Cumbre de Berlín ( Foto J.Eisele . AFP)
Frau Merkel está en campaña. Y la Europa vergonzante que administra
nuestras vidas le hace el juego. Ayer la orca alemana, mamífero marino
depredador de sus propios congéneres, esta destructora de Europa, invadió las
portadas de todos los grandes periódicos europeos para solicitarnos paciencia
con sus medidas hasta que ella nos convierta en países competitivos de verdad.
Aprovechó para recriminar a los ricos que no hayan arrimado el hombro en
los malos momentos. Los acusó de insolidarios.
Su intervención de ayer viene a
confirmar dos evidencias.
La primera es que, a pesar de sus
airadas protestas frente a quienes lo vienen denunciando, es Alemania quien
dicta las verdaderas normas del juego; y ella lo reconoció de forma explícita.
Es Alemania la que controla las instituciones europeas, como el BCE, el Consejo
General y los Parlamentos Europeos a los que minimiza o sustituye mediante las
amenazas económicas. Es Alemania la que empobrece el continente y desvirtúa los
sistemas democráticos anteponiendo los intereses del capital a los derechos
humanos.
La segunda es que el capital se rige por
un credo religioso, alguna biblia, algún decálogo nacido en algún monte
sagrado. Debe ser generoso con los pobres, caritativo. Nada tienen que decir
los Estados y su obligación de regular las relaciones económicas, la justicia
social, el sistema impositivo que equilibre las desigualdades sociales. El
capital va bien servido con el rapapolvo de Frau
Merkel. "Insolidarios, que sois muy insolidarios".
Y si hay padres de familia alemanes
necesitados de compatibilizar tres "minijobs" para sacar adelante a
la familia, eso debe ser competitividad; de eso no habla biblia alguna; eso es
así porque el capital resulta insolidario. El estado Alemán ya hizo su parte, porque
Alemania aguanta la crisis todavía. Y al capital no hay que establecerle
normas; resulta suficiente con los buenos consejos y las leves reprimendas.
Antes bien, hay que proporcionarle una autopista, privarlo de ataduras
incómodas, facilitarle la acumulación desmedida de beneficios injustificables,
porque eso es aumentar la riqueza, el PIB, la renta per cápita, las hermosas
estadísticas que nos salvan los muebles en los momentos de necesidad ante los
electores, aunque la pobreza se enrosque en los tobillos de un número creciente
de ciudadanos europeos, como una serpiente venenosa.
Algunos expertos ven señales de que
Alemania rectifica. A regañadientes, aunque Ángela Merkel, de campaña, se
atribuya el mérito de las iniciativas. Las medidas para el empleo juvenil,
-miserables e insignificantes, una burda treta del capitalismo europeo para
calmar las aguas revueltas del Sur esquilmado-, han sido propuestas en
ocasiones anteriores y vetadas, precisamente, por Frau Merkel.
Ahora la Europa del Sur tiene una
agitación social que la convierte en peligrosa para la estabilidad de la Europa
rica, y Frau Merkel, condescendiente,
acepta la propuesta de destinar seis mil millones a combatir el paro juvenil.
Por cada uno de estos euros, Europa ha destinado ya doscientos mil euros a
recuperar el sistema financiero europeo. Uno a doscientos mil da una clara idea
de la proporcionalidad de los valores que imperan en la Europa Merkeliana.
Rescata bancos, el instrumento principal del capitalismo especulativo, y hunde
a seres humanos en el pozo de la miseria. Seis mil millones para combatir el
paro juvenil en Europa. De risa. Sólo en intereses de nuestra deuda - la deuda
de la gran banca española que pagamos entre todos- España debe abonar en 2013
la insignificante cantidad de treinta y nueve mil millones de euros. Pero Rajoy
enarbola como la bandera de un vencedor los mil seiscientos millones que
dedicará a rebajar prestaciones sociales de las empresas que contraten jóvenes
españoles en paro. ¡Hasta que se agoten, claro! Todo un éxito político que nos
sacará de la ruina.
Frau
Merkel está en campaña. A algunos engañará. Para eso se organizan las campañas.
Hay un plan, desde luego. La Europa
política al servicio del capital ha decidido que toca bombardearnos con señales
de esperanza. Sólo que la mentira de las buenas nuevas tiene las patas cortas.
En España, por no realizar un viaje más largo en estos tiempos de
escasez, suenan campanas de esperanza que manda repicar a sus voceros un
gobierno cercado por la certeza de la corrupción, desde casi sus orígenes, en
sus procedimientos de financiación. Casi ciento treinta mil personas menos en
las listas del paro. ¡Albricias! ¡Son las medidas del gobierno que, por fin dan
sus frutos! Lástima que cotejando las listas de altas en la Seguridad Social
del mismo periodo, solo se han producido unas treinta mil altas, es decir,
treinta mil empleos verdaderos, como suele suceder cada año por el empleo
estacional en la temporada alta del turismo veraniego. Más vale mandar al
campanero que se ahorre el esfuerzo. La mentira y la manipulación como soporte
de un gobierno es, además de una falta de respeto a la ciudadanía, un recurso
que priva de la legitimidad de ejercicio, una razón de peso para exigir a un
gobierno que se vaya.
En la foto que acompaña, el mensaje, yo
creo que intencionado del reportero gráfico, no puede ser más pertinente;
Merkel ubica al coro de figurantes en su foto de campaña. Sólo que esos
figurantes son los representantes de todos los gobiernos democráticos de la Unión
Europea.
Uno siente vergüenza inevitablemente
ante esta Europa sin corazón y sin redaños. Es una Europa envejecida,
hipócrita, insensible, parasitada por los intereses económicos de una minoría.
Es una Europa sin respeto a los principios legales, a los derechos
humanos, a las Constituciones democráticas que los pueblos se otorgaron. Es una
Europa falsa, de cartón piedra; un decorado político artificial tras el que se
esconde una manada de ladrones manejando los hilos, empujando hacia sus bolsillos
los réditos de la Comunidad Humana, La Unión Europea, que más riqueza produce
en el mundo. Al tiempo, nos arrebatan los derechos tan duramente
conquistados.
Merkel está de campaña por Europa. Pide
paciencia, competitividad, y un poco de caridad a los más ricos, mientras ella
se niega a dotar los presupuestos europeos para los Bancos de Alimento.
A esta Europa yo la repudio. No es la
Europa que un día me llenaba de esperanzas y cuya Constitución aprobé con mi
voto. Creo sinceramente que estaríamos mejor solos, administrando y corrigiendo
nuestra situación en lo que sea posible todavía, sin esta lamentable
compañía.
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