(3-07-2012)
Es tiempo de despedidas en los Centros
Públicos de Enseñanza, ... ¡Despedidas! Ley de vida, y cada una tiene su
discurso.
Uno de los más emocionantes que he escuchado
fue muy breve." Gracias - vino a decirnos a todos los presentes,
compañeros y compañeras de claustro, - por este curso inolvidable. He
encontrado un centro abierto, receptivo, donde se ha respetado mi
independencia, y a la vez se me ha ofrecido un proyecto colectivo adaptable,
flexible, racional al que no me ha costado incorporarme".
¿Y cómo podría ser de otra manera? En este
oficio, que muchos ni entienden ni valoran, la rigidez formal, el exceso de
normativa que pretende regular cada paso que damos, empobrece, lesiona, coarta
el proceso creativo cotidiano, y eso es un tesoro individual que generosamente
el profesorado aporta al rendimiento colectivo. Un centro no se diseña en el
Boletín del Estado, aunque es uno de los objetivos imposibles más perseguidos
por los responsables políticos. O no han estado nunca en ninguno, o hace ya
tanto tiempo que huyeron de las aulas que han olvidado el espíritu fundamental
que flota entre sus muros. La virtud verdadera de un Centro público es encauzar
el agua nutricia de las capacidades, innumerables, de su profesorado. Y si no
lo consigue, todo lo demás es letra muerta.
Mil veces reflexiono sobre este oficio. Mil
veces me siento orgulloso de ejercerlo. Mil veces dudo sobre la legitimidad de
dicho orgullo. ¡Hoy no! Hoy una sonrisa plena me ha ocupado la cara leyendo la
prensa con el primer café de la mañana. Metroscopia ha elaborado una encuesta
sobre una amplia muestra de personas en España. La pregunta es simple.
"¿Aprueba o desaprueba la forma en que
las siguientes instituciones, grupos sociales o figuras públicas están
desempeñando sus funciones?"
En puestos de medalla: Oro: la medicina
pública, según el 93% de los encuestados. La ciencia española logra la plata en
opinión del 90% de los encuestados; y el bronce, según el 88% de las personas
encuestadas, los profesores de la enseñanza pública. ¡Toma ya!
El último lugar, con el 9% de los encuestados,
los partidos políticos. A poca distancia, los bancos, el Parlamento, los
obispos...
En democracia, el pueblo es dios. Oídlo.
Lo que queda de democracia, fundamentalmente
la vinculación del ciudadano con los servicios del Estado, lo estamos
defendiendo desde la función pública. No los partidos.
Os toca mover ficha, idiotas.
No es la economía. ¡Es la política entendida
como vertebración de las aspiraciones de la ciudadanía! Sin nosotros no tenéis
sentido ni justificación.
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