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martes, 28 de octubre de 2014

La realidad, esa insumisa, desmiente los discursos triunfalistas

         Quizás la indignidad que debería rebosar hoy en esta crónica tendría que ser la que, lógicamente, genera el volcán de la corrupción política y empresarial. Ambas, formando yunta, han socavado durante largo tiempo los cimientos de este país en construcción permanente. 
Esa lava aflora lentamente pero descubrimos cada día que todo el pellejo de España está cubierto con su costra venenosa. La marca España que tanto se vocea desde los elevados púlpitos de la patria es una marca que envasa en sus factorías podredumbre y mentiras. 
Pero esa indignidad no es nueva. Aunque nos avergüence, convivimos con ella desde que cobramos uso de razón.
Hoy la indignidad que me rebosa tiene que ver con la pobreza. 
Rajoy y sus ministros se han empeñado en hacernos creer que España se recupera de los efectos de la crisis. Colaboran con ellos aquellos que han utilizado la crisis en su propio beneficio. Y me refiero a los que llevan siglos empeñados en conseguir un Estado Mínimo, sin recursos para atender a los ciudadanos, prestando los servicios que son la principal razón de su existencia y empeñados en conseguir que las rentas del trabajo y las obligaciones sociales de la empresa  se reduzcan al mínimo. 
Lo están logrando, sin lugar a dudas.
Pero esa recuperación modélica que nos vocean, las saludables medidas del gobierno cómplice que alaban en los foros donde los representantes de los intereses del dinero manifiestan sus bendiciones a quienes colaboran en el proceso de hacer realidad sus proyectos inconfesables , se vienen abajo con estrépito ante los datos objetivos.
La indignidad de hoy tiene que ver con sendos informes que ayer vieron la luz. 
    Uno es de Cáritas. Otro, de Unicef. Ninguno  de esos organismos, que yo sepa, está influenciado por ideologías que les induzcan a falsear los datos de la situación que afrontan cada día.
Según el informes de UNICEF, España es el tercer país, (de todos los de la UE y la OCDE), solo tras Grecia y Letonia, con más menores de edad en riesgo de exclusión social (el 36,3%, más de uno de cada tres) y también figura en lo más alto de la lista de países donde la crisis más ha empeorado la situación de este colectivo. Habla también de que la pobreza infantil en España debe ser considerada una emergencia nacional.
Por su parte  el informe de CÁRITAS resulta demoledor. En España hay 12 millones de personas excluidas, es decir, sin acceso a bienes imprescindibles como el trabajo, la vivienda y la salud. Una cuarta parte de las personas que viven en este país viven en condiciones de miseria, moderada si queréis, pero miseria al fin y al cabo. 
           Según Cáritas solo una de cada tres personas de las que vivimos en España podemos atender razonablemente bien nuestras propias necesidades cotidianas.
           Se diría que hemos vuelto a la posguerra.
¿De qué recuperación hablan Rajoy y sus ministros? La realidad es una  insumisa que se complace en desmontar los discursos desvergonzados, interesadamente triunfalistas. 
Y no obstante, ahí siguen, arriba en las encuestas.




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