El
próximo domingo Grecia elegirá un nuevo Parlamento y un nuevo presidente de
gobierno. La Europa Merkeliana, la de los esbirros de los intereses económicos
de las élites financieras, ha enarbolado amenazas sin cuento. El propio presidente de la
Comisión Europea, creativo de la financiación oportunista de su propio estado
traicionando la confianza de sus socios y hospedador low cost de gente fraudulenta en el interior de sus fronteras,
advirtió no hace mucho que preferían tener en la comisión caras amigas.
Se refería, sin duda, a Samarás, el
actual presidente de gobierno. El mismo que se presenta de nuevo por Nueva Democracia,
el equivalente al Partido Popular en Grecia.
El
término amigo, en tratando de política, ha de ser limitado en su preciso
significado. Juncker quiso decir cómplice.
Actualmente, la estructura de la
Unión Europea ha sido reflejada infinidad de veces en el cine negro americano.
Seguramente este argumento os
resultará familiar: Alguien, privado de su autonomía por un problema grave que
debe solucionar de forma urgente, recurre a la mafia solicitando un préstamo.
Con ello abre la caja de Pandora: intereses abusivos, plazos de devolución
breves, aumento de la deuda hasta cantidades imposibles de devolver. El
incumplimiento de las condiciones leoninas acarrea consecuencias terribles para
el tomador del préstamo y, llegado el
caso, también para su familia: violencia, mutilaciones, la muerte incluso. En
el mejor de los casos, una servidumbre de por vida. Y no es la menor de las
consecuencias arrastrar la conciencia de culpa porque
tú iniciaste la cadena de desgracias. Habrá gente a sueldo de la mafia que se
encargue de recordártelo cuantas veces sean precisas.
Hay diferencias, claro. La
plutocracia europea, el sistema financiero internacional carece de cualquier forma
de ética, pero actúa con pleno respeto a las leyes del Mercado que santifican cualquier inmoralidad si media beneficio. Y el desgraciado que cae en las garras de la mafia carece de un
Banco Central que lo proteja. En el caso de la Unión Europea tenemos un Banco
central, pero tan maniatado que uno sospecha que la moneda común se llama
euro, pero es en realidad un marco que adoptó un seudónimo para no generar
desconfianza.
El chiringuito ha funcionado de
forma satisfactoria con algunos altibajos.
Ahora han sonado las alarmas.
Porque
cualquier sistema tiene estructuras frágiles que ponen en riesgo de forma
ocasional la integridad de la maquinaria. El chiringuito de la plutocracia europea tiene un costado frágil, el agotamiento de la muy duradera paciencia de los ciudadanos desposeídos de derechos, de trabajo, de esperanzas y de una vida digna. El condenado voto de los desahuciados que puede poner en cuestión ese dominio indiscutible con el que nos conducen a la ruina y ponen en peligro el proyecto común.
La democracia tiene esas servidumbres. Y ellos, los mafiosos reciclados de cuello blanco, maneras dignas y discurso interesado no sienten empacho en predicarnos que la ciudadanía que
carece de la formación necesaria, de conocimientos, de información fidedigna
sobre la economía real, arrastrada por el mensaje populista, corre el riesgo de poner
en la Comisión Europa caras “no amigas” con su voto irreflexivo y poner en riesgo "su recuperación", que no es la nuestra.
Y todo indica que el estropicio
empezará en Grecia el domingo 25 de enero. Les duele la boca de calificar a
Syriza como un partido de izquierda radical.
Yo he intentado buscar esos
radicalismos populistas en las propuestas programáticas de este partido de la izquierda griega. Han desgastado tanto
las palabras inundando de mentiras
nuestras vidas para justificar sus tropelías, que producen vergüenza y
asco.
Las propuestas de Syriza son tan
radicales como las que se debatieron durante todo un año en el Congreso de
Londres y que en 1953 llevaron a todos los acreedores de la Alemania derrotada
y destruida tras la Segunda Guerra Mundial, a permitirle seguir existiendo como
nación. De otra manera, Alemania hoy sería un capítulo,- bastante oscuro-, de
la historia humana, un país fallido, una cicatriz en la memoria del continente.
Y Nueva Democracia, el Partido Popular
Griego, de cuyo comportamiento político se avergüenza la derecha europea,
durante sus muchos años de gobierno ha destruido el futuro de su pueblo, pero
ha cumplido con los encargos de la plutocracia europea: convertir la deuda
privada griega en deuda pública para que sea el Estado, encadenado al euro, el
garante de su devolución y del pago de los intereses generados y salvar a un
sistema financiero corrompido. A ello ha destinado las multimillonarias ayudas
de Europa, mientras el pueblo griego se desangra en la miseria más vergonzosa que haya conocido nadie en el mundo desarrollado. Los multimillonarios griegos, sin embargo, han encontrado su refugio
seguro en los paraísos a los que no alcanzan los recortes.
Europa necesita a su cómplice griego,
aunque se avergüenza de él. Por eso, y porque lo dan ya por perdido, ni un
dirigente europeo ha acudido a apoyarlo en su campaña.
Bueno, sí. Ha acudido uno, el recadero
Rajoy, al que Merkel le encomienda estas funciones vergonzosas y condenadas al
fracaso de antemano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario