, sin darle la oportunidad a su familia de llorarla y de ofrecerle un ritual fúnebre que honre su memoria.

            Hoy la indignidad que soportamos en la conciencia se llama Samia Yussuf Omar, una mujer en ciernes, un saco de piel lleno de esperanzas, consciente de su propia dignidad humana , dispuesta a pelear por hacer que sus sueños tuvieran concreción. Se jugó cuanto tenía, la vida. Y ha perdido. Como ella, hombres y mujeres, circulan a cientos cada día ante nuestros ojos acostumbrados a convivir con la desgracia ajena, con la miseria que intereses sin justificación moral descargan sobre la espalda inocente de los más desvalidos.

           Y si hubiera llegado a nuestras costas, le negaríamos la asistencia sanitaria, porque es imprescindible pagar los intereses desmedidos de la Europa rica.

            No me digáis que tenemos que mirar en otra dirección; no me digáis que hay que aceptar lo que nos traen los tiempos con indiferencia; no me digáis que hay que esperar a ver si cambian las tornas de forma natural. 

         No me digáis que no tenemos un cargo en la conciencia del que hay que desembarazarse a toda costa para no ser cómplices de tanta indignidad.








sábado, 18 de agosto de 2012

El escurridizo pez de la verdad


A mi amigo GERMÁN WELLS en la red,
pero con otro nombre en la vida cotidiana.
En ambos sitios compartimos respeto y,
sobre todo, afecto.
(También, para Pilar Sanz,- en la red- que me reclama algún escrito que le provoque una sonrisa)
            Querido amigo: te contaré un secreto, puesto que la red no reviste peligro alguno en dicho sentido. Me apasiona la pesca. Sé que la mayor parte de los aficionados actuales practica la pesca sin muerte. Se pesca al animal, se le libera y se le devuelve al agua con escaso daño. Alguno habrá, porque eso de que te arrastren veinte metros, o más, con un anzuelo clavado en el paladar  debe ser cuestión de urgencia hospitalaria. Sobrevive, al menos. Y una vez  olvide la experiencia desastrosa, es de suponer que el pez vuelva a comer insectos, o alevines ajenos y hasta se interese de nuevo por el sexo.
            Así es la vida. Todo cicatriza, incluso en la memoria.
            Yo jamás practiqué la pesca sin muerte, salvo que fuera un pez adolescente. Pez que picaba, pez que acababa en la sartén. Incluso peces marinos que no sabía identificar, de colores alarmantes o aspecto desastrado. Lo reconozco. Fui, durante algunos años, un depredador de la hidrosfera. ¡Tampoco es que pescara mucho, desde luego! Pero, me encanta el pescado. Y eso ya no es un secreto para alguna gente que me suele apuntar al plato de pescado en las cenas de jubilación sin consultarme.
            Así que es cierto. Me apasiona la pesca, pero dejé de practicarla hace ya…, probablemente, treinta años. Mentiría si adujera falta de motivo o desarrollo repentino de una estricta conciencia ecologista. Sería una estupidez, porque  la verdad es que digiero mal los platos de verdura y soy muy selectivo con la carne. ¿Qué comería entonces…? El motivo es una cuestión privada, de estricta intimidad, pero, dado que estamos en un medio en el que la privacidad está garantizada, te lo cuento. Me compré un carrete “Henry”, tecnología americana- o sea, ¡la hostia!, me dijeron - y precio futurista. Un tercio del sueldo mensual de aquella época. Y no es una figura literaria, hipérbole o exageración la llaman. Ni muchos menos. La cuestión es que no llegué a comprobar sus excelencias. Lo llevaba en el maletero de mi coche. Un hábil chorizo oportunista, en un barrio sevillano de fama bien ganada, lo sustrajo- me lo guindó, el cabrón- sin dañar la cerradura, eso sí, y sin darme la ocasión de quitarle el embalaje. Y mucho menos, probarlo en la Rivera del Huéznar, donde tenía cita apalabrada con un gallego presuntuoso en asuntos de pesca, cómplice de depredación y sufrimiento, - ¡qué listos son los peces!- y donde esperaba, gracias a los poderes del mágico carrete, dejarlo a la altura miserable de un calcetín deportivo. ¡Ni pollas! La bronca familiar por el dispendio inútil fue de órdago. Eso me lo reservaré, como comprenderás.
            Decidí que el pescado más inocuo para mis relaciones personales era el que podía conseguirse en el mercado legal, fuese ése el de abastos o el de tu propio barrio. Y hasta hoy.
