Asamblea ciudadana en los alrededores de El Prado. 25 S
Fotografía El País
La foto asusta. En especial a Cospedal. Es cierto, tienen pinta de revolucionarios
sin control, armados hasta los dientes tras asaltar el cuartel general del
ejército. Asusta verlos tan amenazadores y dispuestos a subvertir el orden
constitucional.
Europa tiembla. El sur ha comenzado una sangrienta
revolución.
Intereconomía tiene puesta la carta de ajuste y los
valerosos contertulios de ayer se han deslizado por la cloacas de la ciudad,
confundiéndose con las ratas en su medio natural.
El rey ha puesto pies en polvorosa y se desconoce su
destino. Se sospecha que se ha inclinado por un país con reservas de caza mayor, puesto
que Urdangarín le ha negado asilo político en su mansión americana. Asuntos de familia que no vienen a cuento. Viejas rencillas.
Rajoy se ha
refugiado en la embajada de Chipre. Por las bravas. Es un país que se apresta a solicitar el rescate de Europa y ha suprimido el personal de seguridad para ahorrar gastos. Rajoy llegó de incógnito, pero un twiter malicioso - se sospecha que procede una presidenta de comunidad dimisionaria por disputas de casino - ha puesto a los revolucionarios tras su pista. Se dice que Merkel no le
devuelve las llamadas en las que Mariano implora un rescate suave y previsor. Parece ya indudable que el beso de la escalinata de la Moncloa era un beso
de conveniencia, sin amor alguno. Se supone que este rescate, sin prima de
riesgo de por medio, da poco beneficio al Bundesbank. Anda mohíno, cabizbajo, depresivo. Es comprensible. Hacer lo que dios manda y recibir este pago debe ser una experiencia dolorosa. Y Obama ya no le ofrece garantías. Bastante tiene con la película de Mahoma que está dando quehacer a Delta Force. Como para madarla al rescate de un gallego desconocido.
Wert ha pedido la intervención del Equipo A porque la
residencia del Opus que lo acogió a media mañana no garantiza su seguridad ni
con la intervención papal. Se le ha oído responsabilizar, en términos malsonantes, a Educación para la Ciudadanía de este desmadre patrio. Zapatero sembró los vientos y a él lo alcanza la tempestad.
Recuperando viejas tradiciones en recuerdo de la semana
trágica, las primeras iglesias han empezado a
arder en Barcelona, solas, sin intervención humana, como si ya
conocieran su destino. Las que quedan de pie se han engalanado de senyeras. Por si acaso.
Por su parte, Merkel ha solicitado permiso al parlamento propio para que las tropas alemanas refuercen la frontera francesa en los
Pirineos, temiendo que esta explosión de cólera hispana arrase lo poco que
quedaba de la vieja Europa, antes de esquilmarla por completo.
Se ha visto un camión de reparto en las proximidades del
Congreso desembalando una guillotina procedente del Museo de la Revolución
Francesa y sabemos de fuentes más que fiables que en el interior del Parlamento
ha comenzado un juego macabro, el de sacar la pajita más corta, para dilucidar
a quien le toca ofrecer su cabeza para calmar a las hordas sanguinarias.
Algunos testigos imparciales afirman haber visto a
ministros y ministras, disfrazados, en procesión por la T4 buscándose destinos
desconocidos y seguros, como el Islote Perejil, reconquistado por el bizarro
Aznar de las Azores, un territorio patrio a fin de cuentas.
Los creyentes madrileños han sido convocados a rogatorias
por España en la catedral de la Almudena; a estas horas rezan en medio de la
desazón que les produce la desconfianza del pastor en el poder de la oración. Ha
trascendido que Rouco se encuentra ya entre los muros seguros del Vaticano, a
donde llegó a media tarde en un vuelo low
cost.
La más lista, Esperanza, como siempre. Se fue a tiempo. Algo sabría. Los revolucionarios apenas si recuerdan su nombre ni su rostro. Por el servicio de su casa se ha podido saber que se le ha quedado congelada en los labios, como un navajazo irreverente en su rostro liberal y noble, una sonrisa maligna impropia de una persona de su alcurnia. Más vale una oportuna dimisión que verse en esta desbandada, a calzón bajado y sin unos miserables calcetines blancos, como en aquella aventura de Bombay. Y es que la venganza , mejor pronto y caliente.
En fin, un sindios.
Pero, señora Cospedal, sigo sin ver en
esa foto el tricornio de Tejero.
No sé qué verá usted , señora Secretaria General. Yo sólo veo ahí gente cansada, decepcionada, traicionada en sus expectativas. Ciudadanos a los que el Estado defrauda cada día. Ciudadanos a los que se les reclama el voto y se les niega participar en el diseño de sus vidas. Gente que ya casi no tiene nada que perder salvo la conciencia de su propia dignidad. Gente a la que el Parlamento, sus representantes electos en el órgano legislativo, debiera recibir demostrando respeto a sus denuncias justas.
Yo sólo veo ahí gente necesitada de futuro, multitudes que reclaman esperanza. Como en Grecia, como en Portugal.
Solo veo en esa foto víctimas del capitalismo irracional, cuyas consecuencias su gobierno agrava cada día.
Solo veo en esa foto víctimas del capitalismo irracional, cuyas consecuencias su gobierno agrava cada día.
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