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viernes, 10 de agosto de 2012

Cuatro patas para un potro de tortura


            Decía Rajoy recientemente que, cuando conociera las condiciones del rescate, decidiría lo mejor para España.
             Ya las conoce. Otra cosa es que el gallego quiera reconocerlas.
           El F.M.I. expuso  las suyas con meridiana claridad hace ya algunas fechas. Tres patas sobre las que asentar el potro de tortura. A saber:
             El IVA no ha subido suficientemente todavía. Hay que apretar en la cesta de la compra subiendo los impuestos indirectos, los más injustos de todos los impuestos de los que el Estado dispone y los que más afectan al único motor que nos queda para mantener empleo precario: el consumo interno. 
            Hay que prolongar de forma inmediata, sin plazos y dilaciones, la vida laboral y establecer nuevas fórmulas para el cálculo de la percepción de la pensión, lisa y llanamente, ¡bajarlas! 
         España, por último, tiene que revisar a la baja sus generosas prestaciones por desempleo; lisa y llanamente ¡que se jodan los parados!, por darle utilidad a esa insigne expresión acuñada por la diputada Fabra.
            Y hoy, a Draghi, ese pretendido rey sol de las finanzas  comunitarias cuya servil función  es ejercer de testaferro de  la banca alemana , le ha debido parecer que un potro de tortura montado sobre un trípode quizá no cumpla satisfactoriamente su función. Y ha sacado de su taller  la cuarta pata.
            Lo ha dicho sin pestañear, adoptando el aire tranquilo y sosegado de un hombre que quiere parecer honesto, sabio, ponderado. En España los sueldos son demasiado altos. Cuando se reduzcan, el empleo florecerá como las margaritas en un prado de abril que agradece las primeras lluvias y el sol atemperado de la primavera.
            ¿He mencionado ya a David Ricardo en documentos precedentes? Curiosead en el navegador. Escribid “ley de bronce de los salarios” y os daréis de cara con el fantasma de este teórico del capitalismo descarnado, eufórico porque ha sido recuperado por la Unión Europea cuando ya casi habíamos olvidado su existencia. ¡Keynes ha muerto. Viva Ricardo!
            Draghi lo enarbola hoy como la bandera de la recuperación, con la misma soberbia con la que se supone que bajó Moisés del Sinaí portando las tablas de la Ley. Sin máscara, a pecho descubierto, como aquellos que se saben vencedores de antemano, porque conocen la debilidad del contrincante.
            Sabed que no hay en estas propuestas ni una verdad técnica nacida de la experiencia o de la ciencia. El único fundamento es ideológico. El mercado, eufemismo enmascarador para nombrar al capital especulativo y criminal, debe prevalecer sobre el ordenamiento democrático, sobre las constituciones, sobre la organización social y política de los estados, sobre los valores en los que tengamos establecidas las reglas del juego de nuestra convivencia. Los ahorros alemanes regirán nuestra vida en un futuro que se me antoja largo; el excedente financiero de la Europa rica establecerá las condiciones de nuestra vida. Y serán duras. Su ayuda llegará con cuentagotas; pero sus exigencias, inevitables, durísimas, indignas, inundarán nuestras vidas con la violencia del río que escapa de una presa que se rompe.
            Cuando digamos sí al rescate “suave”,- ya es gana de prostituir una palabra- podemos arrojar la Constitución del 78 al contenedor de papel y dará igual que no celebremos elecciones mientras dure la tortura. Resultarán inútiles. Habremos perdido la capacidad de decidir.

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