La
imagen de Rajoy paseando por Nueva York fumando un habano plácidamente ha dado
varias vueltas al mundo. Contrasta su placidez con la tensión que en ese
momento se vivía en España en los alrededores del Congreso. Rajoy es un
fugitivo por genética. Se lo demanda el epitálamo, ese cerebro reptiliano que
nos acompaña desde la noche de los tiempos y
que hace prevalecer los impulsos primarios y la supervivencia sobre las
obligaciones morales y la ética. Huye de la responsabilidad de forma
compulsiva. Y cuando se ve abocado a dar la cara, miente.
Conocía los planes del Ministerio
del Interior y de la Delegación del Gobierno en la Comunidad de Madrid para
atajar la riada de indignación que solicitaba la dimisión de su gobierno y la convocatoria de elecciones por incumplimiento manifiesto de los compromisos electorales.
Estuvo en la urdimbre seguramente. Y prefirió la distancia, como suele ser
habitual.
Ya no engaña a nadie. Lo han calado.
Un tercio de quienes confiaron en las promesas falsas del Partido Popular en
las elecciones generales hoy no lo votarían
de ninguna manera. Afortunadamente.
La prensa internacional, incluyendo
la muy conservadora y liberal prensa económica de habla inglesa, lo despelleja
sin piedad. Financial Times le ha
dedicado un editorial demoledor muy recientemente. No dice otra cosa que lo que
ya sabemos y denuncia cada día la mayoría ”no silenciosa”. Lo tilda de
individuo “oportunista sin sentido de la oportunidad”, es decir, un “listillo” que actúa con una torpeza lastimosa, un tahúr aficionado que ni siquiera ha aprendido a barajar. Dice de él que es alguien que gobierna por decreto, sin dar explicaciones ni al Parlamento ni a
los ciudadanos. Lo califica, igualmente, de presidente de gobierno que gobierna
por intereses partidistas, sin atender a las necesidades de la nación.
En fin,
todo un dechado de cualidades imprescindibles para sacarnos del atolladero que
nos quita el resuello.
Otros medios denuncian su cinismo que llega a desesperar a los socios europeos, cuando presenta ante el país el
rescate como un triunfo político de su gobierno y oculta ante la opinión
pública las medidas impuestas por Europa negando, incluso, su existencia.
Un
prestigioso periódico alemán le ha otorgado varias veces el título deshonroso
de “pinocho del día”, con el que distingue a los políticos más mentirosos de
Europa.
O sea, que lo han calado. Y nos han
calado. No sólo somos pobres, perezosos, incapaces de cumplir nuestros
compromisos. Encima, tenemos un gobierno de pacotilla, al que le hemos otorgado
mayoría absoluta.
Como para que nos baje la prima de riesgo.
Así que no sé qué celebraba este
tipo en Nueva York.
¿Quizá que los últimos datos sobre
el nivel de pobreza infantil en España
se han agravado y que ya es un problema estructural del que la
población afectada tardará en salir, si es que sale? Uno de cada cuatro
escolares españoles está ya por debajo del umbral de la pobreza. Muchos de
ellos sólo hacen una comida decente al día, la que le proporcionan los
comedores escolares, cuando pueden pagarla. Cualquier observador imparcial y
desapasionado os dirá que esta situación priva a buena parte de la población
escolar de un derecho básico: la igualdad de oportunidades. Se incrementará el
fracaso y el abandono escolar; exactamente lo contrario de los que predica el
ministro Wert de su reforma.
¿Puede que estuviera celebrando que
la inflación- el precio de la cesta de la compra de una familia media-, ese
enemigo declarado de Alemania y del BCE, se ha disparado en España desde
finales de Agosto, agravando la situación de los más desfavorecidos? Casi un uno
por ciento se han encarecido nuestros precios durante el mes de septiembre. En
eso somos los mejores de Europa. Si la escalada de los precios sigue esa tendencia,
unida a la profunda recesión económica que atenaza al país, somos un enfermo terminal.
Nos queda escaso recorrido.
¿Celebraba que el aumento del IVA ha
producido un daño colateral de cinco mil millones de euros en lo que el Estado ha
de pagar por las pensiones en los próximos dos años? ¿Recaudará suficiente con ese aumento irracional del impuesto indirecto para
afrontar ese gasto ? ¿Recaudará lo suficiente para contrarrestar la disminución
del consumo privado?
¿Estaría fumándose ese puro a la salud
del presidente de la Organización Internacional del Trabajo que tilda las políticas
de recortes y la destrucción de puestos de trabajo en España como un suicidio colectivo?
Algo debería estar celebrando, desde
luego. Pero yo no veo motivos para celebración alguna.
Honestamente lo pregunto, incluso a quienes
celebraron alborozados la victoria del Partido Popular en las elecciones generales
de noviembre ¿Han hecho algo que este país les pueda agradecer?
En conciencia, ¿alguien lo cree? Porque yo creo que nos están arruinando y nos dejan sin futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario