Calificar a Trump de populista se me antoja erróneo. Es el más brutal
y descarado exponente de esa nueva clase de individuos, que han convertido a
las democracias occidentales en cleptocracias, si se me permite la expresión. Y
hablo de los individuos que han medrado al calor del neoliberalismo, tan
condescendiente con aquellos que logran amasar fortunas sin importar los
medios, abusando de las condiciones favorables de la globalización para
explotar a los trabajadores de cualquier rincón del planeta, evadiendo
impuestos o usando las arcas públicas en su propio beneficio .
Quizás le faltaba a
Trump esta última experiencia, pero cualquiera en su sano juicio sabrá ya que este individuo saldrá de la Casa Blanca mucho más rico que el día que la pisó por primera vez
como presidente de los Estados Unidos de Norteamérica.
Podríais decir que
eso no justifica el título de esta entrada.
Por sus obras los
conoceréis.
Ya no se trata de lo que diga o de cómo cumple sus proyectos de
cleptócrata.
Se trata de su proyecto político, el auténtico, el que se plasma
en los presupuestos. Y ahí sobran razones para considerarlo un individuo que se ha convertido en una verdadera amenaza
para el resto del mundo.
Tenemos que ser
grandes de nuevo,- dice Trump. Tenemos que ser capaces de volver a ganar
guerras.
Según el borrador de
presupuestos que ha hecho público la Casa Blanca, esa alusión a ganar guerras
no es la frase de un megalómano. Trump ha rebajado todos los capítulos del
presupuesto anual, para subir de forma radical el dinero destinado a Defensa y
a Seguridad Nacional.
Sufren rebajas drásticas Educación, Sanidad,
Justicia y Medio Ambiente.
Lleva al límite las
pretensiones de la derecha radical de los Estados Unidos. La única
justificación del Estado es la defensa de agresores externos o internos. El
resto de los servicios son superfluos. Cada ciudadano tendrá los que pueda
costearse.
Esa subida de un
elevado porcentaje en los gastos de defensa y su permanente alusión a la
necesidad de ganar guerras para mejorar la autoestima del país y su confianza en sí mismo, lo
convierten en un individuo temible.
En el interior de su
cerebro viciado hay un dictador que empieza a desperezarse, tras la borrachera
del poder que ha conquistado de forma inesperada y la resaca de impunidad momentánea
que le ha otorgado ese triunfo. Y por lo que sabemos de su gobierno, está rodeado de gente muy afín, sacada del mismo muladar financiero, donde los códigos morales fueron suprimidos hace tiempo.
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