... No temo a la multitud
innumerable
apostada
contra mí por todas partes.
¡Levántate,
Señor! ¡Sálvame, Dios mío!
Tú
golpeas en las mejillas a mis enemigos
y
rompes los dientes de los malvados....
Extracto del RITUAL ROMANO PARA
EL EXORCISMO
Promulgado por Juan Pablo II *
Una de las noticias del día es, sin duda,
que Rouco Varela ha nombrado ocho exorcistas, ocho ninjas de dios, para atender las necesidades
de Madrid. La imaginación al poder. Este hombre debiera ser nombrado mañana
mismo ministro de trabajo. Es sumamente diligente en la creación de puestos de
trabajo.
Pero llama la atención ese número,
descabellado sin duda, puesto que la Iglesia recomienda que haya un exorcista
en cada diócesis. Y uno ya es una concesión desmesurada al demonismo primitivo
que tanto cultiva Roma para mantener el temor humano como fundamento de la fe.
Sabrá algo Rouco sobre el índice de
endemoniados de Madrid que los demás desconocemos. No sería de extrañar que
hubiera bastantes más por metro cuadrado que en cualquier otro lugar de España.
En esa tierra, laboratorio experimental de las políticas neoliberales de
Aguirre durante años y sede del gobierno, habrá encontrado el maligno la
ocasión propicia de adueñarse de las almas de muchos ciudadanos, convencidos
definitivamente de que dios se ha olvidado de ellos.
Pero yo opino que la justificación de
esa medida extraordinaria es que Rouco, desde su posición jerárquica
preeminente, distingue algunas de las pruebas irrefutables de posesión
extendiéndose entre la población desavisada sobre la astucia del demonio. El
Ritual Romano las establece con claridad.
Una es el rechazo de los asuntos
relacionados con la propia religión.
¿No es una prueba manifiesta de rechazo
que infinidad de personas clamen por una escuela laica y reclamen que la
Religión se enseñe en las iglesias? ¿Acaso no es el maligno el que nos impulsa
a reclamar que la Iglesia pague el IBI? ¿Quién puede inspirarnos la locura de
reclamar que la Iglesia devuelva a la nación los bienes patrimoniales de los
que se ha apoderado aprovechando la protección franquista y, luego, la de
Aznar? (No es demagogia: La mezquita de Córdoba costó treinta euros al cabildo
cordobés). ¿Quién, sino el
maligno, puede inspirarnos la maléfica ocurrencia de solicitar que se denuncie
el Concordato con la iglesia de Roma?
Otra prueba manifiesta de la presencia
del maligno es el dominio de muchas lenguas.
¿Quién, sino el ángel caído, puede
inspirar ese afán desconocido hasta ahora entre los más jóvenes por dominar
lenguas ajenas, algunas tan extrañas como el alemán, el chino, o el finés? En
opinión de la ministra Báñez hay que agradecer la generosidad de otros países y
los jóvenes tienen en la "movilidad exterior" una buena oportunidad,
pero Rouco, mucho más experto en asuntos trascendentes como la salvación del
alma, seguramente ha percibido ahí la uña retorcida del diablo, o su rabo
inquieto. La situación es desde luego digna de consideración en este país,
donde la coexistencia de cuatro lenguas, un tesoro cultural que debiera
enorgullecernos, podría ser causa suficiente para declarar una guerra civil.
Y por no cansaros, citaré sólo una
prueba más de posesión, la existencia de una fuerza sobrehumana.
Y Rouco, con su fina percepción de la
realidad social , ha detectado que hace falta mucha fuerza para sobrevivir a
las medidas del gobierno. Obra del diablo, sin duda, agazapado en nuestro
interior. Pero ese diablo nos empuja a las plazas, y a las manifestaciones, y a
los escraches, y a las huelgas, y a constituir plataformas. Nos instiga a la
desobediencia y al rechazo de quienes ejercen la autoridad delegada de forma
irreprochable. ¿No es acaso el diablo el que nos empuja a reclamar para la
mujer el derecho a decidir sobre su maternidad, cuando todo el mundo sabe que
esa decisión es un asunto del confesor, del psicólogo o del ministro de
justicia...?
Exorcismo merece ¡¡Puto diablo!!
Ocho exorcistas para Madrid. Rouco
merecería tratamiento, y quizás una institución cerrada, si éste fuera un
país razonablemente humanitario. Aquí lo beatificarán en cuanto entregue la
cuchara. Y lo peor es que las nóminas de los exorcistas las pagan mis
impuestos. Sostengo que la intromisión de los charlatanes en asuntos que
competen a la medicina debería ser denunciable por intromisión y
comportamientos irresponsables. Un Estado implicado en la defensa del bienestar
de los ciudadanos debería intervenir de oficio, como hace con cualquier otra
forma de intromisión profesional, especialmente en temas de salud. ¡Pobre
país!
Pero no
cerraré este escrito sin explicaros por qué comenzaba con ese extracto del
Ritual de Juan Pablo II para el exorcismo.
No temo a la multitud
innumerable
apostada contra mí por todas partes...
Analizad ese mensaje victimista. El
papa polaco, reaccionario, obsesivo, autoritario y soberbio, recreó la imagen
de una iglesia perseguida. Vivió con esa idea durante todo el pontificado. El
laicismo creciente apostado extramuros del vaticano es una amenaza insoportable.
La existencia, real o imaginaria, de enemigos todo lo justifica en pos de la
supervivencia. No es la iglesia irracional, regresiva, incapaz de adaptarse a
la sociedad la que rechaza y persigue a las personas, incluyendo a infinidad de
creyentes. Es la multitud la que persigue. Siglos de manipulación dan mucha
práctica.
Y
luego, la imagen del dios padre piadoso que predican, puesta en entredicho
tantas veces por sus propios mensajes.
...Tú
golpeas en las mejillas a mis enemigos
y rompes los dientes de los malvados....
¿A quién invocarán los exorcistas, a
dios padre o a Mike Tyson, por utilizar un referente conocido?
Les encanta ese dios vengativo, terrible,
el del Génesis que entrega a sus criaturas al dolor y a la muerte; el del Éxodo
que mata primogénitos, envenena aguas, e inventa plagas con intenciones
genocidas. La debilidad de los pueblos les hizo inventar dioses terribles para
acobardar a los enemigos; el miedo les condujo a adorar seres deformes,
cargados con lo peor de los defectos humanos y dotados de un poder indiscutible
y mágico. Lo echan de menos como instrumento de dominación humana. Y cuando
hizo aguas esa idea de un dios colérico, inventaron el castigo eterno y
potenciaron el papel del diablo, un aliado en realidad.
Tantos siglos de soberbia los ha dejado
sin inteligencia emocional y sin respeto a los seres humanos. Sustentan su
autoridad inexistente sobre conveniencias elevadas a categoría de verdades
indiscutibles y son administradores de miedos ancestrales, primitivos,
incompatibles con la razón humana.
* Se ha filtrado, a pesar del secretismo vaticano, que para probar la eficacia de su ritual, Karol Wojtyla practicó al menos dos ceremonias de exorcismo en el Vaticano, de las que fueron objeto visitantes en los que advirtió él mismo sintomatología de posesión diabólica. No ha trascendido la eficacia de dichos exorcismos ni el historial médico de los exorcizados. Una pena.
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