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lunes, 4 de febrero de 2013

Los trescientos

  No. No voy a contaros la historia de los trescientos espartanos del rey Leónidas que aguantaron heroicamente al ejército persa de Jerjes en las Termópilas. Hay mucho mito en esa hazaña. No estaban solos, ni eran trescientos, desde luego. Pero hoy no va la historia de esos trescientos, sino de otros. 
  No sé si será casualidad o el número tiene alguna intención simbólica, por lo que la empresa encomendada a estos trescientos tiene también de heroica. 
   En El País del 1 de febrero, Ramón Jáuregui, portavoz del PSOE en la comisión constitucional del Congreso, sale al paso de las críticas por la aparente pasividad de su partido en lo que va de legislatura, la más convulsa de los últimos tiempos. Asegura que casi desde el día después de la derrota electoral el PSOE se sumió en una profunda reforma interna silenciosa y paciente. La maquinaria del PSOE se puso en manos de trescientos mecánicos anónimos, superespecializados y escasamente vinculados con el propio aparato del partido. 
  Esos trescientos elegidos debaten y proponen medidas para afrontar los grandes problemas del país y refundar sobre sus conclusiones el proyecto político del Partido Socialista. Y han descubierto que la gran quiebra no está tan sólo en su proyecto, sino que hay una quiebra aún mayor en España, en nuestro sistema democrático y en las instituciones sobre las que se sustenta. Jáuregui insinúa un panorama similar a los primeros tiempos de la transición. Según el diagnóstico de estos analistas, se trataría casi de refundar la democracia. 
  Sostiene Jáuregui que el proyecto, aun a medias, del Partido Socialista propondrá reformas profundas que afectarían al sistema económico y social, al sistema fiscal, al modelo productivo, a la política energética, a la calidad de la educación sin olvidar las universidades, y a la sostenibilidad de los servicios públicos; asegura también  que afrontará temas candentes y de rabiosa actualidad como la respuesta a la corrupción, el rechazo a los partidos políticos y la cohesión territorial de España. Y Europa, sobre todo Europa, sin cuyo concurso cualquier proyecto nacería condenado al fracaso.
   Aquellos trescientos guerreros de Leónidas -  entre 5.000 y 11.000 guerreros de diferentes polis griegas , según qué fuentes consultemos de la Historia Antigua- perdieron la batalla. Se achaca, como es lógico desde las fuentes griegas , a una traición para justificar esa derrota. La consecuencia fue que los persas se apoderaron de Atenas.
    No hablo de esta derrota con ninguna intencionalidad sobre el trabajo de estos trescientos colaboradores del Partido Socialista.
   Sin conocer sus conclusiones, no valoraré de forma negativa el trabajo de esta comisión. Sería injusto y falto de objetividad. Ojalá acierten y tengamos un proyecto político acorde con lo que España necesita. Pero hay un error de formas, un error demasiado frecuente en el comportamiento de los partidos políticos.
  Jáuregui acaba de reconocer un error de estrategia. No en la selección de estos trescientos para su particular batalla de las Termópilas, sino en el secretismo con que se está llevando a cabo este proceso. Un error, porque ha dado esa sensación de pasividad imperdonable del principal partido de la oposición en tiempos tan convulsos. 
   El error que reconoce no tiene que ver con el que yo denuncio.
   Yo creo que el error es más profundo. Es un error de concepción. El error primordial es hurtar al ciudadano participar en el proceso. Los partidos políticos aún nos consideran tutelados, incapaces de aportar nada útil al proyecto colectivo de convivencia y de gestión. Y se equivocan.  Lo han venido comprobando con las iniciativas ciudadanas justísimas para afrontar problemas ante los que el Parlamento ha carecido de voluntad o de valor.
   Cuánto mejor no habría sido, el día después de la derrota, asumir los errores, pedir disculpas en lo que fuera necesario y anunciar el proceso invitando a los ciudadanos a compartir la empresa apasionante de recuperar al país para el futuro. Está la red, una vía potente de participación en un proceso cuyo principal objetivo debería ser devolvernos la esperanza y darle forma al único  modelo de democracia que podemos aceptar, la democracia participativa.  Buena parte de la ciudadanía ha perdido la fe en el sistema y en quienes lo administran. Sobran razones. Y el secretismo no hace sino aumentar la distancia entre los aparatos políticos y la ciudadanía , como sin duda demuestran las encuestas.
  Y un proyecto a medias en los tiempos que corren es poca cosa. La crisis del Partido Popular está lejos de amainar. En mi opinión aún empeorará de forma llamativa. Sólo hay que ver la portada de la Gaceta, el órgano en papel de Intereconomía, de hoy. No le conceden ni la cuenta de protección , la que es de rigor para proteger a los boxeadores que se tambalean en medio del ring.
  Rajoy es un hombre acosado y la fidelidad de su partido es esa frágil fidelidad que genera la victoria. Puede que se agote su proverbial capacidad de resistencia, cuando descubra fisuras en las defensas colectivas. O puede que, en realidad, sea ya ese jinete muerto que cabalga en los versos lorquianos,  sostenido por la querencia de su propi0 caballo. Supongo que dependerá, especialmente, de la actitud de Europa. La Europa protestante, hipócrita pero rigurosa, convive bastante mal con cargos públicos sobre los que pesan sospechas de comportamientos inadecuados.
   Rubalcaba reclama la dimisión de Rajoy, pero no reclama convocatoria de elecciones anticipadas. Él sabrá por qué. Él, como yo, sabe que, aún confirmándose todas y cada una de las acusaciones que pesan sobre el Presidente del Gobierno, Rajoy es el menor de los problemas. Él, como yo, sabe que en esta guerra cainita por el control del Partido Popular hay intenciones ocultas que suponen una amenaza latente y peligrosa para el futuro del país. Él, como yo, sabe que el problema de Rajoy no son los papeles del Bárcenas; esa es su principal debilidad. El problema de Rajoy es que ha empezado a desconfiar de las  medidas que aplica su gobierno. Y hay muchos enemigos emboscados esperando los beneficios que esta ruina que nos cerca produce a los animales carroñeros.
  
   
   

3 comentarios:

  1. Me duele leer tan acertado comentario, pues da miedo siquiera pensar en el sustituto de Rajoy, alguien aún más cavernícola e injusto. Con respecto al PSOE, siguen con los mismos complejos de siempre; se dejan insultar, permiten a los otros mentir descaradamente y no hacen nada por miedo al qué dirán. A los perros de presa no se los combate con palmadas en el lomo.

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  2. No sé si es miedo. Creo que es el convencimiento de que tampoco ellos tienen respuestas aplicables a la situación del país. Impotencia , quizás.
    O un plan maquiavélico: esperar que venga alguien peor que el gobierno de Rajoy, a ver si remonta en las encuestas por desesperación ciudadana. El PP ha perdido el 20% de votantes desde las elecciones del 20 N y el PSOE está en la misma situación de entonces, sin capitalizar la decepción,el desengaño o el cabreo.
    Si esta fuera la causa verdadera de la falta de vigor del PSOE en la situación actual, sería para borrarlos del mapa político, porque estaría sacrificando una parte de nuestro futuro en una estrategia política de recuperación del poder basada en el sacrificio de la población más necesitada de una actuación política honesta, humanista y comprometida.
    La sensación que yo tengo, Fernando, tras muchos meses cotejando información muy variada, es que la parte de la derecha de este país a la que tú tildas de cavernícola, aunque ellos a sí mismos se denominan liberales,-¡qué sarcasmo!-, considera que las reformas de Rajoy son tibias, que no está aprovechando la mayoría absoluta con la entereza que ellos demandan, esto es: desmontar los servicios públicos a conciencia; laminar el Estado y privatizar los servicios más rentables; una reforma laboral que incluya el despido libre y las limitación rigurosa del tiempo de protección del desempleo, así como la deslegitimación definitiva de los convenios colectivos;la revisión profunda del sistema de pensiones y la aplicación inmediata del aumento de años cotizados y de la edad de jubilación;
    establecimiento de copagos altos en el sistema sanitario - ya lo hacen en algunas comunidades-; y eliminación del sistema de cohesión territorial que denominamos estado autónomico, quizá con la salvedad de los dos históricos para evitar tensiones muy violentas. Apostaría cualquier cosa que es ese guiso el que hierve en la olla de los papeles de Bárcenas, independientemente de la inmplicación en el fraude que Rajoy, y otros, deba asumir cuando llegue su hora.
    Si yo lo intuyo y lo temo, siendo un hombre del común, ¿cómo es que el Partido principal de la oposición no está , por lo menos, en guardia? No creo que un PSOE en sus cabales piense que al Partido Popular le ha dado un arrebato puritano y que quieren purgar sus viejas culpas.
    Cui prodest...?- preguntaban los romanos, que sabían de la intriga política una barbaridad. ¿A quién producirá beneficios el tsunami actual de la calle Génova...?¿Quién lo maneja y administra la basura que se deja en las redacciones de forma calculada? ¿Con quién ha caminado siempre desde que comenzó su singladura política...?
    Creo que el Partido Socialista también tiene respuesta a cada una de estas preguntas. Un día tendrá que darnos explicaciones de por qué se queda al margen de esta guerra donde somos nosotros el botín.

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  3. De acuerdo en todo, fundamentalmente en lo del golpe de estado que pretenden perpetrar.

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