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viernes, 15 de marzo de 2013

Hastío

              De pronto todo resulta inevitable. 
            La podredumbre política se acepta. Los medios callan. El poder corrompe también la información. Toda la información. Somos un país de animales domados, acomodaticios, acobardados frente al poder lo ejerza quien lo ejerza. Somos un país al que sólo le corresponde un sentimiento legítimo, sentirse avergonzado de sí mismo; un país que acepta la manipulación y la mentira porque le sirve de disculpa para  la huida     
            Ya no importa el crimen; importa quién lo juzga. Al final, habrá bandidos que saldrán ilesos y jueces enjuiciados. Otra vez.
            Sofoca mi conciencia un convencimiento que cada día cobra más fuerza. El crimen organizado desde las alturas del poder político cuenta con la protección imprescindible de una parte del poder judicial, la que controla el ejecutivo con su política de clientelismo y nombramientos interesados.
            Da asco. ¿Democracia...? Dudo que ese nombre sea de aplicación a la situación que ahora vivimos.
            De ahí la conveniencia del silencio. De mi conciencia solo aflora a borbotones la decepción, el asco y la vergüenza. 
            Mejor, el silencio. Una voz menos denunciando la indignidad no hará peor el mundo que habitamos.
            Gracias por la atención que alguna vez habéis prestado a estos escritos. 


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