(30-05-2012)
Habría algún programa en la cabeza del PP. Sin
duda alguna. Menos Estado, que sepamos.
Al calor de la crisis, desmontar vía
presupuestos la mayor parte de los servicios públicos o minimizarlos;
liberalizar el mercado de trabajo, lo que traducido viene a significar dejar a
los trabajadores por cuenta ajena y sus derechos a merced de la voluntad del
empresario; modificar el modelo autonómico ; minimizar la influencia de la
oposición mediante el control de los medios de comunicación públicos, o
mediante su ninguneo amparándose en la mayoría absoluta; fraguar una
amnistía fiscal para los defraudadores de gran calado , gente afín a la
ideología -¿o habría que decir intereses?- conservadora; y modificar
algunas leyes molestas para la conferencia episcopal y el sector más rancio de
nuestra sociedad.
¡Y todos contentos!
La desconfianza de los mercados cesaría en
cuanto Mariano Rajoy tomase posesión de la Moncloa, a la cabeza de un gobierno
como dios manda. Pero la prima de riesgo bordea durante semanas límites de
catástrofe y la Bolsa conoce las peores caídas de su historia.
Las reformas liberalizadoras - las más feroces
de cuanto hayan dispuesto gobiernos democráticos en las últimas décadas-
producirían sus efectos inmediatos. Pero el paro crece y no dejará de hacerlo
durante toda esta legislatura. Y en pocos meses de gestión este gobierno ha
recibido más muestras de rechazo que ningún otro en la historia de la democracia
reciente, por una buena parte de la ciudadanía.
El Partido Popular se caracteriza, según
doctrina defendida por sus voceros, por su buena gestión en cualquier lugar
donde gobierna. Pero son sus comunidades -Madrid y Valencia, y no
Andalucía curiosamente, amenazada hasta límites insoportables por el ministro
Montoro durante la campaña previa a las elecciones en esta Comunidad- las que
han provocado una subida inesperada en el déficit del 2012 por la ocultación de
su propio déficit en miles de millones.
Bankia - no olvidemos el control político del
Partido Popular en esta institución y la encarnizada lucha por su control en el
seno del partido- era anteayer un modelo exportable de gestión financiera. Pero
hoy precisa 24.000 millones de euros del dinero público para tapar sus
agujeros , mientras arrastra al sistema financiero español a una
intervención europea.
Mientras, la sensación de la ciudadanía
intranquila es que nadie gobierna ; se desparraman ocurrencias. Pero eso no es
gobernar. Y es cada día más difícil culpar a Zapatero. Entre otras cosas porque
la memoria del pueblo es de corto recorrido. Y porque la mayoría absoluta que
el pueblo les otorgó estaba fundamentada en una cierta -e injustificada-
esperanza de mejora.
Allá el pueblo con su fe de carbonero.
Rajoy se multiplica en inútiles besamanos por
las cancillerías de media Europa mendigando que el BCE compre deuda española.
De paso pone una vela a dios y otra al diablo, es decir, una vela a Merkel y
otra, a Hollande.
Se dice que ocupa el escaso tiempo libre en
intentar comprender por qué sus reformas empeoran la situación del país. Pero
lo que sabemos con certeza de este hombre de estado - como dios manda- es que
se ha vuelto más esquivo que nunca: esquiva al Parlamento, esquiva a la
oposición, esquiva a los medios de comunicación y con ello evita dar
explicaciones al pueblo que lo votó, y se rumorea que también esquiva a sus
ministros. Queda Soraya, admonitoria, envarada, tensa, sola, transmitiendo los
viejos "mantras" que a nadie tranquilizan.
¡Y los ministros! Los más osados,
repartiendo ocurrencias para ocupar espacio en los periódicos, para dar
sensación de actividad. De los demás, nada sabemos. Son oscuros, invisibles,
como si no fueran necesarios. Es decir, un gobierno como dios manda que hará los
que hay que hacer.
El de Justicia pontifica sobre la verdadera
condición de la mujer-mujer, paridora de hijos, establece una justicia de dos
velocidades, según las disponibilidad de efectivo del litigante y establece
tasas que , de hecho, limitan el acceso de una buena parte de la población a la
justicia. Justamente lo que establece la Constitución. Mientras el Consejo
Superior del Poder Judicial sufre una hemorragia de desprestigio sin
precedentes, sin que el ministro tenga opinión y sin que nadie se vaya,
avergonzado, a su casa.
La Ministra de Trabajo da una vuelta de tuerca
leonina a las condiciones del trabajador, por si el Decreto inicial no había
dejado satisfecho al empresario.
El Ministro de Interior autoriza una marcha de
radicales de ultraderecha el día en que las dos aficiones más
radicalmente nacionalistas, encendidas de paso por la señora Aguirre, se dan
cita en Madrid. Todo un acierto. ¿Os es que era una amenazador elemento
disuasorio para los portadores de ikurriñas y senyeras, producto de una
calculada estrategia?
El de Economía se cobra facturas personales
pendientes con el gobernador del Banco de España, desprestigiando de forma
escandalosa a la Institución y encomienda la evaluación del sistema financiero
español a dos compañías privadas, "contaminadas" por intereses
comerciales. Como soltar un oso en un colmenar. Las consecuencias según muchos
expertos serán catastróficas. Ninguna otra medida sería más dañina. ¿Lo que
dios manda? Guindos es un pirómano. Falta saber si por incompetencia o por
intereses inconfesables. Conviene repasar su currículum y comprobar su pasado
más reciente.
¿Y el de Educación? Es un hombre-récord.
Ningún ministro conocido ha logrado en menos tiempo peor valoración y más
enemigos en su ámbito que este brillante- según dicen-, soberbio, imprudente y
narcisista tertuliano. Espero que tarde en dimitir. Provoca cada día una
cascada de agravios. Ayudará mucho a desbancar a la derecha del poder. Él y
Beteta son dos bombas retardadas de autodestrucción masiva.
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