Más de una vez se ha afirmado - yo también- que el gobierno del Partido Popular nos estaba devolviendo al siglo XIX en lo referente al estado de nuestros derechos, de nuestras conquistas sociales y laborales y a la eficacia del sistema democrático. Discurso plagado de mentiras, manipulación, pura apariencia, consagración de privilegios injustificables, corrupción que contamina la vida política a niveles desconocidos y protección de los intereses privados a costa de la ciudadanía.
Ya pueden llevarme ante los tribunales por difamación. Es el único recurso que les queda. Poner ante los jueces a quienes denuncian sus malas prácticas.
Por si este viaje hacia el pasado necesitaba confirmación, un viento cargado de ceniza, de rastrojos quemados, de miseria apelmazada en nuestra historia, ha hecho saltar las páginas del libro donde está escrito nuestro pasado hacia tiempos vergonzantes que necesitamos enterrar en la memoria. Se trata del discurso de un general de la reserva el pasado 6 de febrero, muy aplaudido y jaleado por los presentes en los salones de la Gran Peña, de rancio aroma militar, según la prensa. Ese discurso me ha devuelto, otra vez al siglo XIX, cuando los zafios generales establecían los turnos de gobiernos mediante sus asonadas y sus golpes de Estado, de espaldas al pueblo ignorado y alejado de las decisiones fundamentales.
Este discurso se arroga la tutela de la sociedad civil desde los cuarteles. Suena a pasado vergonzoso, a rescoldos inaceptables de franquismo, por citar lo más próximo.
Franquismo, porque se agarra a la patria, como la gran excusa. "La patria es más importante que la democracia", dice el hombre.
Dice también que el sentimiento , - patriótico, se supone-, es más importante que la Constitución , porque la Constitución es sólo una ley.
¿De qué patria hablará bajo el peso de sus estrellas y de sus muchas condecoraciones sin historia? No conozco otra patria que la de los hombres y mujeres que la habitan. Esa es la única patria por la que yo peleo con mis escasas fuerzas. ¿Qué es una patria sin democracia sino un enorme campo de concentración donde la libertad es el delito más perseguido y más notorio? Tenga en su cabeza la idea de patria que tenga, estoy seguro de que no coincide con la mía.
¿De qué sentimientos hablará? Ningún sentimiento está por encima de la ley. La Constitución no es una ley. Es la ley. Y en ella está encerrado el sentimiento colectivo de todos los que la votamos y aprobamos. En ella late el espíritu del estado que queríamos entonces, el marco de nuestra convivencia pacífica, el deseo de libertades y respeto que todos merecemos. No conozco sentimiento compartido por más gente.
Aflora la miseria en los discursos, porque la miseria ideológica no se diluye con la libertad y con la democracia. Se oculta en las cloacas y espera su oportunidad. Ahora la tiene, porque nuestra democracia está en la UVI, desnaturalizada y envenenada por un gobierno de derechas que no ha creído jamás en la democracia y la utiliza, sencillamente, como instrumento de los intereses de un grupo reducido.
No es que renazca la miseria. La miseria siempre está ahí, agazapada en las malas conciencias. Es que se fortalece cuando la democracia pierde su vigor.
Este gobierno es lo peor de nuestra historia reciente, débil, contaminado, vicario de intereses inconfesables, manipulador y , desde hace algún tiempo, víctima de un chantaje con el que su pasado le cobra las facturas pendientes. De su debilidad sólo podemos esperar desgracias.
¿ Y la oposición....? Ni está, ni se la espera.
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