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jueves, 28 de noviembre de 2013

Miénteme , por compasión

      El uno de agosto pasado Rajoy provocó la ira unánime de la oposición por mentir en sede parlamentaria sobre la contabilidad oculta del Partido Popular, los sobresueldos de sus dirigentes y sus procedimientos ilegales de financiación.
            Aquella cólera repentina y poco duradera me resultó ridícula. Debía dimitir por haber mentido ante el Parlamento. Como si Rajoy hubiera dicho alguna verdad desde que se dedica a la política.
            Ayer volvió a mentir ante el Parlamento y esta mentira es mucho más difícil de soportar. Porque miente sobre la situación real de este país y sobre la situación real de la cuarta parte de la población activa que está en situación de desempleo.
            Afirmaba Rajoy ante el Parlamento que gracias a su Reforma Laboral durante el 2013 no se había destruido empleo en España. Miente a sabiendas, con absoluto desprecio a la realidad, a los datos objetivos, a la ciudadanía y me temo que con el beneplácito de buena parte de las bancadas de diputados, porque nadie solicitó su dimisión, aunque es evidente que mentía de nuevo en sede parlamentaria. 
            Y mentía porque la EPA, la Encuesta de Población Activa, la que el gobierno emplea para sus previsiones económicas y la que aceptan los organismos internacionales porque no hay, hasta ahora, dudas de su objetividad desmiente al presidente del Gobierno. Según los datos de la EPA, y falta por cuantificar el último trimestre que no suele ser muy positivo por el despido de trabajadores temporales de la campaña de verano, se han destruido ciento treinta y cuatro mil empleos en España durante 2013. Y hay un dato aun más negativo, durante 2013 el número de personas empleadas en España ha disminuido en medio millón.
            Si yo conozco estos datos, el presidente del Gobierno y el resto de diputados también debieran conocerlos; es su oficio, saber de la situación del país cuya gestión les encomendamos en las urnas.
            Rajoy miente; sus ministros mienten; la policía miente para justificar sus actos brutales o injustificados; la fiscalía miente sobre las responsabilidades penales de los privilegiados históricos; los partidos políticos se reparten cuotas en los órganos del poder judicial poniendo en entredicho la independencia de los jueces... Todo el mundo miente y cuando alguien no se atreve a mentir, guarda silencio bajo el lema "no tengo nada que decir". Todos ellos creen que el puesto que ocupan les corresponde por carta de naturaleza. Han olvidado que son nuestros delegados, que somos nosotros quienes pagamos sus salarios y quienes les otorgamos su poder temporal.
            La reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana que promueve el Gobierno pretende amordazarnos para que no podamos llamarles mentirosos en las plazas ni en las calles de España. Ello no les hará más dignos ni menos mentirosos, pero amordazará la boca deslenguada del pueblo sin otra alternativa que gritar su desesperación y su cansancio.
            Lo peor de esta mayoría parlamentaria es que nos ha devuelto las peores maneras del franquismo rancio bajo un disfraz prestado por la democracia.
            Y la verdad que aflora, porque no hay quien la pueda ocultar, es que las medidas políticas de la derecha europea han generado una larguísima situación de indefensión a los trabajadores de Europa al tiempo que ha desmontado, donde la debilidad económica se lo ha permitido, la protección del Estado del Bienestar, el viejo enemigo porque detrae impuestos para garantizar igualdad mediante servicios y garantías sociales. 
            La verdad vergonzante que aflora es que  ciento veinte millones de europeos - uno de cada cuatro- viven en el umbral de la exclusión social, incapaces de garantizarse un plato de comida a la hora de comer. La verdad es que veintisiete de cada cien españoles ya están en ese umbral, y eso afecta especialmente a niños, mayores de sesenta y cinco años  y minorías étnicas.
            En Europa el porcentaje de gitanos que viven en la más absoluta marginación es abrumadora; pero son los más débiles y están siendo los primeros en soportar, incluso, la exclusión territorial, la expulsión de las fronteras de muchos países de la Europa civilizada, democrática y cristiana que ha enarbolado con orgullo los lemas de las revoluciones por la libertad y la igualdad. 
            La verdad incuestionable que aflora es que esta Europa avarienta está arrebatándole el futuro a muchas generaciones de jóvenes. La verdad es que esos jóvenes pronto no tendrán nada que perder y que no es descartable una explosión social.
            ¡Viejo continente hipócrita, gentes de vicios perdurables y memoria enfermiza, pueblos que devuelven una y otra vez las armas al enemigo al que han tenido que derrotar ya tantas veces para poder vivir con dignidad!! Ahí lo tenéis de nuevo, maquinando campos de concentración con los muros invisibles de la limitación de los derechos, la pobreza, la exclusión, la enajenación de la conciencia individual en el destino colectivo e inevitable que nos diseñan  las "únicas medidas posibles".
            Las evaluaciones internacionales, esas que miden la cultura de los pueblos, también mienten. La cultura como vacuna contra la vacuidad mental de las personas ha fallado. Europa debiera avergonzarse de su presente miserable. En el siglo XIX estaría ardiendo por los cuatro costados. Aquellos europeos si darían resultados dignos en cualquier evaluación.
            Nosotros, sin embargo, agradecemos las mentiras esperando que ellas, si no nos liberan de un futuro incierto, nos libren al menos de la obligación de rebelarnos. 

2 comentarios:

  1. Fantástico artículo. Has dado en el clavo de todo lo que está ocurriendo y quizá en lo por venir. Porque está situación creada por mediocres avariciosos es insostenible y el adocenamiento general tiene los días contados. Ellos mismos, los codiciosos, han prendido la mecha de su propia destrucción. esperemos.

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  2. Ojalá lo veamos. Ojalá veamos que este sistema incompatible con los principios de nuestra Constitución, - yo sí la valoro porque conocí en mis carnes y en las de mi gente las consecuencias de no tenerla-, y con los Derechos Humanos se derrumba con estrépito. Ojalá aprendamos la lección. Pero te diré una cosa de la que estoy convencido, Fernando. No se derrumbará porque la ética imponga su poderosa lógica. Se derrumbará porque la ambición de una minoría también ha hecho de este capitalismo feroz que todo lo coloniza un sistema económicamente inviable. Se están quedando sin consumidores. Ahora, para vergüenza propia y ajena, que los pensionista hayan mejorado su renta en un céntimo por euro -5 euros más potentes es la pensión mensual de mi padre según sus cuentas- es todo un logro de las medidas empobrecedoras de la derecha. Para llorar. Porque han olvidado mencionar que en los últimos años perdió dieciocho céntimos por euro de poder adquisitivo, es decir, noventa euros perdidos para recuperar cinco. ¡Manipulación que produce vergüenza!

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