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miércoles, 16 de octubre de 2013

Día mundial contra la pobreza

        Ayer lo celebramos. Tan irreflexivos somos que necesitamos estas llamadas de atención. La realidad más denigrante puede manifestarse impúdicamente ante nuestros ojos acostumbrados a convivir con la desgracia sin que se nos rebele la conciencia.
            Ayer ya exponía mi convencimiento de  que el sistema manipula las palabras para someter la realidad que percibimos a los límites que puedan parecernos aceptables. Afortunadamente no están adormecidas todas la conciencias. La organización que lucha contra la ignominia de la pobreza nos da unos datos tenebrosos y que no precisan demasiadas valoraciones. 
            Doce millones de españoles viven ya en condiciones de pobreza. Tres de esos millones, en condiciones de pobreza extrema. En contraste extraordinario para explicitar la creciente desigualdad a la que nos conduce este gobierno y las políticas dominantes que emanan de la Europa insolidaria y dañina, el número de millonarios ha crecido en este país un doce por ciento en los últimos años. En ese ránking en el que se ufana de sus logros una selección de los mayores delincuentes de la tierra, España ocupa ya el décimo lugar del mundo. En esa evaluación externa del éxito que reporta la crisis, ese desastre generado por el irracional pariente americano y convertido en oportunidad de enriquecimiento apresurado por el capitalismo oportunista y sin fronteras, libre de cualquier atadura moral o legal, España es un país muy distinguido. Aplicado y hábil, ha desarrollado muy por encima de la media la competencia criminal de arrebatar sus bienes a la inmensa mayoría para acrecentar sus beneficios inmorales.
            La organización nacional que lucha contra la pobreza tiene una cita con Rajoy mañana mismo, en la calle, donde el pueblo se ve obligado a trasladarle sus mensajes a un gobierno cínico que solo escucha  a la mayoría silenciosa. Será una cita inútil, por supuesto. Rajoy está en Panamá; pero aunque estuviera escuchando oculto tras la puerta de su despacho, Rajoy es solo el subteniente de un ejército en la sombra, un chusquero huidizo, incompetente, y experto únicamente en la administración de sus silencios, cuyos jefes, los que diseñan estrategias, los que portan en las hombreras los entorchados del poder verdadero, no nos dejan atisbar sus rostros. 
            Le confirmarán en esa cita al aire libre lo que ya venimos denunciando sin fortuna en repetidas ocasiones. Sí hay dinero; si hay otras políticas posibles, pero falta la voluntad de ejecutarlas. Noventa mil millones de euros es la cantidad confirmada de la evasión fiscal de quienes manejan la economía de este país. ¡¡Intolerable, cuando hay tres millones de españoles cuyo principal problema es el mismo de los pobres de la España imperialista y miserable que nos reflejaba la novela picaresca de los siglos de Oro, calmar el hambre!! 
     Mientras, se arbitran nuevos procedimientos de manipulación de la ciudadanía. El año próximo se incluirán como actividades contributivas al Producto Interior Bruto actividades delictivas o marginales y que, por su propia naturaleza, nadie controla en realidad; a saber, el contrabando, el tráfico de drogas y la prostitución.
        No. Yo no me he vuelto loco, ni mi sentido del humor ha buscado una vía inexplorada para sorprenderos. Todas esas actividades serán contabilizadas como actividades económicas que contribuyen a nuestro Producto Interior Bruto.
            Dos breves reflexiones. ¿Controla alguien realmente, de forma fidedigna, el volumen de dinero que mueven esas tres actividades? No lo creo. Hay una enorme variedad de estimaciones; esa diversidad habla a las claras de que ningún dato es creíble; son actividades que se realizan en la sombra, lejos de la mirada inquisitorial de la Justicia y de Hacienda.
          Entonces, ¿qué sentido tiene incluir esas actividades en la contabilidad de nuestra economía como país?
            De eso se trata. El gobierno puede establecer la estimación que considere oportuna; aumentar nuestro Producto Interior Bruto en la medida de sus necesidades para maquillar los datos económicos. Puede aumentar el PIB español en cien mil millones, por ejemplo. Automáticamente disminuirá también el porcentaje del PIB que supone nuestra deuda externa. Ya rozamos el 100%. Si nuestro PIB es un billón de euros, aproximadamente eso debemos a los demás. El 100% es como una línea roja, el reconocimiento de habernos adentrado en arenas movedizas. Todos los datos económicos reales advierten de que nuestra deuda seguirá creciendo, porque la yunta famélica que conforman la derecha política y los intereses del capital ha empobrecido al Estado de forma extraordinaria. 
            Pues enmascaramos ese dato nefasto inflando artificialmente el PIB. Queda para la prensa amiga que este gobierno ha hecho crecer la economía nacional un cinco, un siete, un  diez por ciento en plena crisis y que la deuda externa ha disminuido del cien por cien hasta un porcentaje  claramente menor. ¡Todo un éxito político! Las portadas de los medios cómplices y las tertulias de los voceros subvencionados harán el resto cuando se aproximen las elecciones. 
            En realidad no habrá cambiado nada. Pero los camellos, los grandes traficantes, los contrabandista de tabaco gibraltareño, las prostitutas, tanto las más afortunadas que ejercen por elección personal, como las mujeres desgraciadas que llegan del hambre y la miseria lejana engañadas por mafias inhumanas que las esclavizan y trafican con sus cuerpos, habrán hecho que esta derecha cínica e inmoral se recupere en las encuestas. Sin embargo ese dinero invisible, inalcanzable, casi imaginario a efectos fiscales, no habrá contribuido a pagar ni una pensión, ni una beca, ni el salario de un solo servidor público. Venta de humo, en realidad
            Ahí os dejo una pequeña muestra de política real. Mientras el PIB crece de ese modo irreal, - humo convertido en oro de ley mediante la manipulación y el maquillaje desvergonzado de la realidad-, seguramente habrá crecido el número de pobres en algún millón más y el club exclusivo de los nuevos millonarios habrá dado la bienvenida a muchos expertos en una antigua y admirable forma de reciclaje. Reciclan la miseria ajena en beneficios propios. 
            Me guardo a duras penas la sarta de improperios que me reclama la cólera añeja que me acompaña desde hace ya demasiado tiempo. Cuando confían en tener éxito por medios tan burdos de manipulación es porque quizá sea posible que lo tengan. Pero un pueblo al que se puede manipular con éxito por estos procedimientos es un pueblo sin autoestima; un pueblo que se ha perdido el respeto a sí mismo; un pueblo que se ha dejado la dignidad olvidada en algún recoveco inalcanzable de su pasado. O quizá sea un pueblo al que le han arrebatado dos armas imprescindibles para sobrevivir a tiempos como estos, la memoria y la esperanza.

1 comentario:

  1. He oído decir que las palabras no son importantes; sólo los actos y, si acaso, las imágenes. Si no tuvieran importancia, los tiranos no se afanarían tanto en corromperlas y encerrarlas. Son importantes porque la lengua es pensamiento.

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