Primero fue Monago, en
Extremadura. Rebajó los impuestos a los extremeños. Todo un logro de un
político preocupado por su gente. Un político de derechas con el corazón tan
grande como un estadio rebosando compromiso con su tierra.
Dos euros por contribuyente y mes;
veinticuatro euros de rebajas en los impuestos cada año. Ahí es nada. Solo
faltó el consejo del padre responsable. "¡Usadlo con cabeza! ¡No os los
gastéis en vicios!".
A cambio, cien portadas de la prensa
amiga; horas de autobombo en la televisión autonómica, abriendo los telediarios
regionales durante semanas.
En esa comunidad conozco yo a un anciano
pensionista, de los que perciben la insignificante pensión de los trabajadores
agrarios, gran dependiente, que presta a Monago cada mes la quinta parte de su
miserable percepción en concepto de copago farmacéutico por el grave delito de
haber vivido demasiado tiempo y acumular dolencias en su organismo que trabajó
de sol a sol toda la vida.
Marcando su territorio frente a la cúpula
del Partido Popular con la que mantiene profundas diferencias, lo imita ahora
el delfín que Esperanza Aguirre asignó a Madrid como heredero de su gestión
dañina. Ha mejorada las prestaciones de Monago en su tierra. Expertos calculan
que la rebaja de impuestos supone tres euros por impositor y mes. Mejoramos.
Alguien calculará pronto cuánto habrá de pagar cada madrileño por los servicios
sanitarios privatizados; cuánto por los servicios educativos privatizados;
cuánto más por el agua del Canal de Isabel II privatizada; cuántos madrileños
serán excluidos de las prestaciones sociales en los próximos
presupuestos...
¡¡Trileros!!
Pero es notorio que la manipulación y la
mentira cotizan al alza en la Bolsa política. Ellos se esfuerzan, aquilatan sus
mentiras, las envuelven en papel de regalo porque, sin duda, esperan recoger
sus beneficios.
En cada una de esas medidas no hay ni
una gota de futuro para ninguno de nosotros; ni un proyecto creíble, ni una
preocupación solidaria por ninguna persona. Solo hay mentira, manipulación,
ruido de hojarasca, confusión programada para subir en las encuestas.
Os digo que no gobiernan. No tienen
sentido de Estado. Nunca lo han tenido. Ni siquiera entienden el concepto. Para
la derecha española administrar el Estado es solo la ocasión de ejercer
el poder de forma arbitraria, garantizar los privilegios de los compañeros de
viaje y contar con un espacio de impunidad para los delincuentes económicos que
anidan en su seno.
Otros países europeos protegen desde el
propio estado o desde redes nacionales con capital privado sectores
primordiales como la energía. Este gobierno destructivo,- supongo que el
trabajo lo iniciaron otros- anima al capital extranjero a desembarcar en el
erial que han provocado previamente con su acoso y ha dejado al albur de los
mercados, el capital chino parece, sectores estratégicos cuya misión es
proveernos de energía. Un día una empresa china nos cortará la luz si se le
cruzan los cables.
No gobiernan. Hacen oscuros negocios a
nuestras espaldas. Compran y venden trozos de nuestro futuro.
Lástima de país moribundo; le arrancan
de la vena el catéter que lo mantiene aún con vida, e intentan convencerlo que ya
está curado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario