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martes, 2 de abril de 2013

Visitantes clandestinos

            Casualmente me ha llegado una información casi confidencial. Mañana, miércoles 3 de abril, visitará el Centro Público donde trabajo un grupo de parlamentarios, de la mayoría de los partidos políticos representados en el parlamento Nacional. Vienen, al parecer, a hacer el seguimiento de un programa de prevención del alcoholismo entre los jóvenes que  se ha puesto en marcha recientemente como parte del proyecto educativo de este curso, con la colaboración municipal. Se han invitado solos. Han prometido que no interferirán en las actividades lectivas, que apenas estarán en el Centro unos minutos.
            Hace unos años una visita de este tipo hubiera resultado una fiesta, un honor, una extraordinaria oportunidad educativa. Probablemente habríamos organizado un acto de comunicación y de intercambio con el alumnado para reforzar los sentimientos democráticos entre los más jóvenes.
            Hoy resulta un acontecimiento temible en cuanto al riesgo de desorden que la presencia de los representantes electos puede ocasionar. No dudo de que su presencia breve y clandestina, si trasciende, pueda verse alterada por manifestantes espontáneos, dispuestos a recordarles que no nos representan, a reprocharles el abandono de su compromiso de defender los intereses del pueblo que les confió su voto y su futuro.
            Porque entre el alumnado actual hay quienes no van a la cafetería del instituto a la hora del desayuno porque sus familias no pueden permitirse ese dispendio en los tiempos que corren. Quizás alguno ni tan siquiera desayune.
            Porque entre el alumnado actual hay niños ·"ocupas", cuyas familias carecen de viviendas tras haber sido desalojadas de sus casas por una situación que no depende de sus voluntades, pérdida del trabajo y una ley hipotecaria injusta.
            Porque entre el alumnado actual hay infinidad de personas que han visto quebrarse, al menos por ahora, el sueño de continuar estudios universitarios, por el encarecimiento de las matrículas que sus familias no podrán afrontar y las dificultades para lograr una beca.
            Porque en la comunidad escolar hay este curso cinco docentes menos, a pesar del aumento en el número de personas matriculadas.
            Porque el personal docente de este Centro ha visto aumentar sus obligaciones laborales de forma considerable - dos horas más de clases  a la semana no son sólo dos horas más de clases, sino probablemente un grupo más de alumnos que atender, que evaluar, cuyas actividades programar y planificar-, al tiempo que han visto disminuir sus emolumentos de forma arbitraria y, seguramente, anticonstitucional.
            Porque entre el personal docente de este Centro hay alguno ingresado en una institución sanitaria con grave riesgo para su propia vida, mientras se le penaliza en sus ingresos mensuales como si fuera un absentista irresponsable y voluntario.
            Porque todas y cada una de estas situaciones se deben a disposiciones que han emanado de nuestro Parlamento y el rechazo es legítimo, aunque los voceros del poder nos tilden de "proetarras".
            Porque todas y cada una de estas situaciones son producto de una voluntad política entregada a los intereses del capitalismo especulativo y a la recuperación de un sistema financiero fallido, corrupto, mal gestionado y sin control alguno.  
            Yo sospecho que la eficacia del programa de prevención del alcoholismo les importa un bledo. La presencia de representantes de casi todos los partidos del arco parlamentario parece responder a un plan de recuperación de autoestima, un intento baldío de recuperar la credibilidad perdida. La credibilidad se recuperará - algún día tendrá que suceder o vamos dados- con actitudes valientes, honestas, comprometidas con las necesidades de este pueblo. Lo saben, pero no son dueños ni de sus conciencias ni de sus actos. Saben que nos están traicionando. De ahí su clandestinidad, sus prisas, su mala conciencia.
            Yo sospecho que es, sobre todo, una forma de justificar sus dietas. Viajarán en AVE, clase ejecutivos. Comerán en algún restaurante de postín de los que abundan en Sevilla. Alguno de los parlamentarios locales- es lógico que haya alguno para servir de guía- se lucirá con la elección ante sus compañeros de pantomima. Mientras, en mi grupo de estudiantes de griego de bachillerato, hay algunos cuyas familias no pueden comprarle un diccionario escolar para facilitar su trabajo personal en casa. Y algunos, sospecho que ni siquiera desayunan.
            Lo peor de todo es el problema que se genera en mi conciencia.   ¿Ignoraré su presencia entre los muros de mi centro dándole a esa visita la nula trascendencia que tiene en realidad, o los abordaré para denunciar en persona las injusticias que vivimos? 
            Será una denuncia inútil, pero me tienta mucho la segunda posibilidad.          
            Tengo que decidirlo todavía.

2 comentarios:

  1. No entiendo, Antonio, tanta beligerancia. Ellos sólo hacen su trabajo, son mandados. Creo que es más bien la envidia que te corroe por no haber sido elegido en el casting. Me temo que las Cortes se parecen cada vez más a Gran Hermano y la gente los vota con parecido fervor. Ellos son los paniaguados del Poder económico (a quien sirven a las mil maravillas) y en ese sentido están haciendo un buen trabajo. Y tus alumnos y míos y sus familias y nosotros mismos, ¡que se jodan!. Siempre te queda la oportunidad de votar a otros (¿no es ésa la libertad?) dentro de un tiempo. Lo malo es que los otros, por arte de magia, son los mismos. No han venido al instituto; de su majestuosa presencia nos han privado. Es una pena, penita, pena, pues los esperábamos con pancartas de bienvenida y todo, al más puro estilo Marshall, porque sabemos que al menos aquí no se van a quedar dormidos.

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  2. Cierto. No han venido. Quizá, al ser los talleres de ocho a diez, no eran horas adecuadas para sus señorías, acostumbradas a horarios menos exigentes O quizá descubrieron que era este un instituto de extrarradio, de barrio humilde y obrero, donde la crisis se ceba de forma natural y no era precisa su visita ¡Quien lo sabe! Tenía preparado un escrito para entregárselo en mano, un extracto de esta misma entrada. Se ha quedado en su envase. Al ser ellos trece y yo uno solo,al ser en la puerta de mi aula y no en la de sus casas, supuse que no tendrían ocasión de acusarme de proetarra, antidemocrático o acosador de representantes electos, aunque nunca se sabe. Ellos hacen las leyes a su antojo. Otra vez será, si hay ocasión.

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