Vistas de página en total

martes, 3 de diciembre de 2013

¡Albricias, baja el paro!

    Desde ayer nos bombardean con la noticia de que el paro registrado en el INEM ha disminuido en dos mil cuatrocientas personas. El primer mes de noviembre que registra un descenso del paro desde los tiempos de Adán y Eva, al parecer. Hoy los telediarios amigos y el canal 24 horas repetirá esta falacia unas quinientas veces, para que la población desesperada admita que es una buena noticia, un rayo de luz tenue en sus vidas zarandeadas.
            De eso se trata.
            Este gobierno no gobierna; urde mentiras nuevas cada día según sopla el viento de la realidad, para que ese viento le resulte favorable e hinche sus velas deshilachadas en las encuestas de intención de voto.
            Y en el caso en que no fuese una mentira escandalosa, ¿qué significarían dos mil quinientos parados menos en los casi cinco millones de españoles que viven mano sobre mano, casi sin esperanzas de encontrar un empleo digno y estable?
            Es mentira. La manipulación de las palabras no convierte las mentiras en verdades necesariamente, pero se puede decir que tiene un razonable porcentaje de éxito, según las circunstancias. De otro modo, nadie se tomaría la molestia de mentir.
            Como lingüista, yo distingo perfectamente el núcleo de un mensaje de sus complementos. Suprimir alguno de esos elementos en un mensaje es simplemente manipulación. Comparen los mensajes siguientes y verán la importancia de las palabras.
            Mensaje A: Baja el (..........) paro en noviembre en dos mil cuatrocientas personas. 
            Es el mensaje del gobierno y el de la patronal. Nos piden un acto de fe y otro de esperanza. Lentamente mejoramos, gracias a las reformas de Rajoy. Pero han manipulado la realidad. Han manipulado el sujeto del mensaje.
            Mensaje B: Baja el (número de personas inscritas en las listas del) paro en noviembre en dos mil cuatrocientas personas.
            Es la noticia verdadera. Aunque los medios vicarios nos repitan mil veces que ha bajado el paro, la noticia es que ha descendido el número de personas que se registran en el INEM. Hay motivos para ello. Muchas de esas personas han perdido ya el derecho a percibir prestaciones por desempleo, uno de cuyos requisitos es figurar en las listas del INEM como buscador de empleo. Y muchas de esas personas, tras años de espera, han perdido ya la esperanza de encontrarlo. Sencillamente, no se inscriben porque no les sirve de nada figurar en esa estadística infernal. Una buena parte de esas personas son inmigrantes retornados a sus países de origen.
            No; el paro no ha bajado en noviembre.
            Entre otras cosas porque el número de afiliados a la Seguridad Social, el auténtico termómetro de nuestra situación laboral, ha disminuido en casi sesenta y cinco mil personas. Noviembre ha destruido sesenta y cinco mil empleos, a pesar de las reformas de Rajoy o quizá gracias a ellas.
            No gobiernan. Urden mentiras. Manipulan. Nos desprecian como ciudadanos. No les preocupamos lo más mínimo. Solo quieren, todavía, la legitimidad de nuestros votos para seguir arruinando este país.
            La mayor parte de los integrantes de este gobierno reconoce su poderosa vinculación con la Iglesia católica como practicantes. Y uno de los mandamientos del Dios al que dan culto, - "No dirás falso testimonio ni mentirás" (Éxodo, 20-16)-, prohíbe expresamente la mentira.
       Yo espero que se consuman en el fuego del infierno, pero temo encontrarlos por allí. Antes o después privatizarán los rincones más llevaderos, los escasos espacios donde el calor no apriete y dejarán para la masa desheredada el centro de la parrilla luciferina. Ese es su estilo, su función, su proyecto exclusivo.
