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martes, 18 de junio de 2013

Bruselas tiene un plan

   Se les llena la boca con la palabra plan. Son estupendos. Bruselas tiene un plan para atajar esa sangría generacional que la gestión intencionada de la crisis económica ha provocado entre las personas más jóvenes del mercado laboral. Solo en España las personas desempleadas menores de veinticinco años rondan el millón.
            Pero me los imagino suspirando aliviados. Acabaron sus cuitas. Bruselas tiene un plan. Y hasta tiene un instrumento, al parecer. El Banco Europeo de Inversiones, que debería estar echando humo para ayudar al Sur de Europa a salir de una situación insostenible. Lejos de ello, sus actuaciones son imperceptibles, por temor a las Agencias de Clasificación que podrían arrebatarle la triple A de la máxima solvencia si manifiesta demasiada implicación en fortalecer a las víctimas de los planes del capitalismo internacional, al empobrecido Sur que se ha convertido en la palanca imprescindible para domeñar a los estados europeos y a su excesivo gasto en políticas sociales.
            Asquea oír la palabra plan. Y asquea, especialmente, que se convierta en primera plana de la prensa  que se dice independiente. 
            El plan en cuestión consiste en el establecimiento de un fondo destinado a potenciar el empleo juvenil allí donde las estadísticas del desempleo son más alarmantes, España, Portugal, Grecia, Italia... Sí, el Sur empobrecido y esquilmado. El plan son seis mil millones que deben ser suficientes para erradicar el paro durante siete años. Mil seiscientos millones corresponderán a España. 
            Coged la calculadora. Aunque yo creo que es una cuenta simple. Mil seiscientos millones,- cuando lleguen si llegan-, para emplear a un millón de desempleados juveniles durante siete años. Tocan a la friolera de doscientos treinta euros anuales. Sí, una provisión de diecinueve euros mensuales por cada joven desempleado. 
            Todo un plan. En Bangladesh los niños semiesclavos ganan eso. Sus padres, casi treinta.
            Pero es un plan.
            Tiene sus contraprestaciones, por supuesto. Europa es seria, responsable, controla cada euro que aplica en erradicar los defectos atávicos del Sur, proclive a vivir por encima de las posibilidades que ellos están dispuestos a concederle. 
            No habrá dinero sin compromisos por parte del gobierno en ahondar  las heridas de la reforma laboral, la sangría de las pensiones y la ¿adecuación? del sistema educativo a las demandas del mercado laboral. Cada euro de Europa nos costará miles de euros a los trabajadores españoles y una sangría incontable en los derechos que creíamos consolidados, así  como en la calidad de vida que merecemos. 
            Cada euro que integra las limosnas de Europa nos cuesta cientos de euros en intereses desmedidos por las locuras del sistema financiero protegidos por instituciones cómplices o temerosas, y hablo de los gobiernos sucesivos en los últimos veinte años, por lo menos, y del Banco de España, que no cumplieron con su deber de protegernos del ataque feroz de los especuladores y los oportunistas.
            Sí, Bruselas tiene un plan. 
            Invierte unos céntimos en grilletes y en cadenas y exige al gobierno que nos sujete al banco de los condenados a galeras. Un buen plan. Cuando ya nos tengan sujetos, puede que el paro disminuya y ellos nos alabarán las medidas salvadoras y reclamarán nuestro voto agradecido

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