             Tengo la esperanza de que, de jubilarme con salud y con una pensión que lo permita -¡sabrá dios lo que nos tendrán guardado todavía!-, alquilaré una barca en otoño, y mientras los colegas os aprendéis los nombres del alumnado nuevo y cotizáis para que yo disfrute mi merecido tiempo libre,  estaré pescando en algún punto de las costas de Cádiz. Al menos, una semanita. Tampoco os hará daño, ¿no? ¡Por tanto,  debéis ahorraros los insultos! Sobre todo, porque nadie sabe si podré jubilarme alguna vez.
            También sabrás, supongo, lo complicado que es librarse de una pasión cualquiera. Así que lo que procede en estos casos es reorientarla.
            Fuera esta la razón, o alguna otra que no sé precisar, me recuerdo siempre persiguiendo al escurridizo pez de la verdad. No es un pez al uso, puesto que siempre aparece fragmentado, como un salmón convertido en rodajas sobre el aséptico y helado mostrador de mármol del pescadero.
            Pero la verdad es importante. A falta de otra fe que me garantice alguna  transcendencia en el futuro, cuando ya no sea sino cuerpo presente o cenizas mortuorias devueltas a la naturaleza en algún bosque próximo a la ciudad que habito, la única causa en la que creo es el ser humano. Resumiendo mucho, la verdad troceada y, a duras penas, conseguida, te permite justificar la reivindicación del derecho a decidir tu vida y a ser medianamente feliz. No lo he inventado yo. Lo he asumido de las primeras constituciones de la edad moderna y de las lecturas incansables. Creo que ese derecho va implícito en la propia condición humana. Y a predicar esa buena noticia,  ese evangelio en el sentido estrictamente etimológico, me dedico con vocación y, seguramente, sin acierto.
            Cada trozo de la verdad es un escalón más de la escalera por la que ascendemos en el convencimiento de la razón de nuestra causa y de la dignidad del ser humano, sin que tengan que ser determinantes el  lugar donde se nazca, el color de la piel, el tamaño de la herencia, o las facilidades que uno encuentre para su desarrollo personal. Fíjate lo que digo. Todo eso es accidental. Sería injusto que dichos accidentes llegaran a ser definitivos para catalogar a una persona o para establecer limitaciones en alguno de sus derechos. Si eso fuera así, este cabrero extremeño que casi no pisó la escuela en su niñez jamás habría sido tu director en un instituto público.
            Te resumiré brevemente el último escalón al que he llegado. Son datos contrastados, verdades indudables, crímenes de lesa humanidad con los que convivimos sin pestañear. Están en los medios de comunicación. En todos, independientemente de su orientación ideológica. Tendré que hablar – otra vez- de economía.
            ¿Que sabrá de economía el cabrero que de puro milagro se licenció en lenguas muertas, un lujo insostenible y sin aplicación práctica en los tiempos que corren?
            De economía, nada. De las consecuencias que tiene en nuestra vida cotidiana podría dar una conferencia en un aula universitaria plagada de doctores. El capital, orientado a multiplicarse mientras nos priva de nuestra organización social y ciudadana, es el “cuarto poder” que olvidó mencionar Montesquieu en sus tratados. De hecho, en las circunstancias actuales, es el poder determinante.
            Pues, vamos a hablar de economía.
            Bank of America, J.P. Morgan, Citigroup, Morgan Stanley, Deustche Bank, Societé Generale, Barclays, Credit Suisse, Lloids, Rabobank, UBS, HSBC, RBS…
            ¿Reconocemos esos nombres? Seguramente sí. Los mandamases de la banca internacional, sí señor. Los templos de la religión que gobierna el mundo. “Lucrum, gaudium”, reza un aforismo latino, porque el capitalismo tiene sus raíces bien arraigadas en la historia. Viene a decir “en el beneficio reside la alegría”.
            Que se sepa, desde el año 2005 – ya ha llovido- han estado manipulando el LIBOR, el interés interbancario por el que se rigen las operaciones bancarias de cualquier tipo, en su propio beneficio. Las páginas salmón de muchos medios internacionales califican ese procedimiento como el mayor fraude de la historia para miles de millones de consumidores de todo el mundo.  Es difícil calcularlo para un tío que se licenció en lenguas muertas.         Pero estamos hablando de un volumen de negocio cercano a los 500 billones, -atención, BILLONES- de euros cada año que mueven entre todas esas instituciones financieras a escala planetaria. Los beneficios ilegítimos, el robo a sus clientes se contabiliza en billones- también con B -de euros.
