Algunos días hay tantas
causas para la indignación, para el asco moral, que limpiarlas mediante esta
catarsis de escribir sobre ellas precisaría de una legión de amanuenses hábiles
en la interpretación de mi conciencia y de mi voz escrita.
¿Os cuento que me resulta vomitivo que
en la India, la mayor democracia de la tierra, - 1200 millones de seres
humanos- cientos de miles de niñas, desde los diez años aproximadamente, soporten
condiciones de esclavitud en la industria textil, con jornadas superiores a las
setenta horas semanales y con salarios de ochenta céntimos de euro
diarios que no cobrarán hasta el momento de su boda en concepto de dote
nupcial?
Seguramente, mientras llega ese momento memorable, esos
salarios se destinan a la compra de deuda de los países pobres a intereses
abusivos, lo cual nos lleva a una doble forma de esclavitud tolerada por las
democracias occidentales, a las cuales, de democracia solo les queda el nombre
como subterfugio para ocultar los crímenes contra la humanidad bajo una
tapadera de decencia.
¿Sabéis que todas las grandes firmas
nacionales e internacionales del textil están involucradas en esta explotación
inmoral?
¿Sabéis que Mango, por ejemplo,
publica que aumentará este año un 80% sus beneficios empresariales? ¿Un éxito
empresarial? Me lo pregunto. El beneficio es el termómetro del éxito. Una
legión de ejecutivos de la firma tendrá emolumentos millonarios. Han
redescubierto el filón de la esclavitud humana y merecen un premio por su
eficacia directiva. Yo creo que merecen la cárcel, sin más explicación.
Mientras tanto, ya que en Occidente la
infancia goza de ciertos privilegios para tranquilizar nuestra conciencia
hipócrita, el capital espera esclavizar a los padres para resultar
competitivos.
¿Sabéis ya que el Banco Central Alemán
le ha declarado la guerra al Banco Central Europeo por su política de poner en
circulación dinero a bajo interés como una medida para atajar la crisis? Supongo
que lo considera una competencia desleal. El capital alemán se beneficia de los
altos intereses artificiales de las primas de riesgo en los países más
afectados por la crisis. Y el Banco Central Europeo se ha metido en su jardín.
Merkel ha debido intervenir a favor del Banco Central Europeo. Otra cosa habría
sido despojarse definitivamente de la careta de falso europeísmo tras la que se
escuda. No hay Europa, como proyecto. Hay un juego de pesas y medidas trucadas
mediante las cuales los poderosos esquilman a los pobres. Como siempre.
¿Sabéis que en Siria, la oposición al
dictador Bachar el Asad ha asesinado en Alepo a un joven de quince años que se
atrevió a defender la independencia de su conciencia, proclamando que aunque
descendiera del profeta Mahoma, nadie lo obligará a convertirse en creyente?
¿Qué revolución es ésa? ¿Merece la pena eliminar a Bachar el Asad y sustituirlo
por asesinos descerebrados?
¿Habéis oído ya que media Europa reclama
reponer las fronteras para el tráfico humano, temiendo a las masas de población
empobrecida...? ¿Cuánta vida le queda a este proyecto que nació para evitar las
guerras entre naciones ferozmente competitivas por el carbón, el hierro, o las
colonias de explotación repartidas por el mundo indefenso de los continentes
menos desarrollados?
Y por hablar de nuestras cosas, ¿habéis
oído o visto ya el anuncio del Ministerio de Hacienda que asegura que, tras
haber saneado el sistema financiero "entre todos", ahora toca abrir
el grifo del crédito para la pequeña y mediana empresa? Otra falacia descomunal
para tapar su ineficacia voluntaria. El sistema financiero es un enfermo de
pronóstico reservado que Europa aun no ha sacado de la UCI. La mediana y la
pequeña empresa necesita crédito sin lugar a dudas y el BCE proporciona dinero
en abundancia, pero necesita, sobre todo, ¡clientes!
Lo saben, pero han matado a Keynes; según dicen Keynes ha
muerto y la U.E. lo certifica. Sin empleo, sin clientes, no hay empresas
posibles. ¿Quién necesita un crédito para producir cosas que no tienen
comprador? En estos casos la experiencia dicta que es el Estado la locomotora
de la recuperación. Es el Estado el que debe generar empleo hasta que la
economía se estabilice mediante el consumo interno. Pero los Estados de la
Europa Merkeliana destruyen empleo cada día, caminan contra la lógica de forma
programada. No les interesa la recuperación económica todavía, sino el
sometimiento de los estados democráticos a las reglas del capitalismo sin
fronteras, es decir, dejar al Estado del Bienestar vacío de contenidos. Con
ello, si alguna vez vuelve a fluir el beneficio no tendrán que compartirlo. La
fractura social será irrecuperable.
Y por seguir hablando de cosas
nuestras, PSOE y P.P. enarbolan, como muestra de responsabilidad política, un
pacto frente a Europa. Por infinidad de razones, el resto de los grupos
parlamentarios no lo ha secundado. No obstante, los dos partidos mayoritarios
dicen no sentirse demasiado preocupados, porque representan al 85% de la
sociedad española. ¿Son cínicos? ¿Se han dado a los estupefacientes? ¿Son, lisa
y llanamente, imbéciles...? ¿Hasta cuándo intentarán estirar el mito del
bipartidismo? ¿Aún no han captado el mensaje de que no nos representan...?
¡Pues habrá que decírselo alto y claro!.
Estoy disperso, hoy. Pero, entendedme,
se me acumulan las indignidades en la conciencia.
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