Decía Rajoy
recientemente que, cuando conociera las condiciones del rescate, decidiría lo
mejor para España.
Ya las conoce. Otra cosa es que el gallego quiera
reconocerlas.
El F.M.I. expuso las suyas con
meridiana claridad hace ya algunas fechas. Tres patas sobre las que asentar el
potro de tortura. A saber:
El IVA no ha subido suficientemente todavía. Hay que apretar
en la cesta de la compra subiendo los impuestos indirectos, los más injustos de
todos los impuestos de los que el Estado dispone y los que más afectan al único
motor que nos queda para mantener empleo precario: el consumo interno.
Hay que
prolongar de forma inmediata, sin plazos y dilaciones, la vida laboral y establecer
nuevas fórmulas para el cálculo de la percepción de la pensión, lisa y
llanamente, ¡bajarlas!
España, por último, tiene que revisar a la baja sus
generosas prestaciones por desempleo; lisa y llanamente ¡que se jodan los
parados!, por darle utilidad a esa insigne expresión acuñada por la diputada Fabra.
Y hoy, a Draghi, ese pretendido rey
sol de las finanzas comunitarias cuya servil
función es ejercer de testaferro de la banca
alemana , le ha debido parecer que un potro de tortura montado sobre un trípode
quizá no cumpla satisfactoriamente su función. Y ha sacado de su taller la cuarta pata.
Lo ha dicho sin pestañear, adoptando
el aire tranquilo y sosegado de un hombre que quiere parecer honesto, sabio,
ponderado. En España los sueldos son demasiado altos. Cuando se reduzcan, el
empleo florecerá como las margaritas en un prado de abril que agradece las
primeras lluvias y el sol atemperado de la primavera.
¿He mencionado ya a David Ricardo en
documentos precedentes? Curiosead en el navegador. Escribid “ley de bronce de
los salarios” y os daréis de cara con el fantasma de este teórico del
capitalismo descarnado, eufórico porque ha sido recuperado por la Unión Europea
cuando ya casi habíamos olvidado su existencia. ¡Keynes ha muerto. Viva Ricardo!
Draghi lo enarbola hoy como la
bandera de la recuperación, con la misma soberbia con la que se supone que bajó
Moisés del Sinaí portando las tablas de la Ley. Sin máscara, a pecho
descubierto, como aquellos que se saben vencedores de antemano, porque conocen
la debilidad del contrincante.
Sabed que no hay en estas propuestas
ni una verdad técnica nacida de la experiencia o de la ciencia. El único
fundamento es ideológico. El mercado, eufemismo enmascarador para nombrar al
capital especulativo y criminal, debe prevalecer sobre el ordenamiento democrático, sobre
las constituciones, sobre la organización social y política de los estados, sobre los
valores en los que tengamos establecidas las reglas del juego de nuestra convivencia.
Los ahorros alemanes regirán nuestra vida en un futuro que se me antoja largo; el
excedente financiero de la Europa rica establecerá las condiciones de nuestra vida.
Y serán duras. Su ayuda llegará con cuentagotas; pero sus exigencias, inevitables,
durísimas, indignas, inundarán nuestras vidas con la violencia del río que escapa
de una presa que se rompe.
Cuando digamos sí al rescate “suave”,-
ya es gana de prostituir una palabra- podemos arrojar la Constitución del 78 al
contenedor de papel y dará igual que no celebremos elecciones mientras dure la
tortura. Resultarán inútiles. Habremos perdido la capacidad de decidir.
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