            Y si os tomáis la molestia de comprobar sus nacionalidades – en realidad no tienen banderas porque su dominio es el mundo- comprobaréis que están radicados en los EE.UU, Inglaterra, Alemania, Suiza, Holanda…Algunos de ellos son miembros de ese exclusivo club  de los países eficientes y honestos de la Europa rica  que ataca al Sur desorganizado, acomodaticio y lleno de defectos y que se apresta a colonizarnos  y a imponernos condiciones inviables.
            Si la eficacia y la honestidad es eso, prefiero el sur, con sus defectos ancestrales. ¡Lo juro!
            Que sepamos, sólo la Reserva Federal Americana ha impuesto una sanción a ese capitalismo eficaz y que clama por que ningún estado lo regule.
            350 millones de dólares por fraude.  Como se ve, una sanción ejemplar y disuasoria para quienes han obtenido billones de euros en beneficios ilegítimos. Pilatos resultaba más creíble.
            La honesta canciller Ángela Merkel no ha debido recibir aún la noticia del comportamiento criminal del mascarón de proa de las finanzas alemanas. El Deustche Bank es eficazmente alemán. “Lucrum, gaudium” Y de los procedimientos, ¿qué me dice usted, emperatriz? Desde luego no contestará. Pensará, con razón, que, comparado con otros comportamientos alemanes, esto es apenas un pecado venial. La honestidad y la eficacia alemanas se han edificado  a conciencia, a prueba de bombas.
            Lo que aun clama infinitamente más al cielo es que esos beneficios escandalosos, fraudulentos, criminales, apenas si cotizan un 1% a las Haciendas de los países donde operan.
            Es evidente que la crisis la han organizado los parados de larga duración – se les increpa por el subsidio de subsistencia de 400 €  desde los medios afines al PP y desde órganos del partido-, los trabajadores públicos y, en general, los servicios que el Estado presta a la ciudadanía, producto del contrato social. Que yo recuerde, me detraen de mi sueldo cada mes un 26,64% . Modelo de alta escuela de ingeniería financiera para alterar la progresividad fiscal.
            Pues, querido amigo Germán Wells, a ese capitalismo despiadado, inmoral, manipulador y criminal, cuando menos, y a sus cómplices políticos , la derecha internacional que camina de su brazo y con los mismos objetivos, es  a los que yo traigo, de vez en cuando, al paredón de este blog y les disparo ráfagas de palabras indignadas e inocuas. Les disparo con la limpieza de ánimo que me permite el trozo de verdad que he podido pescar en el presente revuelto y esquilmado. Les disparo educadamente, con cólera justificada, porque tengo razón.
            Si alguien que tú o yo conocemos ha arriesgado su patrimonio familiar y ha montado una fábrica de embotellamiento de aceite en un pueblo de Jaén y da trabajo a treinta familias de su pueblo, no podríamos englobarlo en el capitalismo criminal que nos acosa. Yo nunca lo pondré en mi paredón. No dispararé en su dirección ni una palabra. Le agradezco su esfuerzo. Le deseo lo mejor. Esa persona no es el enemigo.
            Si alguien que tú o yo conocemos vota a la derecha porque está convencido de que representa mejor los principios que dan sentido a su existencia, a sus valores familiares, a sus creencias, o porque es la opción que le ofrece cobijo ante sus miedos atávicos- votamos en buena medida con las tripas- , o porque es la tradición de su familia, no es mi enemigo. Respetaré sin compartir.
            Y en ambos casos, si yo tuviera un alma – cosa que dudo desde luego- estaría dispuesto a partírmela para que ambos puedan seguir haciendo lo que hacen. Porque ninguno es mi enemigo, sino mis compañeros de viaje.
            Gracias, y ya acabo, por recomendar en tu pared, o muro, o lo que diablos  sea, mi escrito del día 13 de agosto. Me complace que te guste el uso que hago del lenguaje. El objetivo primordial es desenmascarar al enemigo. Sin información, despreciando el conocimiento y la cultura, ellos habrán ganado porque es probable que abandonemos sin comparecer entre las doce cuerdas. No podemos permitirnos perder esta pelea.


