Casualmente me ha llegado
una información casi confidencial. Mañana, miércoles 3 de abril, visitará el
Centro Público donde trabajo un grupo de parlamentarios, de la mayoría de los
partidos políticos representados en el parlamento Nacional. Vienen, al parecer,
a hacer el seguimiento de un programa de prevención del alcoholismo entre los
jóvenes que se ha puesto en marcha recientemente como parte del proyecto
educativo de este curso, con la colaboración municipal. Se han invitado solos.
Han prometido que no interferirán en las actividades lectivas, que apenas
estarán en el Centro unos minutos.
Hace unos años una visita de este tipo
hubiera resultado una fiesta, un honor, una extraordinaria oportunidad
educativa. Probablemente habríamos organizado un acto de comunicación y de
intercambio con el alumnado para reforzar los sentimientos democráticos entre
los más jóvenes.
Hoy resulta un acontecimiento temible
en cuanto al riesgo de desorden que la presencia de los representantes electos
puede ocasionar. No dudo de que su presencia breve y clandestina, si
trasciende, pueda verse alterada por manifestantes espontáneos, dispuestos a
recordarles que no nos representan, a reprocharles el abandono de su compromiso
de defender los intereses del pueblo que les confió su voto y su futuro.
Porque entre el alumnado actual hay
quienes no van a la cafetería del instituto a la hora del desayuno porque sus
familias no pueden permitirse ese dispendio en los tiempos que corren. Quizás
alguno ni tan siquiera desayune.
Porque entre el alumnado actual hay
niños ·"ocupas", cuyas familias carecen de viviendas tras haber sido
desalojadas de sus casas por una situación que no depende de sus voluntades,
pérdida del trabajo y una ley hipotecaria injusta.
Porque entre el alumnado actual hay
infinidad de personas que han visto quebrarse, al menos por ahora, el sueño de
continuar estudios universitarios, por el encarecimiento de las matrículas que
sus familias no podrán afrontar y las dificultades para lograr una beca.
Porque en la comunidad escolar hay este
curso cinco docentes menos, a pesar del aumento en el número de personas
matriculadas.
Porque el personal docente de este
Centro ha visto aumentar sus obligaciones laborales de forma considerable - dos
horas más de clases a la semana no son sólo dos horas más de clases, sino
probablemente un grupo más de alumnos que atender, que evaluar, cuyas
actividades programar y planificar-, al tiempo que han visto disminuir sus
emolumentos de forma arbitraria y, seguramente, anticonstitucional.
Porque entre el personal docente de este
Centro hay alguno ingresado en una institución sanitaria con grave riesgo para
su propia vida, mientras se le penaliza en sus ingresos mensuales como si fuera
un absentista irresponsable y voluntario.
Porque todas y cada una de estas
situaciones se deben a disposiciones que han emanado de nuestro Parlamento y el
rechazo es legítimo, aunque los voceros del poder nos tilden de
"proetarras".
Porque todas y cada una de estas
situaciones son producto de una voluntad política entregada a los intereses del
capitalismo especulativo y a la recuperación de un sistema financiero fallido,
corrupto, mal gestionado y sin control alguno.
Yo sospecho que la eficacia del programa
de prevención del alcoholismo les importa un bledo. La presencia de
representantes de casi todos los partidos del arco parlamentario parece
responder a un plan de recuperación de autoestima, un intento baldío de
recuperar la credibilidad perdida. La credibilidad se recuperará - algún día
tendrá que suceder o vamos dados- con actitudes valientes, honestas,
comprometidas con las necesidades de este pueblo. Lo saben, pero no son dueños
ni de sus conciencias ni de sus actos. Saben que nos están traicionando. De ahí
su clandestinidad, sus prisas, su mala conciencia.
Yo sospecho que es, sobre todo, una forma
de justificar sus dietas. Viajarán en AVE, clase ejecutivos. Comerán en algún
restaurante de postín de los que abundan en Sevilla. Alguno de los
parlamentarios locales- es lógico que haya alguno para servir de guía- se
lucirá con la elección ante sus compañeros de pantomima. Mientras, en mi grupo
de estudiantes de griego de bachillerato, hay algunos cuyas familias no pueden
comprarle un diccionario escolar para facilitar su trabajo personal en casa. Y
algunos, sospecho que ni siquiera desayunan.
Lo peor de todo es el problema que se
genera en mi conciencia. ¿Ignoraré su
presencia entre los muros de mi centro dándole a esa visita la nula
trascendencia que tiene en realidad, o los abordaré para denunciar en persona
las injusticias que vivimos?
Será una denuncia inútil, pero me tienta
mucho la segunda posibilidad.
Tengo
que decidirlo todavía.
No entiendo, Antonio, tanta beligerancia. Ellos sólo hacen su trabajo, son mandados. Creo que es más bien la envidia que te corroe por no haber sido elegido en el casting. Me temo que las Cortes se parecen cada vez más a Gran Hermano y la gente los vota con parecido fervor. Ellos son los paniaguados del Poder económico (a quien sirven a las mil maravillas) y en ese sentido están haciendo un buen trabajo. Y tus alumnos y míos y sus familias y nosotros mismos, ¡que se jodan!. Siempre te queda la oportunidad de votar a otros (¿no es ésa la libertad?) dentro de un tiempo. Lo malo es que los otros, por arte de magia, son los mismos. No han venido al instituto; de su majestuosa presencia nos han privado. Es una pena, penita, pena, pues los esperábamos con pancartas de bienvenida y todo, al más puro estilo Marshall, porque sabemos que al menos aquí no se van a quedar dormidos.
ResponderEliminarCierto. No han venido. Quizá, al ser los talleres de ocho a diez, no eran horas adecuadas para sus señorías, acostumbradas a horarios menos exigentes O quizá descubrieron que era este un instituto de extrarradio, de barrio humilde y obrero, donde la crisis se ceba de forma natural y no era precisa su visita ¡Quien lo sabe! Tenía preparado un escrito para entregárselo en mano, un extracto de esta misma entrada. Se ha quedado en su envase. Al ser ellos trece y yo uno solo,al ser en la puerta de mi aula y no en la de sus casas, supuse que no tendrían ocasión de acusarme de proetarra, antidemocrático o acosador de representantes electos, aunque nunca se sabe. Ellos hacen las leyes a su antojo. Otra vez será, si hay ocasión.
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