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sábado, 30 de marzo de 2013

¿Alguien sabe qué quiere Beppe Grillo...?

          El pensamiento único europeo, ese que se ha adueñado de los medios de comunicación más influyentes y que aboga por la desaparición del Estado como redistribuidor de cargas y riquezas y sólo le reclama ser el brazo ejecutor de las políticas neoliberales que garanticen la devolución de las inversiones y sus elevados intereses sin consideración a las consecuencias sociales y económicas, tildó de catástrofe los resultados de las últimas elecciones italianas.
            La única catástrofe que yo tuve en consideración fue la pervivencia política- con un considerable colchón de apoyo ciudadano- del viejo gánster Berlusconi, acosado por la fiscalía en múltiples frentes judiciales, el extraño fenómeno que se reproduce en muchos otros lugares. Los delincuentes y los presuntos delincuentes metidos en política tienen un extraño magnetismo para el voto popular. El Gilismo arrasó en la Costa del Sol durante años; Camps y sus cómplices, enfangados hasta las cejas en múltiples manifestaciones de corrupción y encausados en su mayor parte, sacaron mayoría absoluta en la Comunidad Valenciana; "Sandokán", el gilismo redivivo que se representa a sí mismo y a sus oscuros intereses empresariales, tiene la llave de la gobernabilidad en el Ayuntamiento de Córdoba. 
            Por lo demás, las elecciones italianas me parecieron una lección de madurez de la mitad - más o menos- sensata de esa sociedad. De una parte le concede una minoría justa a la izquierda democrática para que tome el timón de la nación. Se supone que tras la larga travesía del desierto con la que ha purgado sus viejos vicios clientelares y sus corruptelas habrá aprendido la lección. Se supone, también, que mantendrá cuadros capacitados para la compleja tarea del gobierno, con experiencia en la política internacional, tan imprescindible hoy para la supervivencia en el magma económico de Europa. Pero le concede, también, una minoría triunfal al Movimiento Cinco Estrellas, a la voz de los indignados, a las propuestas más frescas, a la ciudadanía que se compromete en el análisis de sus problemas cotidianos y tiene algo que decir al respecto. 
            La mitad sensata de la sociedad italiana les ha brindado la oportunidad de experimentar un nuevo modelo de gestión política, aunando probablemente las propuestas más morales y sensatas de toda la panoplia de programas que se han sometido a su consideración y ha invitado a ambas fuerzas a unificar criterios y a reforzarse mutuamente en un proceso que bien podría ser un modelo futuro para Europa. La izquierda y los movimientos ciudadanos pactando programas para la gobernabilidad y para la recuperación de los derechos ciudadanos esquilmados por los apóstoles de Merkel y la austeridad que favorece el viejo sueño alemán de dominar sobre el continente, aunque sea depauperado.
            Eso entendió Bersani, el líder del Partido Democrático al que el presidente Napolitano encargó formar gobierno. En la entrevista  televisada - así lo exigió Grillo para controlar a sus portavoces- ofreció al Movimiento Cinco Estrellas la oportunidad de ayudarle a formar gobierno "para convertir en leyes" las reclamaciones y las exigencias que habían coreado por las plazas del país. 
            Ese objetivo extraordinario debería haber bastado para derribar cualquier barrera entre las dos formaciones. 
            Pero Grillo se niega. 
            ¿Alguien sabe qué quiere Beppe Grillo? 
            ¿Quizá prolongar la satisfacción íntima de tener prisionero a su país?
            Sólo se me ocurre una reflexión al respecto. No se puede votar a quien no tiene el más mínimo sentido de Estado, vocación de gobierno, compromiso real por transformar en realidad las demandas de sus conciudadanos. Cada voto hay que pensarlo mucho, porque compromete de forma definitiva el futuro de cada uno de nosotros. Y hay tipos emboscados en la política y en los discursos atractivos a los que sólo les importa su futuro, el momento de gloria que el azar les ha dejado entre las manos, o los oscuros beneficios que esperan conseguir.
            Beppe Grillo es un histrión sin sentido de Estado. Pero es el histrión que Europa ha cultivado con esmero. Habremos de ver muchos como él, para desgracia de los pueblos.


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