                 Pero ganarla no resultará tarea fácil.



martes, 14 de agosto de 2012

Al principio era el caos...


           Sí, muy al principio de los tiempos, lo que hoy llamamos Europa era el caos, la oscuridad, un futuro incierto gobernado por las imprecisas leyes de la evolución. Y dijo Grecia: “Hágase la luz”. Y la luz se hizo. Y vio Grecia que la luz era buena. Y se animó a seguir en el proceso de inventar cosas buenas con el poder mágico del pensamiento racional aplicado a la vida de los seres humanos. Y vio Grecia que el pensamiento racional era bueno y que la palabra, unida al pensamiento, genera obras hermosas y deja un poso de memoria colectiva que llamamos cultura y nos permite progresar.
            Y colocó Grecia el pensamiento mítico  como justificación del mundo en la estantería de las obras poéticas, y dejo que fluyera de forma natural la obra colectiva que explica el mundo natural y el comportamiento de los hombres en las verdades que la razón espiga en el entorno, en la observación, en la reflexión, en la comprobación repetida de los hechos, en la selección de las conclusiones más racionales, porque suelen ser las más ventajosas para la sociedad humana.
            Y la luz se fue haciendo cada día más brillante, en un proceso que parecía ya irreversible. Luego, con  su ayuda, germinaron los frutos más jugosos de la creación humana: la filosofía, la geometría, las matemáticas, la geografía, la oratoria – que no es poco, porque consiste en organizar el propio pensamiento y transformar el mundo mediante el poder de la palabra-, la sicología que indaga en la naturaleza de la especie y en las razones que impulsan sus comportamientos, la política que generó el derecho y  la organización de la polis, el esbozo de la democracia, niña, defectuosa, condicionada por la hostilidad mutua que se profesaban los vecinos de una península pobre. Era ya el reino de la luz. Europa amanecía, cargada de futuro.
            Y de forma simultánea, porque la luz de la razón da frutos inesperados, tomaron cuerpo la Literatura y el Arte. El mayor tesoro del genio creativo que generó la antigüedad. Nada de ensayos balbucientes de una humanidad que indaga caminos de expresión. En infinidad de casos, obras perfectas, ejemplares, canónicas, inmejorables, eternas. Obras que nos abisman y nos hacen dudar de la eficacia de la evolución del ser humano, incapaz de mejorar a sus ancestros en la capacidad de aprisionar la belleza y de plasmarla con el cincel, con la palabra, con la maza del cantero y la plomada del arquitecto osado que imaginó el Partenón, alzándose majestuosos sobre la acrópolis, quien sabe si entre las brumas de una borrachera de vino tibio endulzado con  miel, sentado al cobijo de un parrón añoso, mientras el sol caía mansamente tras la engañosa línea del horizonte.
            Desde Filipo de Macedonia las fronteras de Grecia se hicieron permeables. Fue presa de la ambición de infinidad de pueblos. Y todos  esquilmaron sus tesoros artísticos. Hoy sus obras producen dividendos a la mayor parte de los pueblos europeos que no eran sino hordas errantes en busca de alimento cuando ella los produjo. Sumando los ingresos que han generado en esos pueblos sus tesoros robados, quizá Grecia hoy no sería un país en bancarrota, desesperado, abandonado y vilipendiado por sus ¿socios? europeos.
            La situación sería más ventajosa para el  pueblo griego, si, además, hubiera podido eliminar los gastos militares que sus ¿socios? europeos le han impuesto como guardián de oriente. Mantiene un ejército tan numeroso como el de Alemania, cuando su  población es sólo una octava parte de la población alemana;  y el año pasado,  a pesar de su tremenda fragilidad económica, debió hacer frente a una inversión, por convenio con Europa, de  cinco mil millones de euros- previo préstamo de la banca europea a unos intereses desorbitados- para comprar tanques y aviones, proporcionados, ¡claro está! por Francia y Alemania.
            ¡Moralmente irreprochable! ¡Todo lícito, según es costumbre en la Europa organizada y eficaz!
            Las condiciones del rescate europeo, como al resto de países afectados, han llevado a Grecia a la ruina inevitable. Ningún pueblo condenado al empobrecimiento, al empequeñecimiento de su capacidad productiva, puede hacer frente a la deuda creciente y a sus crecientes intereses. ¡Ninguno!  A Merkel y a sus socios deberían bastarles las evidencias que pone ante sus ojos la obstinada realidad, ya que han dado muestras de no confiar en la opinión generalizada de economistas contrastados, políticos de larga trayectoria europea, ni en el sentido común.
            Alemania amenaza a Grecia con “dejarla caer” si no cumple las condiciones del rescate. ¿Caer a dónde? ¿Hay aún un pozo de humillación y de miseria más hondo o más oscuro?
            Se me antoja que han puesto al pueblo griego una bolsa de plástico anudada al cuello, en torno a la cabeza. Es un procedimiento sádico de asfixia lenta y angustiosa, porque a la falta de aire se une la conciencia de la inminencia de la muerte.
            Pues- imaginadlo, porque es lo que sucede- cuando ya no queda oxígeno que llevar a su cerebro, el verdugo le acusa de no colaborar. Vocifera que nunca en su vida ha torturado a una víctima más incompetente y más irresponsable.
            La cuna de Europa, esquilmada, despreciada, está siendo ajusticiada lentamente. Un genocidio nuevo que la civilizada Europa está escribiendo en el libro sangriento de sus atrocidades, mientras la izquierda europea, rehén de sus errores, quien sabe si aherrojada por complicidades inconfesables o huérfana de quien pueda enhebrarles un discurso digno, guarda un silencio doloroso, que produce vergüenza.

