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lunes, 23 de julio de 2012

Una insignificancia


(12-05-2012)
Carlos Dívar, presidente del Consejo General del Poder Judicial, -algo así como la viga maestra en el órgano que debiera ser el armazón moral del estado-, según todas las evidencias ha utilizado recursos públicos para financiar , al menos, 20 fines de semana, "largos o caribeños" muchos de ellos - de jueves a martes- según la jerga de sus propios compañeros de función, en un hotel de superlujo de Marbella.
Tras la denuncia de algunos de los consejeros , su argumento es que los gastos que se le achacan son una insignificancia. Las noticias de prensa estiman dichos gastos en una cantidad superior a los 18.500 €. Ello sin contar los gastos generados por sus escoltas habituales, 7 miembros en ocasiones, tres coches oficiales, dietas, hospedaje, alimentación... Las cantidades que han aflorado en este concepto en algunos de esos fines de semana cuadriplican los generados por el alto funcionario y su acompañante.
Aplicando una media razonable de los datos que han trascendido, los 20 fines de semana placenteros del presidente del Poder Judicial han podido costar al erario público  una cantidad cercana a los 90.000 €.
El  Sr. Dívar debe vivir en otro mundo, si tilda de insignificancia dicha cantidad. O  su ética está tan descompuesta que ha perdido de vista la realidad social del país al que debería servir desde su valorada función.
Le daré algunos ejemplos:
Con esa insignificancia podríamos evitar la reducción -recorte- de tres docentes durante todo un curso en la Enseñanza Pública. Sé de lo que hablo. Gestiono un Centro público con casi sesenta docentes en plantilla.
Esa insignificancia bastaría para afrontar los gastos de funcionamiento de un Centro Público tipo de Enseñanza Secundaria durante todo un curso escolar , abierto y prestando servicio educativo de 8:00 a 21:30, a 650 escolares desde Secundaria a Formación Profesional, pasando por Bachillerato y Educación de Personas Adultas. Sé de lo que hablo. Ejecuto el presupuesto cada año en mi Centro.
Con esa insignificancia podríamos afrontar los costes de 13 jubilados agrarios de Extremadura durante todo un año. Sí, hablo de los que perciben la pensión mínima que alcanza a duras penas los 7000 € anuales. Sé de lo que hablo. Mi padre es uno de ellos.
Con esa insignificancia podríamos costear mi pensión de docente jubilado durante 4 largos años. Sé de lo que hablo. Amablemente, un Sindicato ya me ha calculado la pensión.
Con esa insignificancia le evitaríamos a 1500 jubilados que precisen asistencia farmacológica el "copago" de todo un año, cuando la norma entre en vigor.
Esa insignificancia viene a suponer el salario tipo de un titulado superior, bilingüe, con una carrera técnica y un largo currículum de másters , algunos en el extranjero, durante 5 años en la empresa privada. Sé de lo que hablo; alguno de mis hijos aun da gracias de tener eso, al menos.
Y, sobre todo, señor Dívar, ha empleado usted en sus insignificancias mi cotización por IRPF de los últimos siete años. Sé de lo que hablo, tengo mis impuestos al día.
¿Se imagina a un profesional brillante trabajando durante cinco años para financiar sus 20 fines de semana? ¿Se imagina a tres docentes renunciando a su trabajo con ese fin? ¿Y  al alumnado de mi Centro, masificado, sin calefacción, sin electricidad, sin mantenimiento  o peor atendido, para que usted tenga un magnífico repertorio de restaurantes y de experiencias placenteras que contar a sus amigos? ¿Puede usted imaginar lo que pensarán los 13 jubilados agrarios de mi tierra, convencidos de que las pensiones no están del todo garantizadas...? ¿Sabe lo que yo pienso de la utilidad de mis impuestos de los últimos siete años? Imagínelo. Échele valor, hombre.
Por desgracia usted no es insignificante. Es muy significativo. Significa hasta qué punto estamos necesitados de una regeneración moral en la vida pública, porque usted debería formar parte de las garantías ciudadanas, y, a todas luces, no cumple usted esa función. Si Montesquieu levantara la cabeza...

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