Como
profesor colaborador en el desarrollo de la asignatura instrumental
"Proyecto Integrado" de mi Centro, hoy he tenido la oportunidad de
revisar uno de los trabajos del alumnado parcialmente tutorado. Parcialmente,
porque mi responsabilidad es valorar aquello que tiene que ver con la
disciplina que yo imparto, en este caso comprobar que la traducción de los
hexámetros de Ovidio en los que el poeta romano desarrolla el mito de Pigmalión
y Galatea, es una traducción correcta.
Me enorgullece la orientación de esta
asignatura en nuestro Centro. Se enseña al alumnado a buscar información sobre
un tema de su elección, a organizarla para que se transforme en conocimiento
útil, a expresarla por escrito según las exigencias formales de la Universidad
para los trabajos de investigación, y a defenderla en público mediante cualquier procedimiento de los considerados TIC.
Conozco Centros Privados donde el coste mensual de una plaza escolar equivale a dos
salarios mínimos que desprecian el Proyecto Integrado como elemento formativo.
En su lugar refuerzan asignaturas troncales que el alumnado debe afrontar en
las pruebas de selectividad. Su éxito publicitario, -gastan dinero en publicar
esos resultados en la prensa-, es que obtienen el cien por cien de aprobados en
esa pruebas de ingreso en la Universidad. Nosotros, con frecuencia, también. No gastamos un euro en
publicarlo.
Wert
quiere ponernos a competir con ellos. Cuando quiera; no me da miedo el reto.
Ellos, como cualquier empresa que busca rendimiento, se preocupan de lo inmediato y de la
imagen de la marca. Nosotros cuidamos el producto, incluso ofreciéndole
instrumentos para cuando ya no dependan de nosotros. Y con dinero público, gratis total. No hay color.
El mito en cuestión narra
cómo Pigmalión, rey de Chipre, vivía célibe y sin compañera en el lecho porque
detestaba los vicios y maldades de todas las mujeres de su reino. Pigmalión tenía
habilidades notables como escultor. Así que por distraer su soledad o quien
sabe con qué inconfesas pretensiones eróticas, esculpió una figura femenina
dotada de una hermosura prodigiosa con la que ninguna mujer puede nacer.
Y sucedió lo que esperáis que
sucediera. Se enamoró de una figura hermosa, pero inerte y sin el valor
primordial, que no es otro que el latido de la vida.
El mito cuenta que le hablaba, la
acariciaba y la colmaba de regalos.
Afrodita, o Venus si acaso os resulta
más familiar su nombre en Roma, que siempre anda enredando en historias como
esta, quizás agradecida porque la figura de mármol reproducía sus propios
encantos de diosa incomparable, rotunda y hermosísima, o movida por los ruegos
del regio escultor enamorado que solicitaba una esposa similar a su obra, le
concedió el deseo secreto. No fue una esposa similar; dotó de vida a la
escultura. Y ya fueron felices.
Late en el mito, antes de que vosotros
lo digáis, esa poderosa corriente de misoginia que nace, probablemente, con el
propio ser humano y no quiero extenderme en las razones. Ejemplos a mansalva
proporcionan las fuentes literarias. Eva y Pandora bastarán como muestra. Las
mujeres viciosas y cargadas de defectos no merecen el interés de Pigmalión. Y
luego Venus, una diosa mujer a fin de cuentas, lo secunda. ¡Buena historia!
Pero hoy yo quiero hablaros de otras
cosas.
Las conclusiones del trabajo de estas
muchachas de Bachillerato sobre la pervivencia del mito en el Arte, en la
Literatura, en el cine y en estudios relacionados con la Siquiatría, la
Sociología o la Ética, son acertadas y precisas. Ellas me han inspirado hoy.
Porque además de la pervivencia del mito a lo largo del tiempo, una costumbre
bien arraigada de los mitos, ellas afirman que Pigmalión no murió en su día definitivamente, sino que resucitó
y habita entre nosotros. Su espíritu insatisfecho se ha extendido entre la
humanidad, “prisionera del espejo”; cada uno de nosotros lleva dentro un Pigmalión,
un escultor vocacional que intenta que su figura satisfaga expectativas ajenas
o se ajuste a las medidas corporales imposibles que pregona la pasarela de las
vanidades. Entre otras muchas cosas interesantes, eso vienen a decir. ¡Bien por ellas!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarNo conozco instituto en el que se imparta el Proyecto Integrado con tanta eficacia y profesionalidad como en el nuestro. Creo, Antonio, que la elección de Rafa Albayda ha sido uno de tus mayores aciertos como director de Pino Montano. ¿Y qué decir de tus fabulosas alumnas de Griego? Como dije en la presentación del libro, para mí es una suerte y un privilegio estar en un instituto así.
ResponderEliminarSi se corre la voz de que son fabulosas, y ellas lo llegan a creer, a ver quién las controla luego.
ResponderEliminarGracias compañeros por animarme a seguir trabajando en esta línea. Siempre he creído que el trabajo en equipo es uno de los puntales de nuestra profesión, y esta asignatura se presta a ello. Muchas veces el tema elegido por el alumnado no se presta a integrar todas las asignaturas de 2º bachillerato, pero estas alumnas han creído en la asignatura y han intentado reunir el mayor número de asignatura posibles. El trabajo es el mejor que he leído en estos tres años, la presentación, impecable, y ahora viene el siguiente paso, la defensa oral, que os aseguro promete.
ResponderEliminarRafael Albayda. Profesor de Proyecto Integrado
Rafa, Antonio, creo que estas dos niñas deberían repetir curso. El tiempo que van a estar con nosotros me sabe a poco.
ResponderEliminarSe hará lo que se pueda. El asunto es que yo ya he comprometido una cena de despedida si se dan determinados resultados en Selectividad. Cena formal, nada de Pizzerías ni Burguers ni tugurios así. La verdad es que casi nunca encuentra uno un grupo así, en condiciones ideales: tú quieres enseñar y ellas quieren aprender; y, encima, gente madura, afectuosa, educada, con sentido del humor. Que no repitan, pero que el destino nos mande mucha gente así, porfa...
Eliminar