lunes, 13 de agosto de 2012

Decentes o indecentes


            Lo he vuelto a oír. En la barbería. En un debate espontáneo sobre el sentido del voto. He vuelto a oír que da igual votar a la derecha que a la izquierda.
            En los años 60 del siglo pasado Daniel Bell lo afirmó con contundencia. Según él en occidente el capitalismo había triunfado y había impuesto sobre la sociedad el pensamiento único, “podéis jugar a la democracia de partidos, podéis establecer en vuestras constituciones la teórica igualdad ante la ley, pero nos concederéis la desigualdad económica y la economía de mercado como verdaderos instrumentos de gobierno”.
            Probablemente le costó años de estudio y de observación establecer esa conclusión. Mucho antes de que fuera realidad en todos los países de occidente.
            Hoy el pueblo que no ha leído un solo libro de sociología constata esa conclusión del sabio americano con el propio pellejo. Percibe en su experiencia cotidiana, casi siempre dolorosa y casi siempre resignada, que hoy nos gobierna el capital  y que el parlamento es una burda pantomima de sí mismo.
            Esa teoría es especialmente alimentada por la derecha. Las ideologías son como los fusilados de las cunetas cuya identidad  pretendió recuperar la ley de la memoria histórica. Incómodas. “Las ideologías han muerto”, -nos dirán- “ Ya no tiene sentido hablar de ideologías”. Se refieren, desde luego a las "otras" ideologías. Porque la suya tiene una salud de hierro, el mismo hierro con el que han fabricado los barrotes de  la celda en la que han encerrado nuestra esperanza de una vida decente y razonable. 
             Desarmarnos de esperanza y de principios morales para  defendernos. Eso quieren. Y de consolidar el derrotismo en el que nos han sumido, la conciencia de la inevitabilidad de las medidas con las que nos despojan de derechos duramente conquistados, lo habrán conseguido.
            ¿Han muerto las ideologías?

            La ideología no es otra cosa que una respuesta simple, pero de consecuencias muy complejas, a una pregunta simple ¿El ser humano debe estar al servicio del enriquecimiento selectivo de una minoría o la producción de riqueza debe estar  encaminada a mejorar las condiciones de vida de la humanidad en su conjunto?        
            ¿La misma cosa?  De la respuesta derivarán la ética, los valores dominantes de una sociedad, y las leyes. Responded y ya habréis escogido una entre dos ideologías muy diferentes. Y tendréis ante vosotros caminos absolutamente divergentes en cuanto  a la orientación de vuestra vida. Y una visión del ser humano instrumental o solidaria. Es decir, seréis decentes o indecentes. Humanos o inhumanos.
              De momento sabemos quién domina. Y sentimos en la piel las consecuencias.


viernes, 10 de agosto de 2012

Cuatro patas para un potro de tortura


            Decía Rajoy recientemente que, cuando conociera las condiciones del rescate, decidiría lo mejor para España.
             Ya las conoce. Otra cosa es que el gallego quiera reconocerlas.
           El F.M.I. expuso  las suyas con meridiana claridad hace ya algunas fechas. Tres patas sobre las que asentar el potro de tortura. A saber:
             El IVA no ha subido suficientemente todavía. Hay que apretar en la cesta de la compra subiendo los impuestos indirectos, los más injustos de todos los impuestos de los que el Estado dispone y los que más afectan al único motor que nos queda para mantener empleo precario: el consumo interno. 
            Hay que prolongar de forma inmediata, sin plazos y dilaciones, la vida laboral y establecer nuevas fórmulas para el cálculo de la percepción de la pensión, lisa y llanamente, ¡bajarlas! 
         España, por último, tiene que revisar a la baja sus generosas prestaciones por desempleo; lisa y llanamente ¡que se jodan los parados!, por darle utilidad a esa insigne expresión acuñada por la diputada Fabra.
            Y hoy, a Draghi, ese pretendido rey sol de las finanzas  comunitarias cuya servil función  es ejercer de testaferro de  la banca alemana , le ha debido parecer que un potro de tortura montado sobre un trípode quizá no cumpla satisfactoriamente su función. Y ha sacado de su taller  la cuarta pata.
            Lo ha dicho sin pestañear, adoptando el aire tranquilo y sosegado de un hombre que quiere parecer honesto, sabio, ponderado. En España los sueldos son demasiado altos. Cuando se reduzcan, el empleo florecerá como las margaritas en un prado de abril que agradece las primeras lluvias y el sol atemperado de la primavera.
            ¿He mencionado ya a David Ricardo en documentos precedentes? Curiosead en el navegador. Escribid “ley de bronce de los salarios” y os daréis de cara con el fantasma de este teórico del capitalismo descarnado, eufórico porque ha sido recuperado por la Unión Europea cuando ya casi habíamos olvidado su existencia. ¡Keynes ha muerto. Viva Ricardo!
            Draghi lo enarbola hoy como la bandera de la recuperación, con la misma soberbia con la que se supone que bajó Moisés del Sinaí portando las tablas de la Ley. Sin máscara, a pecho descubierto, como aquellos que se saben vencedores de antemano, porque conocen la debilidad del contrincante.
            Sabed que no hay en estas propuestas ni una verdad técnica nacida de la experiencia o de la ciencia. El único fundamento es ideológico. El mercado, eufemismo enmascarador para nombrar al capital especulativo y criminal, debe prevalecer sobre el ordenamiento democrático, sobre las constituciones, sobre la organización social y política de los estados, sobre los valores en los que tengamos establecidas las reglas del juego de nuestra convivencia. Los ahorros alemanes regirán nuestra vida en un futuro que se me antoja largo; el excedente financiero de la Europa rica establecerá las condiciones de nuestra vida. Y serán duras. Su ayuda llegará con cuentagotas; pero sus exigencias, inevitables, durísimas, indignas, inundarán nuestras vidas con la violencia del río que escapa de una presa que se rompe.
            Cuando digamos sí al rescate “suave”,- ya es gana de prostituir una palabra- podemos arrojar la Constitución del 78 al contenedor de papel y dará igual que no celebremos elecciones mientras dure la tortura. Resultarán inútiles. Habremos perdido la capacidad de decidir.

