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sábado, 26 de julio de 2014

Y aun no nos han bajado los impuestos

 Tiempo ha faltado. No bien removieron la historia interesada e irresponsable de la pretendida bajada de impuestos para capturar el voto irreflexivo, surgieron las consecuencias.
            Son sólo 255 medidas sin padre conocido. 255 tijeretazos a las condiciones de vida de millones de ciudadanos. 255 nuevas razones para quemar una por una las papeletas con las que el PP nos pedirá el voto en las próximas elecciones.
            Las hay de juzgado de guardia: vergonzantes copagos sanitarios por asistencia a consulta, tasas hoteleras en los hospitales públicos; nueva ampliación de la jornada laboral a los trabajadores del Estado y reducción de plantillas de los servicios públicos; de entre ellos se ceban con encono en el profesorado al que se le recortará el diez por ciento de los complementos de su sueldo, al tiempo que le reducen la plantilla subiéndoles la ratio, el número de escolares en cada clase. A quien el diez por ciento de los complementos no le parezca un recorte inaceptable en las condiciones laborales de un profesor público le recordaré que en el salario del profesorado el sesenta por ciento (6 de cada 10 euros de su nómina) corresponde a complementos; proponen igualmente la congelación del Plan de Asistencia a personas dependientes con lo que ya nadie podrá ser reconocido como tal en un país que va tan extraordinariamente bien que puede bajarnos los impuestos.
            Educación y Sanidad Pública son las dos piezas predilectas de todos estos emboscados cazadores de servicios públicos. Depauperarlos, trocearlos, venderlos a sus cómplices como casquería en los tenderetes del neoliberalismo oportunista es su proyecto más cuidadosamente planeado.
            Mientras tanto once mil millones que han sacado de nuestros bolsillos acaban de desaparecer por las alcantarillas de la corrupción  o la irresponsabilidad financiera.
            De un plumazo.
            Rajoy y sus ministros se felicitan. España es un país modélico; sus medidas dan fruto. Se crea empleo. ¡Claro! Crearán algunos más. Cada empleo que han destruido sus medidas generará tres seguramente, pero precarios, mal pagados, por horas, sin derechos. Crearán muchos al tiempo que los irán destruyendo sin parar. El primer año, el despido del trabajador resulta gratis. No genera obligaciones a la empresa. Sabed que se acabaron los empleos estables, sobre los que una persona podía establecer los cimientos de una vida. El F.M.I. se felicita. La O.C.D.E. aplaude. España ya es un territorio conquistado, pasto de fondos buitres, oportunidad de otras burbujas que se levantarán sobre la piel de trabajadores sometidos e indefensos. Se felicitan, aplauden, pero advierten. Aun falta apretar un poco los grilletes: rebajar las obligaciones sociales de la empresa, subir los impuestos indirectos, rebajar salarios.
            Todo funciona ya casi como se había planificado. Menos Estado y se acabó la rabia; trabajadores indefensos, y se acabó la rabia; individualismo cercado por la miseria  y se acabó la rabia.
            Mientras aquellos sindicatos de los que íbamos del brazo ganando posiciones hacen cola en los juzgados, contaminados por la corrupción. Se acabó la rabia.
            Se acabó la rabia. Por el precio de cuatro años atrás de una cabeza obrera, hoy el mercado te está ofreciendo tres, sin ataduras, sin obligaciones, sin derechos, sin problemas. Se acabó la rabia.
           No sé si os lo habré dicho alguna vez que no quiero que Rajoy me baje los impuestos.
            Cuando una buena parte de estas medidas, de padre cobardemente desconocido, sean consensuadas por el Consejo de Política Económica y Fiscal y aprobadas por la mayoría destructiva que este pueblo le otorgó a una derecha sin conciencia, calculad cuánto os cuesta cada euro miserable de rebaja fiscal con el que Rajoy quiere compraros vuestro voto. 
  Quizás sea pertinente recordar que cada voto a Rajoy es un diente que se añade en el engranaje de la maquinaria que destruye el Estado y el futuro. Porque este gobierno es una fábrica de pobres incontables y cada pobre nuevo es un escalón que el país desciende hacia la ruina duradera, hacia un futuro oscuro, insolidario y bronco, hacia una sociedad inaceptable, injusta, y miserable.



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