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lunes, 23 de julio de 2012

España es un laboratorio "Ricardiano"


(17-07-2012)
            A medida que avanzamos hacia la ruina definitiva del país  con las medidas del gobierno cabe preguntarse si es por una especie de fidelidad a los principios del liberalismo radical  o si persiguen un objetivo real. Que hay que pagar nuestras deudas parece indudable; el cómo y el quién es lo que nos mantiene al borde de la ruptura social, porque muchos consideramos que las medidas son, además de injustas, ideológicas, inadecuadas e irresponsables.
            La sensación es que la aquiescencia del gobierno , por convencimiento o porque sigue dictados de algún poder oculto que es el que gobierna en realidad, España se está convirtiendo en un laboratorio de experimentación que bordea los comportamientos criminales, porque se trata, en realidad, de  un crimen contra la constitución y contra los ciudadanos. Un experimento “Ricardiano”. Se trata de saber cuál es el límite de resistencia vital de los trabajadores, los parados , los funcionarios. Se trata de saber con qué prestaciones mínimas se puede sobrevivir y ser todavía fuerza de trabajo aprovechable. Hay otro experimento aun más cruel, averiguar cuánto sobrevivirá una persona dependiente sin la ayuda de otros.
            Cuando ese límite esté claro y contrastado,  ya que no se pueden devaluar la moneda, devaluarán los salarios y los servicios de Estado justo hasta ese límite de supervivencia.    
            La devaluación de la moneda común sólo lo consiguió Alemania en los orígenes de esta crisis, para favorecer su exportación. En 2002 Alemania tuvo su particular burbuja tecnológica. Para superarla necesitó la devaluación del euro. Y el BCE inundó de dinero los circuitos financieros. Para Alemania funcionó. Nosotros vivimos el espejismo de la riqueza.
            Fue aquel tiempo en que nuestras Cajas de Ahorro inundaban nuestro correo con “prestamones”, el tiempo en que los directores de nuestras sucursales dejaban de hablarnos si no le aceptábamos un préstamo al consumo que no necesitábamos. Los préstamos hipotecarios solían exceder un 25% los costes reales de las viviendas que comprábamos. El Banco lo ofrecía por propia iniciativa. Y nos sentíamos encantados de haberlos conocido, tan amables, tan dispuestos, ten dadivosos. Aquello incrementó nuestra fragilidad. Cualquier economista sensato lo sabía. Pero sacar al gigante de su crisis bien valía el sacrificio del miserable sur. Nos preparaban para la hecatombe, término griego que significa  textualmente “sacrificio de cien bueyes”. Hemos sido los bueyes sacrificados por la estabilidad de Frau Merkel y su ordenada nación.
            Ahora toca releer a Ricardo. Todo el mundo es consciente, absolutamente todo el mundo, de que lo que vivimos es una crisis financiera con todas sus consecuencias. Pero la derecha ideológica se ha empeñado en hacernos creer que en España esta crisis ha sido causada por el mercado de trabajo, por el exceso de los salarios, de las prestaciones sociales o por  los costes salariales de los funcionarios y los servidores públicos.
            Y en cuestión de devaluación de salarios este gobierno de derechas si tenía un plan. En primer lugar se arbitra por decreto ley la reforma laboral, siguiendo al pie de la letra los dictados de la patronal. Ahora reduce las prestaciones por desempleo. La única alternativa que le quedará a los desempleados será aceptar los salarios de hambre, la esclavitud legalizada que han diseñado para ellos, si es que alguna vez se recupera el mercado de trabajo. Porque hasta ahora la reforma laboral sólo ha facilitado los despidos.
            Y en cuanto a los servidores públicos, la suerte está echada. Primero fue la campaña de desprestigio para que el resto de la ciudadanía se inhibiera en el previsible enfrentamiento; luego, la calculada masacre a la que está sometiendo los salarios públicos, la reducción de puestos de trabajo en los servicios que ha de prestar el Estado; y con ello, el deterioro de la calidad de vida de los ciudadanos.
            No son el gobierno. Son esbirros de los poderes fácticos e inhumanos que nos han parasitado la mayor parte nuestras vidas. Y, lejos de sacarnos de la crisis, están llevando  al país a la ruina a la velocidad de la luz

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