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domingo, 26 de mayo de 2013

Los depredadores han puesto el punto de mira en las pensiones

    Hace ya tiempo que tenían el objetivo remarcado en rojo. Lo posponían por el peso electoral del voto jubilado en media Europa, un continente envejecido. Pero no ven la hora de meterles mano. Han agostado ya otros manantiales, han desertizado ya otros campos cosecheros, han envenenado ya a muchas abejas laboriosas. Ahora les toca ya a los viejos, esa rémora insoportable, esa obligación insostenible de los sistemas sociales que alumbró la decencia y la solidaridad. Hora parece de poner a los viejos dependientes del Estado y a la propia democracia en su lugar.
            El capitalismo especulativo unido a sus socios políticos emboscados en el neoliberalismo más radical  que hayamos conocido ha provocado el colapso económico en el continente con sus medidas irracionales, confirmadas como inútiles y perjudiciales para el propio sistema capitalista en otros episodios de crisis económicas, y que tiene como hitos históricos al presidente  americano Hoover - crisis de 1929-, empeñado en la inacción del Estado, y a la infausta Ángela Merkel, madrina de la ruina actual que nos acosa, y artífice de daños al proyecto de la Unión Europea que aún no podemos calibrar en toda su extensión.
            Esas medidas irracionales, contrarias a la supervivencia misma del sistema - todo se andará- han expulsado del circulo vicioso, producción-consumo, que sustenta al sistema a una buena parte del tejido productivo del continente, especialmente en España que acumula una quinta parte de la población activa europea que  carece de un puesto de trabajo.
            La primera consecuencia es que disminuyen los ingresos del Estado. Y no hay que perder de vista que el Estado ha asumido mediante el rescate bancario, como exigencia ineludible de ese monstruo irracional que llaman Troika, la deuda privada de las instituciones financieras que provocó la locura inmobiliaria y la contaminación americana sobre el sistema financiero internacional.
            Y al decir el Estado, decimos nosotros. Somos nosotros los que estamos financiando aquella locura. La financiamos con pérdidas de derechos reales garantizados por los servicios públicos, con la reforma laboral que hace perder un valor incalculable, no sólo a nuestra dignidad como personas, sino al  único bien, la única propiedad que sustenta nuestro proyecto vital: nuestro trabajo; y ya mismo, con las pensiones de nuestros ancianos; las mismas que garantizan en infinidad de familias un plato de comida sobre la mesa y el pago del recibo de la luz.
            Quizá sea pertinente una metáfora sacada de la supervivencia animal en la sabana. Cuando la naturaleza se vuelve esquiva con sus dones preciosos, como el agua, escasean las crías. Los depredadores vuelven sus ojos hambrientos hacia los animales viejos, alimento también a fin de cuentas. Nuestra sabana atraviesa un tiempo de sequía, y los animales viejos están pasando a ocupar un lugar preeminente en la dieta del capitalismo y de su brazo cómplice, los gobiernos serviles que defienden sus exclusivos e inmorales intereses.
            Nos hemos acostumbrado a un presidente de gobierno virtual, transmutado en una imagen que habla y gesticula desde una pantalla de plasma. Un presidente que se escuda tras cualquier invento. Ahora se escuda en un comité de sabios. No será él quien dictamine el nuevo expolio que le reclama Europa. Será un comité de expertos, amparados en un dogma, "factor de sostenibilidad", imprescindible. No desprecian estos expertos el poder indiscutible que proporciona descoyuntar las palabras, convertirlas en deformidades conceptuales mediante la selección de perífrasis insultantes para las reglas que rigen la comunicación humana. Se ha pronosticado tantas veces la quiebra del sistema de pensiones, que  sabemos que esa profecía es un instrumento más de los depredadores. Debería haber quebrado en 2010. Y no quebró. Ahora quebrará en 2022. Pero no quebrará, porque no lo permitiremos. Aunque tengamos que incendiar las covachas donde se esconde el enemigo y perseguirlo, luego, hasta los confines de esta patria esquilmada.
            El Instituto de Estudios Fiscales, dependiente del Ministerio de Hacienda, ya ha filtrado que será preciso bajar las pensiones hasta un 40% en los próximos años. 
            Haced los cálculos. Veremos enfrentamientos entre los jubilados. Los más saludables y vigorosos ganarán "manu militari" los contenedores de basura de las zonas más adineradas, donde las sobras serán, seguramente, de mejor calidad. O, al menos, habrá sobras.
            En realidad estamos necesitando un rescate verdaderamente urgente. Urge que rescatemos del lodazal donde lo han enterrado el concepto de Estado. El Estado somos todos con la ineludible obligación de cuidar unos de otros. Cualquier otra versión del Estado es desechable. Y cualquier gobierno que colabore en el proceso de empobrecimiento de grandes masas de población en beneficio del enriquecimiento de una minoría no es que merezca rechazo ciudadano, ¡merece cárcel!

2 comentarios:

  1. Me pregunto -ya que la imaginación de esta gentuza sólo conoce un camino- contra quién van a actuar cuando hayan acabado con todos. ¿No te parece que esta crisis les está viniendo muy bien para acabar con todos los derechos que habíamos conseguido? Ya iban siendo demasiados.

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  2. Los derechos han muerto, al menos en los países con economías más inestables. Era su propósito fundamental. Lo peor para ellos es que están matando, en su empecinamiento irracional, a buena parte de los consumidores europeos. Y un mercado de 500 millones de personas no resultaría despreciable para un capitalismo que no hubiera perdido la noción de la realidad engolfado en mantener su predominio. Sinceramente, Europa se ha convertido en un continente asustadizo, viejo, histérico, y sin memoria. En el siglo XIX estaría ardiendo en revoluciones por los cuatro costados. Y muy justificadas.

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