(16-04-2012)
Ciertamente el Partido Popular
consiguió su mayoría absoluta de forma indiscutible y legítima según las reglas
que marca la Constitución. En los sistemas democráticos el pueblo es dios.
Concede o quita con su voto la posibilidad de gobernar.
El procedimiento no fue elegante,
desde luego. Se amparó en la crisis. Acusó al gobierno de haberla desatado.
Mintió a sabiendas. Fue una mentira bien urdida. Dio dividendos inmediatos: la
mayoría absoluta. Otros dividendos quizá se cobrarán en el futuro, porque desmontó
buena parte de la confianza ciudadana en el único partido español con
posibilidades de arrebatarle la mayoría en el futuro. Pero, quizá, hasta el
oportunismo y la mentira para desprestigiar al contrincante recibirán los
aplausos de los partidarios. Todo vale.
Lo extraño es que consiguió la
mayoría absoluta repitiendo "mantras" que a nada comprometían:
"haremos lo que hay que hacer"... "seremos un gobierno como dios
manda"... "los mercados aflojarán su presión en cuanto tengamos un
gobierno que sabe lo que hay que hacer"...
Nadie pudo arrancarle a Mariano
Rajoy una sola concreción sobre el programa mágico que habría de sacarnos de la
crisis. Ni un compromiso concreto. "Lo que dios manda...".
Hay opiniones maliciosas en los
medios de comunicación que se orientan en una doble vertiente sobre ese
silencio en cuanto al programa de Rajoy y del Partido Popular. Unos, en
consideración a los bandazos que va dando el gobierno en sus medidas según
demanda Ángela Merkel y en consideración a las múltiples y contradictorias
"ocurrencias" de los ministros sobre temas demasiado delicados,
consideran que el Partido Popular no ha tenido, ni tiene, ningún programa
creíble. Improvisa según soplan los vientos y los mercados. Sería duro pensar
que este país le ha dado la mayoría absoluta a un partido sin proyecto para
sacarlo del atasco.
Otras opiniones se decantan por
considerar que sí había un programa y que se ocultó con intención de no poner
en fuga a los votantes, incluso a una buena parte de sus fieles. Me incluyo entre
estos últimos. Quizá no había un programa concreto, pero sí unas líneas
programáticas muy simples pero claras. Sólo una vez oí a Rajoy
hablar de su programa: "Menos Estado. Así saldremos de la crisis..."
Y al parecer, era eso precisamente
lo que dios mandaba. Y el Partido Popular lo está cumpliendo a rajatabla ¿Quién
en su sano juicio se atrevería a contrariar la voluntad de dios, o de Merkel?
Hoy, otro día infausto en nuestro
presente reciente como pueblo, para el umbral de nuestros logros como ciudadanos,
para los derechos consubstanciales que garantiza la Constitución , el
gobierno del Partido Popular toma de nuevo las tijeras podadoras y empobrece
las ramas del estado protector que entre todos hemos levantado. Hoy toca la
Sanidad Pública y la Educación, dos pilares básicos que sustentan la igualdad
efectiva ante la ley de nuestro sistema democrático.
El "ínclito" Luis de
Guindos recientemente ya había abonado el camino con una de esas preguntas
retóricas retorcidas de intenciones inconfesables. "¿Os parece razonable
que paguemos las medicinas a Botín?" Suponemos que Botín tiene
ingresos para no necesitar el sistema sanitario para mantenerse
saludable. Pero, sí, señor ministro. A muchos nos parece razonable. Y si se
paran a pensarlo, a todos debería parecernos razonable. Nos parece muy
razonable que exista un sistema público de salud como el que tenemos, porque es
de los mejores del mundo. Nos parece razonable que el Sr. Botín goce de esa
prestación si es su deseo. Y nos parece aun más razonable que se sustente en la
aportación de todos los ciudadanos en la medida de sus posibilidades. Eso lo
garantiza un sistema de tributación justo y progresivo. Si el Sr. Botín paga
sus impuestos, nos parece razonable pagarle sus medicinas. De esta forma, con los
impuestos del Sr. Botín, también podremos pagar las medicinas de los
desahuciados y los parados de larga duración.
