Desconozco la sensación
que puede provocaros las noticias de hoy mismo sobre la política sanitaria de
la Comunidad de Valencia. La Consejería de Salud estimulará económicamente -
pagará primas de productividad - a los médicos que recorten las recetas de
medicamentos por debajo de once euros por paciente, a los que remitan
menos pacientes a las consultas de los especialistas y a los que recurran a
menos pruebas de diagnóstico.
Desconozco la sensación que estas
propuestas causarán entre la población valenciana. A mí, honestamente, y como
primera y furiosa sensación, me parece una propuesta criminal. Quizá el
objetivo último y no confeso sea dinamitar la sanidad pública definitivamente.
En primer lugar ponen en entredicho la
profesionalidad de los facultativos, bajo sospecha de que recetan compuestos
innecesarios, de que abusan de los servicios de los especialistas, de que
proponen pruebas de diagnóstico innecesarias y costosas.
En segundo lugar ponen a los
profesionales de la medicina ante la lupa de la suspicacia de los propios
usuarios. Tras esta propuesta pública de la Consejería, ¿no sería legítimo que
el usuario de los servicios públicos de medicina en la Comunidad Valenciana
ponga en entredicho las decisiones de su médico? La salud es un asunto
demasiado sensible como para sembrar desconfianza entre el paciente y el
médico.
Por otro lado, ¿quién nos garantiza que en
un colectivo tan plural no se produzcan situaciones de confusión profesional,
de conflicto entre el juramento hipocrático, al que aún damos crédito, y la
afinidad ideológica o la complicidad política? ¿Quién nos garantiza que la
necesidad económica o la ambición que ronda cualquier profesión no hagan mella
en la conciencia profesional de alguien, y acabe por ignorar obligaciones
deontológicas en aras de mejorar su nómina?
La crisis es la gran excusa. La
extinción de los derechos conquistados duramente durante años de avances
sociales en el camino hacia la igualdad ante la ley es el gran objetivo de esta
derecha desvergonzada y cínica. Quizá sea este el gobierno que merece este país
mayoritariamente acomodado, aburguesado, adormecido por años de insolidaridad
consumista, de sociedad mediocre y aprovechada, de gente que considera que un
comportamiento ético es digno de burla e impropio de la gente avispada de verdad.
No me digáis que exagero; un tercio del
producto interior bruto es dinero negro, no cotiza. Esa es la raíz envenenada
de este árbol que da frutos putrefactos en cualquier nivel donde indaguemos. El
Diario de Navarra desnuda dietas desmesuradas por asistencia a más reuniones
de grupos políticos que días hábiles tiene el año. Y no se libra ni
uno solo de los Partidos. Una concejala de Izquierda Unida ha cobrado casi diez
mil euros por asistir a reuniones de su grupo municipal, cuando es concejala
única; es decir, por reunirse consigo misma. Unxue Barkos, de Nafarroa Bai, ha
asistido a doscientas treinta reuniones para justificar casi veinte mil euros
de dietas. Algunas de ellas, en fechas en las que estaba como diputada en el
Parlamento Nacional; la mayor parte sin existencia de un acta mínima que
justifique su razón de ser y los acuerdos establecidos...
¿A dónde mirar para evitar la sensación de asco?
Os pregunto claramente, como un hombre sumamente confundido; como un
hombre tremendamente decepcionado, como un hombre al que empieza a faltarle el
asidero para colgar la esperanza en el futuro próximo, os pregunto, ¿qué
debemos hacer con este país para que de nuevo nos merezca?
Bueno, millones de españoles que no nos beneficiamos más allá de lo que nuestro trabajo diario nos aporta podríamos dar la vuelta a la pregunta: ¿qué debemos hacer para que este país nos vuelva a merecer?
ResponderEliminarSea el enunciado el que sea, la gente honesta que trabaja con honradez y paga sus impuestos, la gente que va a las urnas con convencimiento democrático, la gente que un día lejano sintió lágrimas emocionadas correrle por el rostro porque habíamos conseguido , por fin, la democracia, merece otro país. El que ahora vemos deshacerse ante nuestros ojos, incrédulos ante algunos acontecimientos, es una zahúrda maloliente.
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