Portugal ha dicho basta.
El Tribunal Constitucional del país vecino ha revocado los nuevos recortes establecidos por el gobierno, prisionero de Merkel y de sus esbirros. Los consideran un atentado contra la igualdad ante la ley que establece la Constitución salida de la Revolución de los Claveles.
Han hecho bien. Al menos en Portugal hay una Institución que merece su nombre. Alguien debe levantar la voz lo suficiente para que ese club exclusivo de usureros que se ha apropiado nuestras vidas sienta que su poder no es ilimitado , porque hay pueblos que aún respetan su Constitución e instituciones dispuestas a defenderla.
La gestión de la crisis del capitalismo financiero internacional que está haciendo la Europa del Norte bajo la batuta de Alemania no es solo desacertada; es sencillamente atentatoria contra los derechos humanos. Basta de medias tintas. Es un crimen. Un crimen contra los pueblos, contra las personas, meras piezas sacrificadas en el ajedrez de los intereses económicos del capitalismo más depredatorio y menos maniatado que hayamos conocido.
Grecia ha quedado destruida durante sepa dios los años, no solo en su economía, sino también en su propia identidad; ese mismo proceso se lo están aplicando a Portugal. Chipre ha sido devastado en una mañana, mientras los cómplices inmorales y avisados aprovechaban el terremoto de las Bolsas Europeas para ganar unos millones en pocas horas y sin arriesgar un euro.
No son rescates, son actos de guerra, colonización salvaje, destrucción del sistema legal establecido, sometimiento de los pueblos a condiciones draconianas, según es costumbre hacer con los vencidos. Sólo que en esta guerra , quien te sacrifica en la búsqueda de su exclusivo beneficio aún presume de ser tu salvador.
Hace ya mucho tiempo que lo tenemos comprobado. La Europa que un día nos sirvió de referencia, de garantía, de modelo, la Europa envidiable por sus libertades y su calidad de vida, se ha transformado en un ecosistema inhabitable, una selva donde reinan los más poderosos con la colaboración imprescindible de los más indecentes.
O estábamos engañados, o Europa ya no es Europa. Los principios inalienables - democracia y calidad de vida con la garantía de sus Estados- que la hicieron única, el mejor lugar de la tierra para vivir, han sido destruidos. La democracia empieza a ser una palabra hueca, un subterfugio de los discursos vanos de políticos serviles o cobardes que se pliegan sin resistencia a las exigencias de los ladrones que nos esquilman. Y muchas personas, aquellas a las que los Estados garantizaban la igualdad ante la ley mediante servicios públicos compensatorios y de calidad, han sido arrojadas a la más absoluta indefensión.
Muchos europeos ya no son ciudadanos, son escoria; una pesada carga para el beneficio legítimo de los saqueadores que invirtieron sus excedentes de capital en animar nuestro consumo de sus excedentes industriales, garantizándose un retorno desmedido a costa de nuestros derechos ciudadanos, que no son sostenibles, es decir, que no son compatibles con sus intereses y con su inveterada costumbre de la evasión fiscal ¿Para qué, si no, tantos paraísos fiscales distribuidos por el mundo , protegidos por gobiernos que se dicen democráticos, tolerados por instituciones indecentes como el FMI, la OCDE, el grupo de los Veinte, y los gobiernos europeos en su conjunto...?
¡¡Hijosdeputa!!
Portugal ha dicho ¡Basta!
He ahí un pueblo.
Como siempre dando en el blanco. Sin embargo, veo que la mayoría de la gente sigue instalada en esta democracia falaz, en el bipartidismo irracional, al que sirven y siguen con tanto fervor como a sus equipos de fútbol. ¿A qué estamos esperando para decir ya basta? ¿Qué más tenemos que perder para saber que estamos en guerra y que nuestra única fuerza es el número y la ética? País de imbéciles.
ResponderEliminar