El motín de té es un acontecimiento histórico relacionado con la independencia de los
Estados Unidos. No viene al caso profundizar demasiado en aquel hecho. Pero tiene esa histórica
connotación de punto de partida en la lucha por la independencia y por la
soberanía, un cierto halo legendario de rebeldía.
En
la actualidad esos elementos se los ha apropiado el “Tea Party” ,
una especie de 15 M reaccionario que ha logrado incrustarse en el ala más
conservadora y ultraliberal del Partido Republicano de los Estados
Unidos, defensora a ultranza de no aumentar los impuestos a los más ricos y
contraria a la reforma sanitaria propuesta por el presidente Obama, que toma
como referencia lejana el sistema sanitario español.
La
Seguridad Social gestionada por el estado les parece “socialismo”.
Existe
en EE.UU., desde 1965, un programa de “beneficencia”,
el Medicare- fijaos que digo de beneficencia- , y que consiste en una especie
de seguridad social costeada parcialmente por el Estado - hay copagos de más de 100 dólares diarios en caso de
hospitalización prolongada- para personas de más de 65 años sin recursos y sin
otros seguros médicos, para niños en circunstancias similares, y para enfermos
crónicos de algunas enfermedades, igualmente sin recursos.
Atender
a los más necesitados no está considerado como un deber del Estado, sino como
un acto de caridad. En resumen, es la “caridad” del Estado para los que carecen
de recursos y por razones de edad o de salud no pueden cuidar de sí mismos.
El
Partido republicano, empujado por el “Tea
Party”, si triunfa en las próximas elecciones generales, planteará un
recurso contra esa disposición legal, que considera contraria a la Constitución
Americana. Hasta ahí parece coherente con su filosofía insolidaria, nacida de
una visión sesgada del Estado. Cada uno debe velar por sí mismo. El Estado no
tiene derecho a “robarnos” impuestos para atender a los individuos que son
responsables de su propia vida. Punto. Ese es el núcleo de la ideología de la derecha
americana.
En
las filas del “Tea Party”, el
integrismo religioso encuentra acomodo fácilmente. Fue noticia una propuesta
emanada de su seno, y que tuvo en duda a algunos estados donde su influencia es
mayor, sobre la conveniencia de erradicar de los libros de texto en las
escuelas las referencias a la teoría de la evolución y sustituirla por el
creacionismo bíblico como la única verdad científica aceptable sobre el origen
de la vida y del hombre. No sienten empacho en negar evidencias científicas si
incomodan a sus intereses o a sus creencias.
Contrasta
esa revisión creacionista de la ciencia empírica con su descarado “darwinismo”
en materia social. Si mueren los más pobres, lo tendrán merecido. El mundo es
de los fuertes. O mejor, de los ricos.
El “Tea
Party” ha ocupado en ese mundo de contrastes insoportables, -EE.UU. acumula, seguramente, el 80% de las
grandes fortunas del mundo, genera con su actividad especulativa la mayor parte
de las tensiones económicas mundiales, y censa en su territorio casi 80
millones de ciudadanos al borde la de pobreza, cuando no plenamente
sumidos en ella,- una posición muy dominante en apenas cinco años de
existencia. El candidato a la Casa Blanca, Mitt Romney, ha propuesto a uno de
los políticos republicanos más próximos al “Tea
Party” como vicepresidente del
gobierno, si consigue el triunfo en las próximas elecciones. Es el más feroz
defensor de la inutilidad de Estado. Los impuestos a los más ricos son un
crimen, un ataque al capitalismo, el verdadero credo que los une. Seguramente
que la máxima “menos estado” nos resulta familiar.
Es
la panacea que esgrimió Rajoy para sacarnos de la crisis. La coincidencia del
discurso no es casual. El PP transfiere a nuestra vida la ideología dominante
de la FAES, la fundación que preside José María Aznar, porque la sombra de
Aznar es alargada y porque el Partido Popular carece de principios ideológicos. Es una amalgama de
intereses cohesionados en torno a las medidas con las que el capital se
defiende del Estado. Son tan sólo el instrumento del dinero.
Y
Aznar es un becario europeo del “Tea Party”. Podría serlo de cualquier otra
ideología con cierta proyección internacional con sede en los Estados Unidos,
porque no soporta que Europa lo haya ignorado de forma manifiesta. Como
cualquier tipo mediocre, envenenado por su propia soberbia – de esa coincidencia
surgen los dictadores más duraderos y crueles- podría adscribirse a cualquier
oferta donde su ego encuentre proyección y conferencias pagadas a precio de
premio nobel en las que despelleja a su país. Así que no puede sorprendernos
esta inesperada conexión.
Pero
la crónica de hoy tenía que ver con las violaciones “legítimas”. Pues bien,
vamos a ello. El congresista Todd Akin, candidato al senado estadounidense por
el estado de Missouri, y miembro del “Tea
Party” afirmó ayer mismo que está en contra del aborto, incluso en caso de
violación. Estaba sentado junto a un predicador de alguna de esas iglesias
americanas que tan bien saben manejar los medios de comunicación y las
donaciones de los fieles. Lo justificó con una frase que nos obliga a
reflexionar. “Es casi imposible que en una violación, y más en el caso de las violaciones legítimas, una mujer se
quede embarazada. El cuerpo de la mujer tienen maneras de cerrarse”.
No
lo explicó. Nos quedamos con las ganas de que este prócer de la patria
americana nos explicara la diferencia entre una violación “legítima” y otra que
no lo es. Sinceramente. Porque es una cuestión transcendental.
¿Creéis
que le han vuelto las espaldas las
encuestas? Pues no estáis en lo cierto.
Hoy aventaja a la candidata demócrata en un 11% en la intención de voto en el estado de Missouri, un estado donde una buena parte la población vive al borde mismo de la pobreza . ¿Qué
ha hecho tan mal esa mujer? Defender el programa, mucho más solidario y
razonable, de Obama. Consiste en aumentar ligeramente los impuestos a los más
ricos para atender a los más desfavorecidos y más castigados por la crisis.
Obama debe estar loco, desde luego. ¿A quién se le ocurre semejante estupidez…?
Quizá
el Partido republicano consiga la victoria, con la inestimable colaboración del
“Tea Party”. Casi estoy deseando que lo haga. Lo lamento.
Yo amo las palabras. Siento una curiosidad casi enfermiza por la definición de violación legítima por parte de los
legisladores del “Tea Party”.
Se
definen como el paraíso de las libertades y la democracia más pura de la
tierra. Y hay quien dice que las
hipérboles más desmesuradas las generó el Barroco literario.
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