Soy una
persona osada. Lo reconozco. Y fiel a esa constante de mi vida, hoy entraré en
terrenos pantanosos. Arriesgado parece contradecir a Mario Vargas Llosa, un intelectual tan prestigioso, por demás
Premio Nobel, premio Cervantes, premio Príncipe de Asturias de las Letras. Un
hombre-premio en toda la extensión de la palabra. Y Marqués de Vargas Llosa, noble de España,
por si algo le faltara a su envidiable biografía.
En la cuarta página de opinión, en el “El País”, domingo 23
de septiembre, el nobel noble peruano, bajo el título “Esa Juana de Arco
liberal” hace un elogio encendido de Esperanza Aguirre.
Es tan exagerado el panegírico que
uno diría que ya la da por muerta. No de otra manera los creyentes hacen subir
a los altares a sus modelos admirables, beatificación mediante.
Aduce dos grandes virtudes
cardinales de esta ejemplar política contemporánea, casi la única con
convicciones liberales de la España democrática, según él. Ha sido capaz de recortar el
intervencionismo del Estado en la vida económica y social y ha abierto el
imprescindible camino de las privatizaciones de las instituciones.
Ya está todo dicho.
Es la biblia de la derecha económica
y política. El Estado es molesto, regula las relaciones económicas y cobra
impuestos. Y los servicios públicos son un yacimiento de negocio. Hay que
ponerles precio. Ya se sabe, tienes todos los derechos que seas capaz de
costear.
Lo que ha hecho la beatificable
Aguirre.
Por lo demás,- nos dice- si Aguirre hubiera alcanzado
la presidencia del gobierno, España no habría conocido la crisis en la que
estamos atrapados. Con su brillante armadura liberal nos tendría,
probablemente, a la cabeza de Europa.
Debe ser que las medidas que está
estableciendo el “izquierdista” gobierno de Rajoy no son suficientemente
liberales en opinión de Vargas Llosa. De ahí la persistencia de la crisis.
Ella ha convertido Madrid en una
referencia contemporánea de la modernidad, una potencia industrial, la región
más próspera, y de vida cultural más rica. Quizá a Esperanza le debamos el
Museo de Prado y los libros de Historia no le han hecho justicia. Por lo que
sé, ha implantado en el currículum escolar la obligación de asistir a
tentaderos para recuperar la afición a los toros y se ha jugado su futuro
político a Eurovegas , un islote de corrupción, al que ha prometido exenciones fiscales y legales intolerables.
Industria, prosperidad y cultura . La que el pueblo necesita. Toros y ruleta.
Quizás se refiera Vargas Llosa a un progreso que nosotros no vemos. Esperanza potencia la investigación pensando en el futuro. Eurovegas, modelo de liberalismo extremo, será un territorio exento de cumplir con la legislación laboral que garantiza, todavía,
algunos derechos de los trabajadores. Un laboratorio donde hacer pruebas para futuras reformas laborales.
Ejemplar, Esperanza, desde luego.
Esperanza, con su dimisión, nos sume
en la orfandad. Sin ella nuestro futuro se oscurece y se tiñe de ribetes
amenazadores. Ella ha sido la “única” capaz de colocar en su lugar a la
izquierda española, dura, dogmática y vanidosa, a la que ha dado incontables
lecciones del significado auténtico de términos tan
manoseados como compasión, solidaridad y justicia social.
Cita como ejemplo las
incontables ayudas que ella ha promovido para facilitar la integración de los
exiliados cubanos. Ejemplar, Esperanza. Esa ayuda no tiene el más mínimo tinte
político. Ella no ha instrumentalizado a los inmigrantes cubanos para
desprestigiar a Castro. Los inmigrantes cubanos son más inmigrantes que el
resto de inmigrantes del resto del mundo a los que ha dejado sin servicios
básicos, como la atención sanitaria, recogida en la declaración universal de
los derechos humanos.
Resulta lastimoso cuando la
ideología se antepone a la inteligencia. No cabe otra explicación. La visión de
Vargas Llosa no es un error de perspectiva histórica; es pura ideología. Es apostolado
de la mentira sobre la que se cimenta buena parte de nuestra ruina. Barra libre
al capitalismo inhumano.
Ella es ejemplar porque ha sabido confiar en los
mercados. Y esa es su gran lección a los obtusos políticos españoles, tanto de izquierdas como de derechas.
Es casi un crimen contra la
humanidad que esa voz, aupada sobre el pedestal del merecido respeto
intelectual que su obra escrita le ha generado, defienda como modelo de convivencia
humana el mundo que nos está generando el mercado especulativo, irracional,
insolidario, depredatorio de derechos humanos.
Quizás envuelto en su aureola,
Vargas Llosa es incapaz de contemplar la realidad. Son estas voces, no sé si de
forma involuntaria, las que colaboran al paulatino golpe de estado que
sufrimos. Son estas voces las que justifican la miseria de una buena parte de
la humanidad en aras del derecho a enriquecerse de una insignificante minoría.
La alaba , también, por su exquisita cultura. ¿Qué Esperanza Aguirre ha conocido este hombre, que el resto de la humanidad no ha sabido ver?
Dios guarde a Esperanza del
Arco o Juana Aguirre. Pero lejos de nosotros.
Según él, se marcha porque ahora
ha decidido dedicarse a su familia. Después de treinta años de dedicarse a ser la política más laboriosa del país ,-eso nos dice Vargas Llosa-, con doce o catorce horas de ocupación en la agenda cotidiana, se habrán acostumbrado a estar sin ella. Salvo este rendido admirador, todos sabemos que sus oscuros
compromisos con Eurovegas le han costado la cabeza. Por una vez Rajoy, empujado por la mitad de sus ministros, ha sido capaz de tomar una decisión drástica.
En buena
hora.
Hoy ha trascendido que las grandes empresas españolas han pagado a Hacienda el 11,6% de sus beneficios. Yo, un simple funcionario al que han rebajado varias veces su nómina durante el desarrollo de la crisis, al que han desprestigiado desde el propio gobierno , que teme mi independencia y mi fidelidad exclusiva a la sociedad a la que sirvo, pago el 26,75% de mi exigua nómina.
Ese es el sistema que defiende el premio nobel. No es el mío, desde luego. Quiero que el estado cobre impuestos y nos lo devuelva en calidad de vida y en servicios públicos. Y, más a quien más tiene. Mi razón me impulsa a perseguir una sociedad en las que las desigualdades se atenúen. El estado no es mi enemigo; debiera ser mi aliado, pero lo han usurpado y corrompido los que ahora quieren destruirlo. Aunque le pese a Vargas Llosa y a sus extremosas musas liberales .
Será que yo no soy marqués, ni condesa consorte. Soy más bien parte de esa izquierda dura, dogmática y vanidosa que celebra que nuestra Juana de Arco se jubile. Pocas personas públicas de nuestra historia reciente resultan más detestables, aunque pocas , también, habrán tenido un exégeta tan brillante en la hora del adiós. ¡Que se besen!
Eso, eso, que se besen, pero que se apliquen antes unas gotas de "loctite" en los labios.
ResponderEliminarAsí tendrán que estar callados mientras los despegan
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