Hace ya un año. El miedo, la decepción, la inseguridad, la incultura histórica y política, la necesidad de castigar a quienes intuíamos que estaban traicionando sus raíces y nuestra confianza le otorgaron la mayoría absoluta a un partido que se presentaba con una agenda oculta. La Buena Nueva ultraliberal, bajo cuya luz y guía la FAES había sido bautizada, confirmada y sacralizada por el ínclito Aznar, al fin encontraba el terreno abonado a sus desmanes, sin necesidad de proclamarse a los cuatro puntos cardinales. Como dios manda y como era de rigor. En ello están.
Sí que hubo errores antes. Sería absurdo negarlo. Pero desde entonces, la decadencia en libertades, derechos, empleo, acceso a los servicios públicos, actitud democrática de las Instituciones, respeto a la diversidad, respeto a la libertad de expresión y manifestación, la perdida de contenidos del Estado Democrático en suma, ha sido incomparable con ninguna otra etapa desde la Transición.
Un año ya.
In memoriam de la España que perdimos enciendo mi voz como un velón funerario.
Ya solo aspiro a no perder la esperanza. Un año de soportar indignidades cansa mucho, pero era lo esperado. La ausencia de alternativas políticas creíbles cansa infinitamente más. No sólo fallan los que están, si estamos convencidos de que no nos representan. Fallamos, sobre todo, nosotros que no inventamos alternativas que sí nos representen. Somos un país con vocación de náufrago. Expertos si se trata de maldecir al capitán y a la tripulación cuando hace agua el barco. Pero nadie coge la bomba para achicar el agua. Nadie coge el condenado remo que nos impulse a salir de las aguas peligrosas. Nadie se atreve a acordar la singladura con los otros y a tomar el timón entre sus manos.
Hace ya un año que maldecimos en todos los registro conocidos.
El barco que nos lleva no se mueve; cada vez más escorado amenaza un hundimiento clamoroso. Rondan los tiburones, cuyo instinto no falla cuando se trata de seleccionar a sus presas; vemos sus amenazantes aletas sobresalir entre las olas encrespadas.
Desde la derecha inhumana se nos acusa de aspirar a un estado protector y equitativo, vivir por encima de nuestras posibilidades lo definen. Nuestro pecado es ése, aspirar a una vida razonable cuando ellos nos tienen diseñada la esclavitud legal y la miseria, para que una minoría viva por encima de las posibilidades que marca la decencia y la razón.
¡Maldita sea la hora en que los pueblos confían en gente como esta!
"Por fin tienen las condiciones, el caldo de cultivo, para hacer la política que quieren, esa con la que lucha del bando de los vencedores y contra el pueblo, esa que hace ricos a los ricos y pobres a y los pobres. Llamadme demagogo si queréis, pero ¿cuándo ha sido demagógica la verdad? ¿a que niveles bajura moral hemos llegado? ¿cuál es nuestro suelo?"
ResponderEliminarFERNANDO RIVERO