EL MODELO "TEA PARTY"
¿Cómo se puede proponer como modelo al “Tea Party?
Salvando la distancia
ideológica y la extrañeza que pueda provocarnos establecer paralelismos entre
ambos, hay concomitancias entre el nacimiento de Tea Party y el 15 M.
La primera, es que ambos surgen como un movimiento ciudadano de protesta, de
origen más o menos espontáneo. El “Tea Party” nació en el 2009 como
consecuencia del rechazo a determinadas leyes económicas aprobadas, en primer
lugar por George Bush, hijo y, posteriormente, por Obama para hacer
frente a las consecuencias de la crisis del sistema financiero americano.
Manifestaban el rechazo a los impuestos, a los rescates bancarios y los gastos
del Estado. Eran, también, indignados, a los que no faltaba razón. George
Bush logró que el Congreso estadounidenses aprobara la inyección de 750.000
millones de dólares para sanear el tremendo agujero financiero provocado por
los desmanes del capitalismo especulativo nacional, con la autorización
implícita de la Reserva Nacional y del gobierno. Y ese dinero, que no sale de
la nada, corrió a cargo de los impuestos de los ciudadanos. En realidad, fue el
origen de esta crisis que atenaza Europa y a media humanidad, especialmente
países de África y del tercer mundo.
La segunda coincidencia se produce en los medios empleados para lograr la
cohesión de una gran masa de ciudadanos, dispersos en lugares muy alejados
entre sí. Ni el 15 M, ni el Tea Party, ni los distintos movimientos similares
que se han ido produciendo en lugares muy diversos del planeta, habrían sido
posibles sin las nuevas tecnologías de comunicación simultánea. Internet
y las redes sociales han sido el valioso instrumento.
La tercera es la crítica, cuando no el rechazo frontal a la vertebración
política bipartidista en ambos países, mucho más evidente en los Estados
Unidos, donde prácticamente no existen partidos de izquierda con un
mensaje más radical ni partidos nacionalistas en los que conviven
intereses económicos de la burguesía local, rechazo histórico al centralismo y
factores sentimentales unidos a determinados rasgos culturales propios.
El “Tea Party” ha atacado por igual al partido demócrata y a un buen sector del
partido republicano.
Ahí acaban las coincidencias. Aparentemente el Movimiento 15 M no desea el poder,
al menos de una forma manifiesta. El “Tea Party”, sin embargo, mayoritariamente
integrado por la derecha más radical de los Estados Unidos, llevado por el
sentido práctico de ese pueblo, ya está en el Congreso Americano, integrado en
el ala más radical del Partido Republicano. Y en las elecciones presidenciales
presenta a sus propios candidatos. Y ha sido capaz de elaborar un programa de
gobierno mediante la consulta de propuestas a los ciudadanos en Internet, para
elegir las propuestas más votadas. A esta iniciativa, con la finalidad de poder
concretar un proyecto político, a pesar de la dispersión ideológica de sus
simpatizantes y de la selva amazónica de sus ocurrencias o preocupaciones
políticas prioritarias, la llamaron “Contrato de América”. Se comprometieron a
defender en el Congreso las diez más votadas y a intentar modificar las leyes
en dicho sentido.
Parece cuando menos oportuno otorgarle al “Tea Party” el
calificativo de ejemplar en la estrategia para alcanzar una importante cuota
del poder, en su aspiración por adueñarse de voz y de fuerza en las cámaras
legislativas de su país.
Sinceramente, creo que el Movimiento 15 M debiera aprender esta lección. Es la
derecha más radical de los Estados Unidos, pero nos da una lección de
democracia y de espíritu práctico en la lucha eficaz por sus objetivos, por más
que no los podamos compartir en infinidad de aspectos. En el sistema
democrático el instrumento transformador es la ley. La soberanía verdadera
consiste en modificar la ley para garantizar nuestros derechos. Hay que estar
presentes en su elaboración.
Es un gesto admirable evitar un desahucio anteponiendo nuestras personas como
barrera pacífica ante la puerta del desahuciado; seguramente lograremos nuestro
minuto de gloria en los telediarios, pero es infinitamente más útil proponer y
aprobar una ley que los evite; defenderemos a más seres humanos. Nuestra
actuación será un logro duradero y universal para todas las personas que estén
en riesgo de perder su vivienda por una situación económica ajena a su propia
voluntad. Hay que estar donde las leyes se proponen y se aprueban. Habrá que
organizarse para modificar la realidad. No basta la llamada de atención, la
generación de simpatías, la solidaridad de barra de café. No queda
demasiado tiempo. El sistema carece de dignidad y tiene un estómago poderoso
que digiere con prontitud la política de gestos.
Hay que estar en el parlamento, en los parlamentos del mundo, porque será ahí
estará la batalla definitiva.
¿Sería una locura plantearse como objetivo una plataforma legalmente
constituida y capacitada para comparecer en las diferentes elecciones con
el único objetivo de defender en el Parlamento un programa emanado de la
selección de los propios ciudadanos en la red, una especie de “Compromiso
por la ciudadanía”, con diez o quince o veinte puntos que representen la
selección de las propuestas mayoritariamente aceptadas? ¿Tan difícil resultaría
acordar el perfil de los candidatos de dicha plataforma? ¿Tan imposible
establecer con dichas personas un código de comportamiento, el compromiso
de escuchar en su circunscripción las propuestas de sus conciudadanos? ¿No es
esa la democracia representativa que andamos demandando? ¿No es posible que,
además de una buena parte del voto “indignado”, pudiera atraer también el voto
de una parte de la abstención? ¿No merecería la pena indagar esta posibilidad?
El “Tea Party” ya ha demostrado la potencia de iniciativas como ésta.
Reconozcamos que, siendo el mascarón de proa de las propuestas más radicales
del gran capital americano, ha contado con muchos procedimientos de
financiación y que, sin ella, la consolidación de propuestas que menoscaban el
poder de los partidos históricos encontrará dificultades extraordinarias.
Pero no será más difícil
que sobrevivir a este presente que nos ha tocado en el reparto de la historia.
Y nos quedará la esperanza de poderlo transformar.
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