miércoles, 8 de agosto de 2012

El último caimán del lodazal


El retroceso de la demanda golpeó  a la industria alemana en junio pasado, en un contexto marcado por el impacto de la crisis de deuda europea, informó hoy el Ministerio de Economía.
El apartado cayó 1,7%,  significativamente superior 1% pronosticado por los expertos.”
Prensa internacional 7, de agosto.


            ¿Pues qué creía Ángela Merkel? Hace ya muchos meses que economistas de prestigio, de cualquier lugar de este planeta, vienen advirtiendo del tsunami del hundimiento económico que acecha a Europa de persistir en la errónea política alemana,  impuesta “manu militari” a los socios europeos en su mayoría. Y, por extensión, al resto del mundo. Hasta las elecciones presidenciales de los EE.UU. resultarán afectadas. Obama lleva meses carcomido por la impaciencia que le produce la actitud alemana.
            No es una cuestión de ideología innegociable. La política económica de Alemania con el resto del continente no tiene una justificación que radique en valores religiosos o morales o de cultura familiar, como, quizá, opiniones diversas nos quieren hacer creer. Nada de eso. Es mucho más prosaico. Es la fría consecuencia de un calculado proyecto,  aunque caiga Europa. Es así, lo diga Agamenón o  su porquero.
            El origen de esta crisis inhumana es consecuencia de la tolerancia , cuando no la protección, de los estados con el liberalismo radical, cuya tesis fundamental es que a nadie asiste el derecho de regular al capital. Hay que dejar al tiburón suelto y libre, sin limitar sus movimientos, en el interior del estanque, plagado de especies indefensas.
            Las consecuencias, nefastas, duraderas y, por lo que ya sabemos,  devastadoras para Europa, hay que achacarlas a Alemania y a sus cómplices.
            Hay dos razones estrechamente relacionadas entre sí: Ángela Merkel quiere ser reelegida en 2013 y Alemania ahorra demasiado. No sería justo pensar, por ello, que los alemanes gozan poco de la vida, pero es una ocurrencia que tendría justificación.
                    Pues ahí está nuestro problema. La ruina del sur genera dividendos al capital del norte. Y probablemente garantizará la reelección de Merkel.
            Mientras, nos bombardean con palabras que apenas comprendemos. Provienen de todos los rincones. Los teóricos a sueldo del capital deshumanizado retuercen el lenguaje procurando darle a su discurso un aire profesoral e indiscutible; muchas de esas palabras están bien calculadas para enmascarar el crimen contra buena parte de la población del continente. Son términos como macroeconomía, diferencial, prima de riesgo, operaciones a corto plazo, inestabilidad financiera, desconfianza de los mercados … Aspiran con esa hemorragia de palabras  inútiles y altivas  a dotar la justificación de la ignominia de un halo de verdad. 
            Otras, -nuestro gobierno es buena muestra-, son sencillamente manifestación de vacío ideológico, de seguidismo servil de quien carece del reconocimiento  internacional que les niega su inanidad política e intelectual, su ausencia de prestigio entre sus iguales en el resto del mundo, su incapacidad de generar expectativas esperanzadoras,  .
            Palabras y sintagmas como  las “únicas medidas posibles”, “sacrificios imprescindibles para salir de la crisis” “recortes que no me gustaría tener que hacer”, "vivir por encima de..." cumplen una función tan primordial como necesaria. Desarrollan en nuestra conciencia un determinismo fatal, nos arrebatan la capacidad de resistencia, los recursos colectivos para afrontar situaciones tan atentatorias contra los  derechos sociales duramente conquistados a lo largo de años.
            Las podríamos creer, pero son falsas. Todos mienten. 
            Hay otras muchas palabras  y sintagmas cuyo significado conocemos con certeza, las padecemos sobre la piel y nos flotan en la conciencia de forma permanente: paro, miseria, desesperanza, privación de derechos, cierre de hospitales, copago de los ancianos pensionistas, escuelas depauperadas, personas dependientes abandonadas a su suerte, generaciones enteras de gente muy capaz y preparada sin futuro, país colonizado…
            En realidad, Europa es como una de esas charcas infectas de la sabana Africana cuando se retrasa la estación húmeda. Bulle de animales que buscan sobrevivir en sus orillas o en su interior. Si las lluvias tardan demasiado, al final sólo resisten los más fuertes. Los otros han muerto o han sido devorados. El último lodazal es el reino del caimán más poderoso. Dueño del cieno maloliente, pero hambriento y solo. Ángela Merkel debería ver, de vez en cuando, el canal National Geographic.
            A veces, hasta el caimán perece por falta de alimento.
           
