Un
país que no ofrece a sus ciudadanos los dos elementos principales sobre los que
un individuo asienta su equilibrio, trabajo y vivienda, no es un país; es un
papel de estraza que envuelve una vida indeseable.
A pesar del discurso complaciente y
plagado de mentiras de quienes se afanan en minimizar en las urnas las consecuencias
de sus políticas antisociales, el viento de los propios hechos que no se pueden
ocultar desnuda el feo rostro de la realidad.
Mejoramos,- dicen. Y ofrecen datos
que podrían ser discutidos por expertos en teoría macroeconómica, pero que nada
significan para ninguno de nosotros, porque nuestra vida no mejora.
Durante el último año treinta y
nueve mil familias han sido desahuciadas en la España que mejora. Ciento ocho
familias han perdido su vivienda en España cada día del último año.
Abundando en las miserias que la
inadecuada e interesada gestión de la crisis ha provocado a los pueblos
europeos, un informe de Médicos sin Fronteras da cuenta de que en Grecia, ayer mismo, una persona parada
y sin prestaciones ha sido expulsada literalmente del quirófano donde iba a ser
sometida a una intervención cardiovascular para salvar su vida. Carecía de
recursos para afrontar los copagos. Añade el informe citado que en esa Grecia,
destrozada por Europa, tres plagas propias de países subdesarrollados, el sida,
la tuberculosis y la malaria, se ceban cruelmente en una gran capa de su población.
Millones de griegos carecen de asistencia y ahora han de recurrir a Médicos sin
Fronteras, ONG que con anterioridad sólo atendía a inmigrantes indocumentados;
las personas dependientes han quedado sin atención pública alguna y las que
carecen de alguna forma de ayuda , proveniente de la solidaridad humana en cualquiera de sus múltiples formas, esperan que la muerte las libre
caritativamente de una vida indigna; ancianos y enfermos crónicos renuncian a
tratamientos imprescindibles porque carecen de recursos y son incapaces de
afrontar los copagos sanitarios.
Son los inconvenientes de la
periferia. El tercer mundo avanza a pasos agigantados hacia el Sur de la Europa
unida, civilizada y solidaria que un día intentamos diseñar a la ligera. La
Europa que ya no puede ni garantizar la salud de sus ciudadanos no puede ser
esa Europa a la que un día aspirábamos. Más se parece a aquel continente que un
día fue el más destructivo de la tierra. Manda continuamente señales de su
propia inviabilidad. Si no lo evitamos, esta Europa caerá, sin duda alguna,
víctima de sus propias contradicciones y de su propia debilidad estructural. Económicamente
es de una impotencia lastimosa para dar respuesta a las necesidades básicas de
sus ciudadanos; políticamente es poco digna de confianza porque carece de
credibilidad democrática. Está poniendo en riesgo los estados democráticos y
está despertando en sus entrañas insolidarias al monstruo del fascismo.
Alemania presiente esa inviabilidad,
que ella ha contribuido a hacer posible. De ahí que refuerce su fortín
económico con los restos de nuestra ruina, al tiempo que indaga las
posibilidades de la ruta de la seda, un nuevo desplazamiento del poder
económico que indefectiblemente apunta a China. La Alemania Merkeliana es, en
buena parte, la causa de esta ruina continental, porque lleva mucho tiempo sin
creer en Europa.
Esta Europa es el diseño de los
intereses financieros, de las políticas insolidarias y antisociales, de la
competitividad imposible con las masas hambrientas de los países emergentes; es
la Europa que roba prestaciones y derechos ciudadanos para cobrar usura. La
Europa dominada por la plutocracia y sus poderosos aliados políticos ha
convertido en periferia pobre, hambrienta, desahuciada y abandonada a su suerte
en los problemas de salud a medio continente.
Pronto todos seremos periferia.
El voto sirve.
Primero, para arrebatar el poder a
la plutocracia y, después, para emprender un arduo trabajo de reconstrucción en
el que el ser humano no vuelva a ser jamás un instrumento, sino el referente de la actuación
de los gobiernos. Será duro, pero hay que ponerse manos a la obra cuanto antes.
O ya no habrá remedio. Nadie lo hará , si nosotros no lo hacemos.
Te vengo siguiendo desde hace tiempo y, casi siempre, das en el clavo. Arriba falta como trípode de equilibrio la Educación. Es fundamental para despertar al pueblo, por eso no están por la labor. El voto puede cambiar mucho, pero desgraciadamente soy pesimista. El país virtual que nos hacen ver, es la anestesia para que todo siga igual.
ResponderEliminarEfectivamente, la educación es un soporte fundamental, como otros muchos. Me refería en las primeras líneas a dos componentes imprescindiblesd para que alguien se sienta dueño de su vida. No pretendía se reduccionista. Soy docente. Y pude ser cabrero en mi tierra. Sé de la importancia de la educación en la vida de las personas y en el desarrollo de los países. La educación, la gran manipulada. No ha merecido un pacto de Estado en treinta y cinco años de democracia, y se la tirotea desde todos los rincones como la gran fracasada del sistema. Gracias por tu aportación.
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