Con
respecto a la economía, sus funciones y su inevitable proyección moral, aunque
se la nieguen las voces interesadas, no hay un pensamiento único. Faltaría más.
Pero si hay un empeño desaforado porque solo tenga eco un tipo de pensamiento
en los medios de comunicación mayoritario. Y hablo de Europa. Aunque en la
aldea global todo esté interrelacionado, Europa es nuestro medio, el lugar que
debemos transformar para poder sobrevivir.
Recientemente me llamó bastante la
atención que los todopoderosos medios de comunicación alemanes se dedicaran
durante demasiado tiempo a descalificar,- demagogo era lo más bonito que leí-,
a Alexis Tsipras, líder de Synaspismo,
partido integrado en la coalición griega de izquierdas denominada Syriza, y que
encabeza las listas de la Izquierda Europea en las próximas elecciones.
¿Por qué tanta hostilidad?
Mirad su programa. Impugnación
absoluta de la Unión Europea y refundación sobre bases diferentes, donde el ser
humano sea el centro prioritario de interés político.
Ese programa niega la mayor en la
actual degeneración del proyecto europeo al que nos han arrastrado las fuerzas
dominantes, económicas y políticas, donde el centro prioritario de la actuación política es el sistema financiero. Y cuando digo políticas, hablo de los
asalariados políticos de los intereses del capitalismo especulativo que nos ha
conducido a este conflicto donde la vida de una buena parte de los ciudadanos
parece condenada a la miseria en el continente más rico de la tierra.
Con motivo de la nefasta gestión que
el gobierno andaluz ha hecho del asunto del realojo de los integrantes de la
Utopía, –merecerá una entrada algún día en este blog donde manifestaré mi
opinión al respecto, porque uno de los odios que no ha solucionado la
Transición, que ayudó a superar tantas
cosas, es el odio entre las formaciones de izquierda del país, y así nos va-,
ABC califica a los desahuciados como radicales antisistema. En realidad, quien
no sea antisistema hoy, tiene la conciencia corrompida.
Oigo mil voces en la red que
reclaman que la Sexta, ese aparente refugio televisivo para la disidencia
porque están Évole, Wyoming, y el populista Revilla de vez en cuando, elimine
de sus debates a los fascistas de nuevo cuño. Vano empeño. Évole y Wyoming son
sólo política de empresa. Rojo, Marhuenda y los espacios crecientes dedicados a
los barones del PP son el rostro auténtico de la Sexta.
El capital tiene buenos estrategas;
sabe que sus mensajes contradicen nuestra percepción de la realidad. De ahí su
empeño en controlar la información y en proponer a sus predicadores como la
referencia dominante. “Repite cien veces una falsedad y se convertirá en verdad
indiscutible” era un versículo del evangelio nazi. Hoy el capital y sus
esbirros políticos lo asumen sin empacho. Asumen muchos otros principios del
fascismo. También lo sabemos. El capitalismo sin conciencia es pura violencia
social, por ejemplo. Y no tiene empacho en generar campos de concentración,
donde los derechos humanos y el principio sagrado de la igualdad ante la ley
son gaseados cada día.
Hoy mi indignación enfoca El Semanal
de ese medio que degenera a marchas forzadas y que conocemos como El País. Dedica el Semanal a José María
Aznar. Y afirma que la FAES, la fundación donde buscó refugio tras su nefasta
gestión como presidente de gobierno, es la
mayor fábrica de ideas de este país. ¡¡Manda güevos!!
FAES es una copia provinciana del Partido Republicano de los Estados Unidos, con ribetes del
Tea Party, la ideología más reaccionaria y más irracional del mundo
civilizado. Mala copia, como cualquier copia que este país se atreve a perpetrar.
Y Aznar, un individuo al que la soberbia no le da margen para ser inteligente,
si lo fuera, cosa que aun no ha demostrado. ¿Habéis oído su risa? Es el inicio de un rebuzno, o el de un relincho, que de pronto se cortan; es el chirrido de una vieja máquina que nadie engrasa porque está en desuso. Dudo de la inteligencia y de las ideas de quien no sabe reir.
El País, definitivamente es un medio
entregado a la derecha reaccionaria. Da vergüenza haberlo comprado cada día desde
su fundación. Pero no
permitiré que me decepcione ni un minuto más, ni a pesar de algunos de sus columnistas, razón por la que lo he seguido comprando en los últimos años.
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