        Ellos, no obstante, mienten con la tranquilidad que da el conocimiento. Saben que la Iglesia católica es generosa con los arrepentidos, especialmente con los arrepentidos poderosos. Si te arrepientes de todas tus maldades en el momento de tu muerte ante uno de sus ministros y cumples la penitencia establecida, poco importa el cúmulo de crímenes que se amontonen en tu historia; serás uno de los elegidos y verás a tu Dios en el Paraíso, supongo que el Paraíso que perdimos por un simple bocado a una manzana de infausto recuerdo para la humanidad.
            Este poder de perdonar pecados, sin duda, fue un hallazgo extraordinario de los estrategas del poder religioso; acrecentó en su día, -hoy las sostenemos con los presupuestos del Estado-, las riquezas de la santa Madre. Muchas de las penitencias establecidas en las cabeceras de muerte de los poderosos pecadores obligaban a cambiar la herencia en favor de la garante de la salvación eterna. Tierras, a cambio de escapar del fuego del Infierno; no era un pago excesivo. 
            En su día la Iglesia de los pobres era dueña de la mitad de las tierras de cultivo de este católico país, al que también condenaron a siglos de analfabetismo para que nadie les arrebatara el poder de interpretar las Escrituras, la voluntad de Dios.
            Se olvida casi todo. Y aun besa la gente el anillo episcopal en  señal de sumisión civil. Y echamos sobre el sistema educativo, -siete leyes en treinta y cinco años-, las culpas de los resultados de unas evaluaciones internacionales inútiles, que nada vienen a medir sino la capacidad de sumisión escolar al sistema de autoridad imperante, familia, estado, empresa. Gana por goleada el Asia donde el capitalismo internacional ha encontrado esclavos modernos, sumisos y eficaces, el principal soporte del capitalismo sin fronteras. Los sistemas educativos en esos países entrenan al alumnado para las consabidas pruebas olvidando aspectos primordiales en la formación humana; los entrenan para que quede constancia de que su mano de obra está cualificada según los parámetros que reclama la OCDE, y su sumisión fuera de toda duda. La señora Secretaria de Estado de Educación, Montserrat Gomendio, afirma que con la ley educativa de este gobierno mejoraremos mucho en las evaluaciones PISA. La verdad, en mis treinta y cinco años de docencia no he tenido preocupación mayor que los resultados de las Evaluaciones Pisa. 
            Algunas Comunidades autónomas se han negado a realizarlas este año. Si es por su inutilidad práctica y por la manipulación que se hace de sus resultados, estoy con ellas. Yo  también me negaría, si de mí dependiera. La Evaluación Pisa es como las Agencias Internacionales de Calificación en materia educativa, un instrumento de manipulación creado por la OCDE, dirigismo indisimulado de la orientación adocenada y miserable que reclaman en los programas educativos. Sabedlo, no les interesa un ser humano independiente, crítico, culto. En absoluto. Antes de comenzar este siglo, la OCDE ya recomendaba los recortes que ahora aplica el PP; ya recomendaba recortar la inversión en formación humana, puesto que el mercado de trabajo ofrecería a las masas de trabajadores solo puestos de baja calidad y mal remunerados ¿Para qué hace falta tanta formación? Acertaban en eso.
            No estaremos demasiado bien, pero me niego a avanzar en la dirección que me reclaman. Las evaluaciones Pisa no merecen ni un minuto de mi tiempo. No enseño a los seres humanos pensando en el mercado de trabajo. ¡Qué propuesta tan miserable!
            Así nos ha ido. Así nos va. Y yo ya he perdido hasta la capacidad de indignarme. Lo que no logro dominar, todavía, es la vergüenza que me genera este gobierno y el hecho de que aun pudiera ganar las próximas elecciones.
        Así que pueden seguir mintiendo. No perderán el Paraíso que les aguarda, salvo muerte inesperada que los sorprenda lejos del poder salvador de un cura armado de los santos óleos, y quizás ganarán las elecciones.
            ¿Quién puede pedir más al incumplimiento de un mandamiento divino?


No hay comentarios:

Publicar un comentario