“Los Expedientes de
Regulación de Empleo (ERE) autorizados o
co
“Los Expedientes de
Regulación de Empleo (ERE) autorizados
o comunicados a la autoridad laboral ascendieron
a 19.879 hasta julio, lo que supone un
72,4% más que en el mismo periodo de 2011, y afectaron a un total de 238.543
trabajadores (frente a los 158.699 empleados de 2011). Los expedientes no
pactados hasta julio ascendieron a 1964, lo que supone un aumento del 92,1% respecto al año 2011”
NOTICIAS RTVE
He
ahí los resultados extraordinarios de la Reforma Laboral.
No
obstante, en su reciente entrevista en Televisión, impulsado a dar la cara por
el creciente deterioro de imagen de su gobierno y de sí mismo, Rajoy se jactó
de estar tremendamente satisfecho de la reforma laboral, porque los ERE habían
disminuido de forma llamativa. Habrá que recordar que la reforma laboral entró
en vigor en febrero del 2012.
Consiguió
la mayoría absoluta, patente de corso para desmontar España, con mentiras.
Supondrá que la mentira permanente es un instrumento imprescindible para gestionar
el futuro de un país que se descompone a toda prisa.
Pidió el poder porque sabía cómo salir del laberinto. El país le concedió la
carta blanca más inmaculada que haya recibido ningún otro gobierno hasta le
fecha. Y el timonel, que se presentaba como experto, nos lleva al corazón de la
tormenta.
Percibimos que, de todos los gobiernos democráticos conocidos, este es el más
nefasto, el más dañino, el menos capacitado, el menos democrático. Cada día que
pasa nos hunde un poco más en las arenas movedizas de las que ya casi no
esperamos escapar. Sospechamos, con razones fundadas, que el país y la
ciudadanía les importan un bledo.
No gobiernan. Cumplen consignas del capitalismo más rancio de Europa y del
integrismo religioso cuyas raíces se hunden en un tiempo oscuro, muy anterior
al concilio Vaticano II. Minan, sin disimulos, los cimientos de la España
democrática que habíamos levantado, defectuosa pero nuestra. Nos convierten en
extranjeros en nuestra propia tierra. Talan sin miramientos nuestra libertad en
nombre de valores que la mayoría ya no comparte. Manipulan la realidad en
defensa de sus intereses. Desvirtúan las legítimas manifestaciones de repulsa a
sus políticas. Golpean a los ciudadanos, los hieren, quebrantan su dignidad,
con toda impunidad.
Rajoy, desde Nueva York, alaba a la inmensa mayoría de españoles que no se
manifiesta. Esa inmensa mayoría aprueba su política. Caben sólo dos
posibilidades para explicar esta valoración. O Rajoy ha perdido la razón con
los disgustos que recibe, o Rajoy piensa que el pueblo es idiota. Ambas
posibilidades son terribles.
En diez meses de gobierno ha conseguido que un tercio de quienes le dieron la
mayoría absoluta hoy reniegue de la hora en que lo hizo. Todo un récord
histórico en el deterioro de la confianza ciudadana. Cuando lo devolvamos a su
puesto de registrador de la propiedad, al que no ha renunciado y por el que
sigue percibiendo emolumentos, Rajoy llevará, seguramente, una larga ristra de
récords negativos. Pero eso no consuela gran cosa.
Grecia arde; la antorcha, seguramente olímpica, de la indignación ha prendido
en el pastizal de la miseria. Portugal, ese melancólico y educado vecino,
le ha recordado a la troika y a su propio gobierno que se siente orgulloso de
la revolución de los claveles, la que derrotó a una dictadura militar sembrando
flores en el cañón de los fusiles. La antorcha pasa de mano en mano en el sur
esquilmado. Y nuestros relevistas ya calientan, dispuestos a emprender su posta
cuando Rajoy nos agradezca las buenas maneras de este pueblo prudente ante las
medidas que acompañen al rescate suave.
Es hora de que muchas cosas cambien. En nuestro sistema democrático y en el
seno de Europa. De otra manera, cabe el riesgo de que una mano imprudente
arrime un fósforo encendido al reguero de pólvora derramada y que se extiende
hasta el mismo polvorín.
La historia tiene tendencia a repetirse. Cada día que pasa gana seguridad la
idea de que esa burda película sobre Mahoma, urdida en los Estados Unidos, ha
sido una pedrada intencionada en el avispero de Oriente Medio. La crisis que la
especulación ha convertido en una catástrofe planetaria parece reclamar su
acostumbrada cuota de destrucción. Israel e Irán tienen cuentas pendientes. El
resto será seguir el guión establecido.
Las mentiras de Rajoy, como se ve, son asuntos de poca monta.
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