Se les llena la boca con
la palabra plan. Son estupendos. Bruselas tiene un plan para atajar esa sangría
generacional que la gestión intencionada de la crisis económica ha provocado
entre las personas más jóvenes del mercado laboral. Solo en España las personas
desempleadas menores de veinticinco años rondan el millón.
Pero me los imagino suspirando
aliviados. Acabaron sus cuitas. Bruselas tiene un plan. Y hasta tiene un
instrumento, al parecer. El Banco Europeo de Inversiones, que debería estar
echando humo para ayudar al Sur de Europa a salir de una situación insostenible.
Lejos de ello, sus actuaciones son imperceptibles, por temor a las Agencias de
Clasificación que podrían arrebatarle la triple A de la máxima solvencia si
manifiesta demasiada implicación en fortalecer a las víctimas de los planes del
capitalismo internacional, al empobrecido Sur que se ha convertido en la
palanca imprescindible para domeñar a los estados europeos y a su excesivo
gasto en políticas sociales.
Asquea oír la palabra plan. Y asquea,
especialmente, que se convierta en primera plana de la prensa que se dice
independiente.
El plan en cuestión consiste en el
establecimiento de un fondo destinado a potenciar el empleo juvenil allí donde
las estadísticas del desempleo son más alarmantes, España, Portugal, Grecia,
Italia... Sí, el Sur empobrecido y esquilmado. El plan son seis mil millones
que deben ser suficientes para erradicar el paro durante siete años. Mil
seiscientos millones corresponderán a España.
Coged la calculadora. Aunque yo creo
que es una cuenta simple. Mil seiscientos millones,- cuando lleguen si llegan-,
para emplear a un millón de desempleados juveniles durante siete años. Tocan a
la friolera de doscientos treinta euros anuales. Sí, una provisión de
diecinueve euros mensuales por cada joven desempleado.
Todo un plan. En Bangladesh los niños
semiesclavos ganan eso. Sus padres, casi treinta.
Pero es un plan.
Tiene sus contraprestaciones, por
supuesto. Europa es seria, responsable, controla cada euro que aplica en
erradicar los defectos atávicos del Sur, proclive a vivir por encima de las
posibilidades que ellos están dispuestos a concederle.
No habrá dinero sin compromisos por
parte del gobierno en ahondar las heridas de la reforma laboral, la
sangría de las pensiones y la ¿adecuación? del sistema educativo a las demandas
del mercado laboral. Cada euro de Europa nos costará miles de euros a los
trabajadores españoles y una sangría incontable en los derechos que creíamos
consolidados, así como en la calidad de vida que merecemos.
Cada euro que integra las limosnas de
Europa nos cuesta cientos de euros en intereses desmedidos por las locuras del
sistema financiero protegidos por instituciones cómplices o temerosas, y hablo
de los gobiernos sucesivos en los últimos veinte años, por lo menos, y del
Banco de España, que no cumplieron con su deber de protegernos del ataque feroz
de los especuladores y los oportunistas.
Sí, Bruselas tiene un plan.
Invierte unos céntimos en grilletes y en cadenas
y exige al gobierno que nos sujete al banco de los condenados a galeras. Un
buen plan. Cuando ya nos tengan sujetos, puede que el paro disminuya y ellos
nos alabarán las medidas salvadoras y reclamarán nuestro voto agradecido
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