El rapto de Europa (Tiziano. 1560)
Museo Isabella Stewart Gardner. (Boston)
Cualquiera conoce el mito
que Tiziano plasmó en esta pintura. Una princesa, de nombre Europa, fue raptada
por Zeus, disfrazado de toro, que la llevó a Creta. ¿Qué otro destino podría
tener un toro bravo nadador sino la isla de Creta, donde el toro era el
elemento diferenciador de su cultura pública, como parte del espectáculo, de
los ritos iniciáticos y del arte? ¿No era Creta, también, la prisión del
Minotauro? Lo que ya resulta menos conocido es que se trataba de una princesa
fenicia, procedente de la ciudad de Tiro. Quizá este mito, lleno de
ambigüedades y lecturas posibles, sea el reconocimiento griego a la deuda
cultural con los fenicios, que les proporcionaron el alfabeto, el potente
instrumento cultural de la escritura. El propio nombre que se presta a
interpretaciones diferentes, en mi opinión, significa "palabra de largo
alcance, capaz de extenderse de forma amplia" ¿No será un referencia a la
palabra escrita que viaja por el continente de forma interminable con el propio
ser humano desde entonces?
De sus amores con Zeus tuvo tres hijos y
uno de ellos se llamó Minos. A nadie escapa la importancia de la cultura
minoica que algunos historiadores consideran el primer eslabón de la cadena de
Europa, entendiendo que esta cadena es la sucesión de avances culturales hasta
nuestros días.
Y en cuanto al trasfondo histórico, no
sería extraño dentro de la prolongada tradición de saqueo de las costas vecinas
de todos los pueblos marineros, que piratas cretenses tuvieran el hábito de
incluir entre los objetos de su rapiña a mujeres jóvenes de las aldeas
fenicias. Incluso pudo haber sido el acuerdo matrimonial entre dos familias
dominantes para casar a sus jóvenes descendientes, porque era la fórmula más
económica y fiable que adoptaban los tratados internacionales ya en la edad del
bronce.
Esa princesa, quizás ese alfabeto que
nos hizo posibles como sociedad desarrollada, celebra hoy su día. Pero no sé
quién habrá tenido motivos de celebración verdadera. Probablemente los
burócratas que se ganan el sustento sin fe alguna en el futuro común
hayan brindado con desgana en sus lugares de trabajo. O quizá lo
celebraron haciendo fiesta y hoy nadie decidió daños nuevos para los pueblos de
buena parte de Europa.
La irracionalidad, la violencia
soterrada contra los pueblos, el empobrecimiento programado de las capas sociales
más indefensas, el atropello de las constituciones europeas, el desprecio a las
soberanías nacionales, la dictadura del capital anónimo y feroz no
merecen celebración alguna. En todo caso, crespones negros en todos los
balcones y ventanas, porque la sensación dominante es que asistimos a la agonía
de un proyecto colectivo, corrompido por intereses inconfesables, ajenos a los
intereses de la ciudadanía europea.
Día de Europa, día de la princesa que
trajo el alfabeto a los inquietos fundadores de esta patria común,
contradictoria, ensangrentada, pero también creadora del derecho, madre del
humanismo, defensora de la democracia, luchadora incansable por la soberanía,
posible, mejorable...Una patria defectuosa y humana.
Pero esta Europa es hoy un discurso
grotesco; produce, en primer lugar perplejidad; luego, vergüenza; por último,
horror al futuro que nos diseñan los intereses económicos de una minoría
inmoral y dominante.
Día de Europa, un proyecto común que se
forjó en torno a una cultura común y poderosa.
En España, la huelga de la Educación
Pública ha alcanzado registros históricos, por lo que se me alcanza. Debe ser
que el ministro Wert y el gobierno del PP no han leído el mito de la princesa
fenicia y no saben demasiado de la importancia del alfabeto en el desarrollo de
los pueblos. La voz de la sociedad no tiene más importancia para esta derecha
sin remisión posible que la voz de su conciencia, según dicen, o el mandato de
los obispos.
Día de Europa. ¿Alguno de vosotros ha
brindado por ella...? Yo brindo por que pase de nosotros este cáliz, por que el
futuro nos aleje la amenaza de esta Europa que tanto me recuerda a la mastina "Recovera", que tras
enloquecer atormentó mi infancia. Devoraba a sus cachorros recién paridos con
absoluta naturalidad. Devoraba a sus hijos, como Cronos.
Esta Europa nos devora tal como
aquella perra desnaturalizada devoraba a sus hijos indefensos.
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