Rueda de prensa de Esperanza Aguirre, tras su huida de Bombay
Esperanza Aguirre ha
dimitido. Razones personales aduce. No parece creíble. Sean cuales fueran, su distanciamiento
de la política es una buena noticia. El liberalismo ultramontano de Aguirre es
una posición política dañina.
No es liberal de
convencimientos derivados de una vasta formación; es ultraliberal por su
conciencia de clase, por la educación que recibió, por instinto. Es decir, su
liberalismo es peligroso porque comparte el convencimiento de que la igualdad ante la ley no tiene
justificación en la práctica y de que el estado no es excesivamente necesario.
Alguien la ha denominado la Thacher madrileña. Disiento. En todo caso, una
mezcla de Thacher y Sarah Palin: principios simples defendidos con mano de
hierro, vulgaridad, ambición desmedida, llamativa ausencia de cultura, sentido
práctico, descaro, populismo, escasa disciplina de partido, desprecio al
enemigo incluso a los del propio partido, y , sobre todo, escasos reparos
morales para lograr sus objetivos. Su primera nominación como presidenta de la
Comunidad de Madrid estuvo teñida de corrupción política, soborno a dos
diputados de la oposición para ausentarse de la votación y permitirle el
triunfo que las urnas no le dieron.
En fin, un personaje público poco recomendable.
Aunque, de tremenda capacidad para resistir. No podemos
negarlo. Treinta años. Mil batallas contra enemigos poderosos, especialmente
contra enemigos de la misma camada.Y, mujer, en un partido de raíces masculinas.
Por razones que no alcanzo a comprender, personas así
logran de tarde en tarde altas cotas de poder personal en los sistemas
democráticos. Quizá la determinación, la fiera ambición, los hace inmunes al
desgaste que produce el ejercicio del poder, sobre todo el que se ejerce de
forma autoritaria, desde la ignorancia voluntaria de los derechos ciudadanos.
Ella es la pionera del desmontaje de los servicios públicos, la celestina del
maridaje inmoral de la privatización de
dichos servicios con los intereses del capital clientelar y subsidiado.
No sé si se ha ido de verdad. Quizá sí. Ha trascendido
que solicitó a Rajoy la embajada de Londres hace ya algunos meses. Eso podría
interpretarse como cansancio, o como huida.
Ella no parece una persona que se canse. Es ambiciosa. Ha
aspirado a presidir el Partido Popular desde hace ya muchos años.
Quizá la mayoría absoluta de Rajoy y el ascenso de otra
hembra alfa ambiciosa, autoritaria y atrevida, a la Secretaría General del
Partido, le haya recomendado una retirada prospectiva. A ver qué pasa. Ya lo hizo Sila, un dictador romano. Se
retiró para que las masas lo echaran en falta. En aquella ocasión, no surtió efecto.
Pudiera estar huyendo también del lento proceder de la justicia que anda desbrozando la selva virgen del caso "Gürtel". Es difícil precisarlo, pero ella es experta en huidas a tiempo, descalza si es preciso, dejando atrás a los compañeros de viaje.
Pudiera estar huyendo también del lento proceder de la justicia que anda desbrozando la selva virgen del caso "Gürtel". Es difícil precisarlo, pero ella es experta en huidas a tiempo, descalza si es preciso, dejando atrás a los compañeros de viaje.
La otra posibilidad es que tenga, realmente, un problema
de salud. Le detectaron un cáncer de mama del que parece ya recuperada. Si ello
es así, deseo que no eche en falta al doctor Montes, el especialista en cuidados
paliativos del Hospital Severo Ochoa, al que persiguió con saña, cuando tomó entre
manos el objetivo de desprestigiar a la medicina pública de su comunidad.
No lo deseo. La salud es un derecho universal, un patrimonio
humano. Yo le deseo salud, la que ella no ha defendido para los inmigrantes de su
comunidad, ni para los más necesitados a los que ha establecido un peaje de copagos y restricciones.
No se lo deseo, pero si los necesitase, patrimonio le sobra para pagar
esos servicios en clínicas privadas donde los ricos se reservan el derecho a morir
de forma digna.
Ella siempre ha estado convencida de que los ciudadanos tiene
todos los derechos que pueden pagar. Para el resto, queda la limosna y la beneficencia.
¡Adios, señora Aguirre! En buena hora. Y que su salud no le haga inhabitable su retiro que tanto merece el pueblo madrileño.
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