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lunes, 23 de diciembre de 2013

Ven pasar ángeles perturbadores

            Durante los funerales de Estado de Mandela, un individuo que nada tenía que ver con la superación del apartheid se ganó un inmerecido lugar en la memoria colectiva; una notoriedad que seguramente, en sus días de lucidez, le producirá sonrojo. Me refiero desde luego al intérprete del lenguaje de signos, contratado para traducir a las personas sordas las palabras de algunos de los denominados líderes mundiales en las honras fúnebres del prohombre sudafricano. Todas las personas sordas que fueron testigos de su lamentable puesta en escena y los propios expertos en ese sistema de comunicación coinciden en que el pretendido intérprete no tenía ni idea  de lo que estaba haciendo. Un vergüenza nacional para Sudáfrica, ampliada por los medios de comunicación de medio mundo.
            No obstante, el tipo es intérprete oficial del lenguaje de signos, mediocre según cuentan porque tiene escasas habilidades de expresión gestual, pero con una trayectoria contrastada en otros actos oficiales. También figura en el acta sumarial que está diagnosticado de esquizofrenia; el hombre, por su parte,  aduce como explicación a sus imperdonables desaciertos, a su confusión, a su inutilidad momentánea bien manifiesta a los ojos del mundo, que en esos momentos solo veía pasar ángeles perturbadores ante sus ojos asombrados, ángeles que le impedían ser consciente de la realidad circundante, ángeles que le impedían cumplir su cometido.
            ¡¡Vaya con los ángeles!!  No precisó categorías. Quizá no las distinga. Desconocemos, pues, si se trataba de arcángeles, serafines, querubines, ángeles caídos, o de una selección de todos ellos. Desconocemos, también, la encomienda recibida, porque, que sepamos, los ángeles nunca actúan por iniciativa propia, sino por encargo divino. Si se trataba de interferir en el mensaje hipócrita de los poderosos, ¿por qué fastidiárselo exclusivamente a las personas sordas, una minoría a fin de cuentas y afortunadamente...?
            Siendo razonables y extrapolando datos a nuestra propia vida, yo creo que ese desgraciado acontecimiento es una lección inolvidable que los descreídos recibimos, venga de donde venga. No hay que olvidar que es tiempo de consumo desmedido para celebrar que somos, por naturaleza, familiares y bondadosos. ¡Bendita sea la Navidad, que nos recuerda la obligación de comportarnos bien con el resto del mundo! ¡Con el gobierno, incluso!
            Creo merecer esa lección magistral y navideña. He asegurado casi en cada entrada de este blog que este gobierno miente a boca llena. Que Rajoy y sus ministros mienten con un descaro vergonzante cuando hablan de la recuperación, de la bondad de sus medidas...Quizá yo esté viciado por mi ideología sin futuro, por la añoranza de tiempos que ya no volverán. 
            Cuando Montoro nos asegura que el milagro de la recuperación española será un modelo que se estudiará en las universidades del mundo, quizá no esté mintiendo a sabiendas. 
            Y cuando Rajoy nos asegura que , gracias a sus medidas, no se ha destruido empleo en este país en 2013 a pesar de que si se hayan destruido quinientos mil contratos que ya no existen, quizá  no esté mintiendo a sabiendas. 
            Y cuando Wert o su Secretaria de Estado para la Educación nos bendicen la LOECE como la ley de educación que persigue la igualdad de oportunidades y la excelencia, quizá no estén mintiendo a sabiendas. 
        Y puede que cuando Gallardón afirma que la regulación del aborto defiende  la libertad de las mujeres que se ven obligadas a abortar, víctimas de no sabemos qué presiones ajenas a su voluntad, no sea consciente de que miente. 
            Y puede que el ministro del Interior no sea consciente de que miente cuando dice que ley de Seguridad ciudadana defiende las libertades que garantiza la Constitución.
            Puede que sólo sean los ángeles perturbadores, juguetones, danzando ante sus ojos apenas se acercan a un micrófono.
            Puede que todo este gobierno, al completo, sin excepción alguna, tenga un historial secreto de confusión mental por la influencia perniciosa de la visión de seres luminosos y alados que perturban sus mentes apenas se empeñan en hacernos comprensible el tiempo que vivimos. Incluso Cospedal debe tener docenas de ángeles cercándola de forma despiadada.
            Seamos justos. Quizás es que los ángeles confunden el buen juicio de Rajoy y de sus ministros. Es Navidad, tiempo de paz y de perdón. Antes de privarlos de nuestro voto, deberíamos asegurarnos de que no es cosa de los ángeles juguetones y traviesos. 
            Recordad que una virgen judía también vio un ángel hace ya más de veinte siglos y hoy mismo estáis cantando villancicos para celebrar el acontecimiento que se produjo nueve meses después.  

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