           

            

martes, 7 de agosto de 2012

El "sabar" de mi amigo Yoni


         Mi amigo Yoni, es alto, de físico imponente, podría jugar a baloncesto sin desmerecer en modo alguno la estatura o el vigor de cualquier alero profesional. Es también, joven, hermoso, de mirada risueña y vitalista. Rara vez lo he visto decaído. Temeroso, sí, pero nunca decaído.
            Es bético converso y visceral. Y seguidor de cualquier equipo en el que milite el camerunés Samuel Etoo, símbolo del triunfo deportivo de un africano pobre, por encima del color de las banderas.
            Por lo demás, habla francés, castellano, italiano de forma muy fluida. Y chapurrea el inglés con suficiencia para entenderse con los hablantes de esa lengua. Por su infancia inestable y nómada habla, también, Fulami, o Yoruba, o Igbo o Lingala, o una mezcla de todas, la “koiné” imprescindible para los hombres a los que la necesidad o los peligros obligaron a ignorar la línea imaginaria de  las  fronteras en su tierra natal. Y, por costumbre, en el resto del mundo.
            Se autoproclama técnico electrónico y habrá que darle fe. Demostró habilidades en momentos puntuales. Seguramente ningún papel lo certifica, pero hemos visto reportajes en los que los niños del África mísera desmontan y reciclan la chatarra tecnológica que la Europa satisfecha de su civilización y de sí misma les remite para evitar la contaminación con los despojos del progreso.
            Mi amigo Yoni dejó atrás su tierra y a su familia numerosa cuando apenas despertó de la corta adolescencia de los africanos pobres. Nunca habló demasiado de sí mismo, pero sabemos que huyó de Senegal, de la violencia callejera, de la miseria permanente y del movimiento independentista  que incendiaba el sur del país con la violencia terrible de las guerras civiles que dejaron atrás las fronteras artificiales que trazó la colonización del hombre blanco.
            De su viaje cruzando los desiertos africanos, de su aventura marítima hasta alcanzar Italia, podría escribirse una odisea verdadera, mucho más dramática y peligrosa que el periplo marino de aquel griego enamoradizo y astuto que ideó la treta para vencer a la inexpugnable Troya.
            Mi amigo Yoni es como una liebre. Carece de papeles. Entre nosotros ha conocido ya la “trena”. Alguna vez fue sorprendido en actividades atentatorias contra la propiedad intelectual, con un macuto cargado de copias piratas de películas. De su última experiencia y de la amenaza judicial de expatriación, si reincidía, salió ya reformado. Por lo que sé, ahora se dedica a la venta callejera de imitaciones chinas del arte popular africano.
            No parece un oficio lucrativo. Pero Yoni es orgulloso, altivo, noble. Hay días que apenas saca cinco euros para comer un bocadillo. En momentos  de mucha necesidad recurre a los amigos. Pide prestado para pagar el alquiler del piso compartido con un número de  africanos como él que se niega a concretar. Siempre devuelve los préstamos, poco a poco. Aunque pasen meses, él no olvida sus deudas.
            Yoni es un hombre pobre, pero no es un mendigo. No acepta que nadie se apiade de su hambre. Difícilmente acepta nunca una invitación en la barra del bar. Huye, en sentido literal, si media ofrecimiento.  Alguna vez he logrado que aceptara el mío y me concedió la satisfacción de saciar su hambre para sentirme mejor como persona.
            Recuerdo un añonuevo. Hará quizá tres años; probablemente, cuatro. Un grupo habitual de conocidos de barra de bar a los que él frecuentaba nos propusimos hacer que él y sus compañeros de piso tuvieran algo que celebrar aquella noche. Lo citamos. Habíamos comprado una empanada gallega industrial, de proporciones considerables, una caja de langostinos y algunas botellas de cava.
            Yoni dudó bastante tiempo antes de aceptar los regalos. Al fin los aceptó.
            “Esperad aquí. Media hora” – nos dijo.
            Fue puntual. Apareció con varios compañeros. Traían un sabar de su tierra, quizá una imitación china, un instrumento de percusión adornado con cintas multicolores. Fue la hora de música y cantos africanos más auténticos que yo pueda conocer jamás. Estábamos sobrecogidos. Conscientes de que vivíamos un momento irrepetible y que no sabríamos explicar en el futuro. Fue su forma de agradecernos el regalo, el pago  que estimaba imprescindible para poderlo aceptar. Y su abrazo  de despedida fue sentido.
            Hace algún tiempo que no tengo noticias de Yoni. Yo he cambiado de barrio.
            Hoy me ha venido a la memoria por los titulares de la prensa.  “Sanidad exige sesenta euros mensuales a los sin papeles si desean atención médica” , una especie de seguro o convenio de asistencia.
            Deseo que mi amigo Yoni siga siendo saludable durante mucho tiempo. No quisiera estar en la piel o en la conciencia del médico  que le tenga que negar asistencia si un día acude al hospital con una apendicitis, una fractura, una fiebre elevada, una hemorragia… Y sin papeles.
            Sé que mi amigo Yoni sólo podría pagar esa asistencia con el sabar y las canciones de su tierra.

