Todas las carencias de gestión política y económica recaen sobre los mismos pilares, los más pobres, los menos responsables de esta crisis. Gallardón excluye del recurso a la justicia a la mayor parte de sus conciudadanos. Habremos de pagar si queremos recurrir a la justicia para reclamar su protección ante cualquier derecho que estimemos conculcado. Y la mayor parte de esas tasas judiciales resultarán prohibitivas para casi todos nosotros.
Da igual que la Constitución consagre nuestro derecho a recurrir a la justicia, a que el tercer poder nos preste protección. De hecho, son ya palabras sin sentido, porque a esa protección le han puesto precio y resulta un filtro demasiado selectivo. Tu causa será justa, de libro, pero tú no tendrás acceso a la justicia. El Partido Popular ha decidido que ese es un derecho reservado en exclusiva a los más ricos.
Sólo una conclusión cabe sacar de todo ello, la que hemos repetido hasta la saciedad. El modelo social de este partido que gobierna está sacado de los manuales políticos del siglo XIX.
En la práctica, la Constitución del 78 es ya papel mojado. Y la nueva Constitución que el Partido Popular nos ha impuesto sin necesidad de aprobación, sólo tiene un artículo universal y válido: tendrás todos los derechos que puedas costearte.
Ya cansa repetir este mensaje , pero resulta imprescindible. No es nuestro gobierno, es nuestro enemigo, un virus nocivo que destruye el tejido social, los derechos que tanto costó dejar establecidos. No es el gobierno, es una enfermedad agresiva y la tenemos enquistada en los órganos vitales del tejido democrático de esta sociedad. Lo están destruyendo. Desvirtúan treinta años de conquistas sociales y de convivencia pacífica.
No es la crisis. Es la intencionalidad de establecer una barrera infranqueable entre los ciudadanos, de consagrar y aumentar las diferencias sociales y de goce de derechos según el nivel de riqueza.
No es la crisis; es la política revanchista de la derecha obsesionada con consagrar la desigualdad humana como único modelo que refleje la realidad económica.
Y lo están logrando.
Y guardamos silencio.
Y no surge el proyecto que acumule la energía colectiva que tanta indignidad nos va provocando cada día.
La derecha ha recuperado un principio olvidado, la lucha de clases. No contentos con las abismales diferencias en la distribución de las rentas, se han empeñado en que la igualdad ante la ley sea una quimera. La desigualdad de las rentas ha de verse plasmada en la desigualdad de derechos. Habrán pensado que sin privilegios que establezcan las merecidas diferencias , el modelo social no hace justicia a los dueños del mundo. ¡Que se note quien manda!
Y lo están logrando.
Y guardamos silencio.
Y no surge el proyecto que acumule la energía colectiva que tanta indignidad nos va provocando cada día.
La derecha ha recuperado un principio olvidado, la lucha de clases. No contentos con las abismales diferencias en la distribución de las rentas, se han empeñado en que la igualdad ante la ley sea una quimera. La desigualdad de las rentas ha de verse plasmada en la desigualdad de derechos. Habrán pensado que sin privilegios que establezcan las merecidas diferencias , el modelo social no hace justicia a los dueños del mundo. ¡Que se note quien manda!
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