La cifra no por esperada
abruma menos. Seis millones doscientas dos mil personas están en situación de
desempleo. Desde que el Partido Popular accedió al poder que le otorgó la
ciudadanía con el compromiso de luchar contra el paro y sacarnos de la crisis,
esta cifra aterradora, el barómetro que mejor mide la profundidad de la
tormenta a la que nos han conducido, ha aumentado en casi un millón.
No obstante ello, Carlos Floriano,
vicesecretario de organización del Partido Popular, nos anima: “Que nos os
ciegue ese mal dato para comprobar cómo la política está dando buenos
resultados a nivel macroeconómico que más pronto que tarde van a llegar a las
familias”,- nos dice el tipo , disfrazado de progre sin corbata. Por supuesto
esta afirmación no la hizo ante la prensa, sino ante los cachorros creciditos
de Nuevas Generaciones, ese pijerío acrítico, con conciencia de ser los
elegidos en este mundo bipolar que nos han diseñado.
¿Qué buenos resultados son esos,
malnacido…? ¿Dónde están…? ¿Qué macroeconomía es esa que se sustenta de
cadáveres laborales, de familias excluidas, de seres humanos abandonados en las
cunetas marginales del sistema…?
Cumple el encargo; paga su cuota de preeminencia en la pirámide del
partido; le toca bregar con ese dato horrible del aumento del paro de forma
irremediable, gracias a las políticas del control del déficit y desmontaje del
Estado que su partido aplica con empeño. Quizá sea un cínico, quizá sea un
incompetente, quizá cumple a regañadientes la consigna de sus jefes. Porque la
pregunta es otra. ¿Por qué no sale Rajoy a explicar ese dato? Contradice su
propuesta electoral. El Partido Popular era el partido del empleo. Así que este
Carlos Floriano es un malnacido que expone su rostro para evitar que llamemos
malnacido al presidente virtual. ¿Dónde está Rajoy? ¿Dónde se esconde? ¿Tan
insoportable le resulta el peso de su culpa? ¿Tan inseguro está ante la opinión
pública por el escrache, este sí verdadero, de los papeles de Bárcenas…?
Los buenos resultados macroeconómicos a
los que hace referencia los han ido desvelando con posterioridad sus compañeros
de gobierno. El paro seguirá creciendo durante toda la legislatura; el PIB se
contraerá un 1,5% sólo en este año, - traducido en euros contantes y sonantes,
España producirá en torno a quince mil millones de euros menos y cientos de
miles de desempleados más-; habrá que tocar las pensiones y las prestaciones
por desempleo.
El
gran engaño, como lo denomina Krugman, de la política de austeridad –
eliminación de derechos, en el fondo, para garantizar las rentas del capital
especulativo- ya engaña a menos gente porque la agonía se prolonga inútilmente
y Europa, tal como se ha pronosticado ya mil veces, camina hacia la ruina
económica y a la desintegración de su proyecto comunitario, a donde nos conduce
la derecha ideológica, esa fanática defensora de los derechos del capital y de
la idea de que es el mercado salvaje y no las constituciones el que administra
los derechos ciudadanos.
Así pues, Floriano tendrá que concretar
a qué buenos resultados se refirió en su momento. Tampoco podemos disculpar
permanentemente estos discursos irracionales en la estupidez congénita de
muchos de estos individuos, serviles y agradecidos a quienes el sistema les
ofrece refugio, prebendas y notoriedad. Algunas personas de la que administran
el poder en la derecha no son estúpidas. Otra cosa es que alguna tenga
conciencia, que lo dudo.
Vinimos aquí para salvar el país, nuestra Españñña, de la catástrofe socialista, la recuperación era cosa cantada y de dos días -sólo teníamos que ostentar el poder-; ya no podemos ocultar más que era otra falacia, pero ya que estamos, pues nos quedamos.
ResponderEliminarNo sólo se quedan; es que el país es suyo, de la gente de bien, de orden, de iglesia... Los antiguos propietarios de la tierra que ahora, si no tienen demasiadas propiedades, poseen el cinismo, la inmoralidad, la complicidad malsana en la destrucción de los derechos colectivos. Mala gente que va apestando la tierra, que dijo el maestro Machado en un momento de extrema lucidez. Son cainitas, excluyentes, necesitados de marcar fronteras para sentirse importantes. Gente innecesaria, contaminante, envenenadora de la saludable convivencia. Les molesta que la descendencia del proletariado explotado del franquismo haya demostrado más capacidad de adaptarse a las exigencias del presente que cualquiera de ellos, protegidos permanentes de un sistema injusto, educados en la inmoralidad del privilegio, con la conciencia de que ninguna ley está por encima de sus intereses de casta parásita desde la noche de los tiempos.
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