           

lunes, 6 de agosto de 2012

Miedo a la libertad


           Ana Mato ha debido confundir la finalidad de su cartera. Que supiéramos Rajoy la había nombrado ministra de Sanidad, con los añadidos que dicho cargo lleve. Por ejemplo, consumo.
            No sabíamos que también la hubiera nombrado ministra de Propaganda. Estábamos en un error. La presidenta del Instituto Nacional de Consumo, organismo que depende directamente de la ministra, ha amenazado con la disolución a FACUA, como organización de consumidores, si no retira de su web las críticas a los recortes de gobierno. Dicha crítica- en opinión del ministerio- no cuadra con los fines de las asociaciones de consumidores.
            ¿No? ¿Acaso la subida del IVA no nos afecta como consumidores? ¿Es que la reforma laboral no afecta a la capacidad- como consumidor potencial- de cada uno de los trabajadores de este país? ¿Puede ser que las medidas de copago farmacéutico afecten a ciudadanos consumidores de otro hemisferio? ¿La pérdida de mis pagas extraordinarias - de por vida supongo- no afecta a los comerciantes de mi barrio? 
            Cuadre o no cuadre, ¿quién diablos es Ana Mato para prohibir a una asociación de ciudadanos publicar su valoración de las medidas del gobierno?
            Si; medidas de este tipo nos dan la estatura moral de este gobierno; su respeto a los principios democráticos; su sensibilidad frente a los destrozos que su política errática y cobarde han generado a este país.
            Si Ana Mato fuera un ministra responsable, entregada a la función primordial que la Constitución le tiene encomendada, debería estar dejándose el pellejo para evitar que las imposiciones de Montoro a las Comunidades Autónomas – que son las imposiciones del FMI, del BCE y de la Europa rica- obligue a cerrar incontables hospitales y servicios de urgencia.
            Pero parece mucho más acorde a sus intereses de partido limitar la libertad de expresión de los ciudadanos.
            No les basta con repetir sus “mantras” una y mil veces para justificar su “singobierno”. Además quieren amordazar nuestra conciencia.
            Me gustaría ser creyente, para poder decir “Dios los confunda”, pero ya se les nota confundidos. Nunca, en democracia, hemos tenido un gobierno tan mediocre, tan inútil, tan dañino, tan digno de reprobación, tan miserable.
            Por si FACUA tuviera que plegarse a la amenaza, desde hoy yo publicaré sus críticas en mi propio blog. A mí  no pueden quitarme ya gran cosa. Me lo han quitado casi todo. Y lo que me queda, mi puesto de trabajo como funcionario público, ganado en dura oposición, les costaría un escándalo desmesurado arrebatármelo.
            Y, además, me queda la esperanza. Cada medida de este gobierno me hace mas fuerte, más convencido de la justicia de mi causa, que es la causa de los seres humanos frente a  la inmoralidad y la falta de legitimidad democrática.
            ¡Menudo pataleo, señora ministra! ¿Conoce usted aquella historia del niño que intentaba trasladar, cubo a cubo, el agua del mar a un pocillo que había excavado en la arena de la playa...? La escribió Agustín de Hipona. Quizá por este nombre no le suene. Sí, san Agustín, mujer. No lo habrá leído, pero le sonará por lo de la santidad, del colegio de monjas ¿No?. 
          Pues, su esfuerzo por controlar la libertad es un esfuerzo tan inútil como el empeño de aquel niño. Son ustedes de una torpeza lastimosa. Y nos dejan mal como país, porque el resto del mundo nos observa. Y lo peor del caso es que , por el comportamiento del gobierno, nos califican como colectivo: simples, torpes, lastimosos, primarios, ineficaces...  A fin de cuentas, el gobierno nos representa. Lo hemos elegido. En mala hora, desde luego. Pero, es nuestra proyección internacional. 
        Nos costará siglos librarnos de los prejuicios que este gobierno nos ha ido  generando en el resto del mundo.