Las evaluaciones Pisa son como el
virus del Herpes. Permanece adormecido y olvidado hasta que las condiciones
medioambientales o nuestras defensas bajas le permiten reactivarse y fastidiarnos.
Así, este incordio se activa cada tres años y se convierte en tema de debate,
en arma arrojadiza o en instrumento para denostar al sistema educativo. Y, de
paso, a quienes hemos hecho de la Enseñanza nuestro medio de vida y de
inserción útil en la sociedad.
Y, como en tantos otros aspectos,
damos por bueno el plato que nos ponen en la mesa sin hacernos ni una sola pregunta al respecto
de ese menú del que ni sabemos si tiene como objetivo alimentarnos o dejarnos
desnutridos e inermes.
Probablemente no habrá que preguntarse
por el autor del plato. Casi todos sabemos que es una evaluación que propone la
OCDE, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo que agrupa a los
países más desarrollados de la tierra, por así llamarlos. Podríamos llamarlos
también los países que más atentan contra la sostenibilidad, la igualdad y el
medio ambiente, por ejemplo.
Pero sí podríamos preguntarnos qué
se la ha perdido a esta gente en los asuntos de la educación.
Mucho.
Consideran la inversión en educación
un paso más en el proceso productivo. Según las circunstancias, proyectan a
largo plazo las necesidades empresariales sobre el perfil del trabajador medio
y lo reclaman con insistencia a los países miembros. La educación solo les
interesa en este aspecto, en aquello que tiene que ver con el mercado laboral y
las necesidades de la gran empresa. De ahí que su evaluación resulte tan
incompleta y tendenciosa. Una evaluación dictada por el gran capital
internacional.
Trabajan a muy largo plazo y conocen
el paño, porque el mundo se encamina hacia donde dictan los intereses económicos
cada vez más concentrados, poderosos y ocultos tras las grandes corporaciones
financieras. Son el gobierno verdadero, pero
de rostro desconocido que jamás se someterá a las urnas.
Y
son hipócritas y falaces. Hablan de la educación como si les interesara el
conocimiento, la cultura, la creatividad y la independencia humana. Nada más
lejos de la realidad.
Como
prueba de lo que digo os remito al cuaderno de política económica nº 13 de la OCDE del año
1996. Se pude buscar en internet.
Establecía la OCDE, ya en esas fechas, que el mercado
laboral de los países desarrollados manifestaba una tendencia bipolar, se
generarían empleos de alta cualificación tecnológica y bien remunerados, pero
en torno al 60 % de los empleos futuros sería para trabajadores sin
cualificación.
Esas previsiones se están cumpliendo. Y ante esta perspectiva, el capitalismo
se planteaba, ya en 1996, la absoluta ineficacia económica de la masificación
de las enseñanzas
La estrategia política recomendada por la OCDE a los gobiernos socios era
disminuir de forma paulatina la dotación a la enseñanza; ir bajando gradualmente la calidad de la misma mediante el aumento
de las ratios escolares, las horas de dedicación del profesorado,
la supresión de programas de atención a la diversidad, la selección
temprana del alumnado cuyo destino debería ser engrosar esos empleos de baja
cualificación, y, al tiempo, aumentar las exigencias económicas en las
matriculas de la Universidades e ir disminuyendo la cantidad destinada a
las becas.
En toda regla, una selección de las dos clases de individuos que su diseño global de nuestros vidas les permite concebir. Y no caben dudas de que las posibilidades económicas serán determinantes en establecer en qué parte del tablero le tocará vivir a cada uno. Esa es la filosofía del neoliberalismo radical. Tendrás todos los derechos que tú puedas pagar.
Fueron esas las premisas que siguió fielmente la reforma educativa del PP, que
conocemos como Ley Wert, pero que debíamos conocer, en mi opinión, como Ley Montserrat Gomendio. Era ella la musa que alumbraba las propuestas de Wert y es ella la
que hoy ocupa un puesto relevante en la propia OCDE como responsable de programas
educativos. Wert es ya un fantasma político, un mal recuerdo.
¿Son dignos de respeto los resultados de una evaluación
educativa instigada por quienes conciben la educación con los criterios que
aparecen en ese boletín?
¿De verdad hemos de escuchar sus valoraciones
interesadas?
Y por lo que poco a poco vamos conociendo, PISA es un
instrumento más del pensamiento único y un instrumento de negocio de quienes la diseñan, la realizan y la evalúan. La intención es clara: convertirla en una competición más entre países
hasta el punto que condicione definitivamente los programas educativos. PISA es
un viaje sin retorno hacia las plataformas educativas que ya están en manos de
gigantes de la comunicación y de las redes sociales. Serán ellos, los intereses
económicos, los que diseñarán al individuo del futuro, porque condicionarán su
pensamiento y su proyecto vital.
No. No me preocupan lo más mínimo los resultados de la
Evaluación PISA. Me preocupan sus aviesas intenciones.
En nuestro caso PISA es, además, un motivo más para
sentirnos avergonzados.
No ya por los resultados.
Juraría que son evaluaciones adulteradas con intencionalidad
política. Parece ser que en Andalucía, por citar un caso relevante, de los
cincuenta y cuatro centros seleccionados, las dos terceras partes eran de zonas
deprimidas social, económica y culturalmente.
¿Casualidad? Lo dudo. Todo vale para desgastar al
enemigo.
Siento vergüenza por la actitud de los políticos que nos
merecemos porque los hemos elegido. Enarbolan los resultados, como si fueran una
verdad indiscutible y eterna, y se los lanzan unos a otros a la cabeza para que
no olvidemos que la Educación en este país no es un bien común necesario que
merece un pacto de estado y fe en su capacidad transformadora.
Ellos no permiten
que se nos olvide que la Educación es, ante todo, un campo de batalla. Ellos,
sus técnicos a sueldo, infectan de palabras redundantes e inútiles el Boletín
Oficial cuando escriben sobre educación, pero solo la burocracia educativa
prospera con salud envidiable, mientras la sociedad se empobrece culturalmente
con absoluta indiferencia y hace huelga de deberes escolares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario