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jueves, 6 de julio de 2017

No tenéis derecho a nada

         Miguel Ángel Belloso (@ChicoDeDerechas), en la Revista Expansión de la semana pasada nos ilustra sobre el viejo sueño de los verdaderos enemigos del Estado, el ultraliberalismo, cada día más arraigado y más nocivo, en tanto en cuanto su discurso, que destila babas venenosas como las que atribuyen a los dragones de Comodo, se hace fuerte y encuentra eco, incluso entre los parias de la tierra.
Lo alarmante es justamente eso, que el discurso de los enemigos del Estado se hace fuerte, encuentra resquicios, gana adeptos en una sociedad manipulable, inculta, irreflexiva, y probablemente cansada y confundida; una sociedad indefensa.
El tal Belloso ((@ChicoDeDerechas) se hace eco de un discurso del protagonista – magistralmente encarnado por  Kevin Spacey- de la serie “House of Cards”  que narra crudamente las miserias políticas que genera la ambición del poder, incluso en sistemas democráticos aparentemente irreprochables.
Frustrado en sus ambiciones cuando ya las tiene al alcance de la mano, en su despedida como presidente interino, ese político sin conciencia deja a sus conciudadanos un discurso demoledor.
Yo no he seguido la serie de forma regular, así que transcribo el resumen de Belloso; dice esto:

“Los políticos de Washington les mentimos. Habitualmente. Todos los días. No estamos aquí para servirles. Nuestro propósito máximo es ser reelegidos. Ése es nuestro deseo principal, y eso eclipsa nuestra voluntad de trabajar por el bien común. 
Pero yo hoy vengo a decirles la verdad. Y la verdad es que el sueño americano ha fracasado. Que trabajar duro y que cumplir con las normas no les asegura el éxito. La verdad es que sus hijos no tendrán mejor vida que ustedes si todo sigue igual. Hoy hay millones de desempleados que no encuentran trabajo y que no lo van a encontrar si nada cambia. 
Y bien: ¿qué es lo que lo impide?; ¿qué es lo que nos ha colocado en esta desagradable posición?; ¿qué es lo que nos perjudica? Pues se lo diré. 
Lo que lo impide es la seguridad social, el Estado del Bienestar y los derechos sociales. 
¡¡Los derechos sociales!! 
Esos son el problema. Esta es la clave, la raíz de nuestro fracaso”

Propongo humildemente que se tomen la ligera molestia de releer el párrafo anterior.
No es el producto de la mente imaginativa de un guionista pasado de rosca. Es el extracto de miles de discursos políticos que se van desgranando cada día como la gran verdad de nuestras vidas. 
Envalentonado, a favor de corriente, sin que se aviste una izquierda vigorosa en lontananza, con un precariado acobardado por la escasas o nulas expectativas laborales, ese discurso escapa del guión de una serie y cobra visos de proyecto político, un proyecto que se enuncia con tibieza, un territorio que se conquista poco a poco y luego se blinda con leyes emanadas de parlamentos aparentemente democráticos. Eso lo sabe el tal Belloso que cierra su exposición en la Revista con palabras vibrantes y autocomplacientes.

“Los que somos un poco inteligentes, los que hemos estudiado algo, sabemos que ese discurso es realmente fabuloso. Fascinante. Esconde un magisterio universal: el Estado del Bienestar ha reblandecido nuestra voluntad, ha cortado nuestras alas. La protección social indiscriminada ha producido una sociedad mediocre y temerosa. El Estado del Bienestar fabrica unos ciudadanos de tercera división. Esto es lo realmente importante del discurso…/..  ¡Que ha dado en el clavo del mal que asuela el mundo! 
España es un bueno ejemplo de lo que digo. Por eso, en aras de empezar una nueva era, las primeras palabras que un político de nuestra nación que se precie debería pronunciar serían éstas: "Españoles, no tenéis derecho a nada. Repito, no tenéis derecho a nada". Yo estoy altamente persuadido de que, al día siguiente, a todos nos iría bastante mejor.
Aceptar humildemente que no tenemos derecho a nada sería un buen punto de partida para volver a construir una nación sólida”.

No siente reparos en firmarlo. Seguramente se ufana ante los suyos. Incluso se califica de inteligente, porque ha estudiado algo. 
La vieja aspiración de la derecha y del liberalismo radical es  acabar con la vertiente social del Estado, salvaguardando solo sus funciones represivas para garantizar el orden que precisa la explotación económica de los recursos y de las personas sin grandes inconvenientes ni rechazos. Ya ni se preocupa de las apariencias. Y los más bocazas, los meritorios o los estúpidos, se convierten en voceros de sus verdaderas intenciones.
“Españoles, no tenéis derecho a nada. Os presento el estado ideal, la dictadura; construiremos una nación sólida, grande y libre, donde los derechos sociales no interfieran en la sana ambición de acumular riqueza”.
        Este inteligente individuo, que ha estudiado algo según proclama y yo no pongo en duda, se sentiría feliz si un dictador benéfico nos liberara de esta insoportable carga de derechos, de que acabara con la evolución social de la humanidad desde que nos alumbra la razón. 
     ¿Qué otra cosa es el progreso humano sino la lenta conquista de derechos en pos de esa vieja aspiración, rara vez cumplida, que es la igualdad ante la ley? 
     ¿No es ese el fundamento de la democracia? 
      Parece que el sentido de la democracia es el problema que el  "un poco inteligente y algo estudiado" articulista de Expansión no ha sabido resolver.
        Pero su discurso tiene un largo recorrido.
      "Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades". ¿Se nos ha olvidado que fue esa la gran coartada para justificar la crisis financiera que nos embistió? ¿Se nos ha olvidado que no la generaron los derechos sociales, ni la Seguridad Social, sino el ansia especulativa de la Banca de Inversión y de los Fondos de Riesgo americanos? ¿Se nos ha olvidado que la derecha gobernante ha utilizado esa coartada para desmontar en buena parte el Estado de Derecho que sancionó la Constitución del 78?
        El tiempo produce olvidos inevitables, pero hay olvidos verdaderamente peligrosos.











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