Hoy el ministro Wert , portavoz
autorizado del gobierno por fin en temas de su cartera, anuncia los recortes en
Educación. Un aumento del 20% en el número de alumnos en cada clase en
cualquier nivel. Una ampliación del horario lectivo del profesorado (12% más de
horas de trabajo, porque sólo nos dedicamos a leer el periódico y a tomar
"cafetitos", según Beteta). Negación de las sustituciones durante las
dos primeras semanas de baja por enfermedad del titular. Simplificación de la
oferta educativa de los Centros Públicos en Bachillerato, con una sola línea:
Letras o Ciencias. Entre otras apenas esbozadas y que explotarán entre las
manos de la sociedad anonadada y desarmada por las amenazas de la crisis que el
gobierno enfatiza cada día.
No abundaré en las consecuencias de
la masificación de las aulas en la enseñanza pública. Cualquier persona
razonable podrá intuirlas.
Pero terminaré estas reflexiones
intentando explicar el título de este escrito. ¡Puro Cinismo! La señora de
Cospedal ha sido hoy la portavoz del gobierno en una comparecencia pública. Ha
estado algo más comedida con el copago/repago y la reducción de prestaciones
sanitarias, pero se ha desmelenado defendiendo las medidas que limitan las
prestaciones educativas de la Enseñanza Pública. No acepta que se emplee en su
presencia el término " recorte". No son recortes, sino
"adaptaciones" dentro del ¿programa? educativo del Partido Popular
que está orientado a la excelencia y a superar el alto índice de fracaso
escolar de los centros españoles.
¿No es cinismo?
Es el procedimiento del
"mantra" que tantos dividendos parece reportarles. Repite una mentira
cien veces, y acabará por parecer una verdad.
Hay otra gran mentira que el Partido
Popular repite sin cesar, y a sabiendas, porque ha de haber en el gobierno necesariamente,
aunque sólo sea por pura estadística, alguien medianamente preparado para
evaluar la situación con objetividad. "No hay más remedio" "No nos
gustan las medidas, pero no caben otras..." Centenares de economistas
prestigiosos de cualquier rincón del mundo vaticinan que Europa se encamina a
la catástrofe. Que las medidas restrictivas son un monstruo enloquecido que se
devora a sí mismo. Que destinar todo el esfuerzo a controlar el déficit
exclusivamente nos conduce indefectiblemente a la ruina. A unos antes que a
otros, desde luego. Pero esa es la única preocupación de la señora Merkel.
Garantizar que se reintegrará a sus Bancos el dinero invertido en la deuda de
otros países. De paso, nos empobrece, restringe nuestra capacidad de
investigación, de formación, de desarrollo, de competitividad en suma. Nos hace
dependiente de la tecnología alemana y dispone de mano de obra muy cualificada
- titulados universitarios, ingenieros, técnicos superiores- a un precio
impensable hace unos años.
¡Cinismo de nuestro
gobierno!
La Europa de los pueblos, la Europa
del Humanismo, del Arte, de la Filosofía, la de las Ciencias Positivas, la gran
referencia mundial en calidad de vida y en derechos humanos hoy ha sacrificado
miserablemente la historia de sus logros en la ambición desmedida del
capitalismo especulativo y en la mediocridad y el servilismo de su clase
política.
Avergüenza que la única esperanza
que nos queda a la izquierda sociológica de este país sean las próximas
elecciones presidenciales de Francia y la previsible y deseable victoria de
Hollande.
¡Pues eso! Algo habrá que hacer. Menos sentirnos
derrotados y entregar sin resistencia doscientos años de luchar por la igualdad
efectiva ante la ley, por la soberanía compartida por todos los ciudadanos.
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