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sábado, 22 de diciembre de 2012

Lo que tortura a Merkel

    Francisco G. Basterra en EL País de hoy - 22 de diciembre, el mundo sigue muy a despecho de los catastrofistas- , en sus reflexiones sobre el mal año europeo que no ha podido, afortunadamente, con el euro, habla de las tres cifras que torturan a Merkel, empeñada en cuadrarlas según sus preferencias, las del liberalismo más radical e insolidario que hayamos conocido.
            La primera es el porcentaje de la población europea. Somos, tan sólo el 7,5 % de la población mundial.
            La segunda cifra que maneja es nuestro PIB, considerando todos los países de la Unión. Nuestro porcentaje de colaboración  a la economía global del Planeta es el 25%.
            Esas cifras son pura constatación de los hechos objetivos.
            Es la tercera cifra la que le produce un rechazo indominable. La Unión Europea soporta el 50% de los gastos sociales de todo el mundo. Recordaré que “gastos sociales” significa la devolución en servicios de los impuestos a la ciudadanía por parte de los Estados. Y cuando hablamos de servicios, hablamos de condiciones de vida, de igualdad efectiva de acceder a los servicios públicos sin distinciones por situación social o económica: sanidad, educación, dependencia, justicia, y derechos en general.
            Según ella, esa línea de comportamiento nos convertirá en un parque temático para turistas chinos. No se pregunta Merkel qué diablos hace el resto del mundo con los impuestos de sus ciudadanos. Considera que nuestra situación en cuanto a gastos sociales nos hace menos competitivos. Hay que renunciar a esos gastos cuanto antes.
            Lo que para muchos de nosotros es –quizá habría que decir era- un orgullo, es para ella una lacra. No defiende el modelo social europeo, surgido de experiencias muy traumáticas, y que representaba hasta hace poco la referencia para el resto del mundo. Lo lapida.
            Pero no hace referencias a las otras cifras. Quizás la canciller de hierro debiera hacerse preguntas más humanas. ¿Cómo es posible que en la zona del mundo donde se produce el 25% de la riqueza de la tierra  haya treinta millones de parados, un alto porcentaje de su población esté ya excluida y otro, aun mayor, corra riesgo de exclusión? ¿Cómo es posible que muchos ciudadanos de la Unión Europea busquen alimento en los contenedores de basura? ¿Cómo es posible que muchos ciudadanos europeos mueran por no tener acceso a los medicamentos que garantizan su vida? ¿Cómo es posible que muchos ciudadanos, los mejor preparados de la historia, tengan que sobrevivir, especialmente en su país, con dos “masters” de universidades europeas y salarios de hambre?
            Quizás a la canciller de hierro le sobra biblia y le falta conciencia. Los sobrados de biblia andan cortos de conciencia social. Cabría una pregunta, una sola, ¿cómo es posible que la Europa humanitaria consienta la distribución injusta de toda esa riqueza?
            Merkel está contaminada. Le han inyectado el capitalismo en vena, es cierto. Pero, además, tiene la contaminación más dañina, la justificación religiosa de la injusticia. Los ricos de este mundo lo son porque dios, alguno de los dioses que  flotan sobre la nebulosa del temor a la muerte, premia sus honestidad y su trabajo. Los ricos son los mejores de este mundo. Su enriquecimiento es la señal de que dios aprueba su actuación. Los pobres lo son por justa penitencia.
            Ahora alaba a China. Es su modelo. En mi opinión, respetando su difícil trayectoria histórica, hoy por hoy China es el país más bipolar de la tierra. Dictadura de partido único, comunista, pero capitalismo salvaje y sin control en la práctica. No hay ni un control de calidad sobre sus propios productos. Es el país más contaminador del mundo , casi en paridad con los Estados Unidos. Si alguno de los derechos humanos se respeta allí, será obra del azar. En fin, ¿de qué puede ser modelo China hoy en el mundo? Sólo de que mejora su producto interior bruto de forma llamativa. Pero, ¿a costa de qué…?
            Dice G. Basterra que cabe la posibilidad de que muchos europeos la consideren como la mujer del año. Salvo si fuera en sentido negativo, como la mujer nefasta del año, yo disiento. En mi opinión, por dañina, merece institución cerrada y olvido cuanto antes.
            Al parecer, ella no leyó las recomendaciones de Thomas Mann. Tras la Segunda Guerra Mundial, el novelista advirtió a los alemanes de que nunca más persiguieran una Europa alemana; que se contentaran con  construir una Alemania cada vez más europea. Merkel sólo leerá su Biblia protestante. No parece haber leído a Thomas Mann.
            Pues, eso. ¡Institución cerrada antes de que nos destruya definitivamente! 
        Cada vez que Alemania ha aspirado a dominar Europa ha generado catástrofes imborrables en la historia de los seres humanos.

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